Antes de
seguir navegando hacia el Sur, deseo reseñar que cuando estuve al mando (de
forma esporádica durante seis meses) del buque gasero “Sant Jordi”, me
tocó hacer escala en dos ocasiones en el
puerto de Mohammedia muy cercano al de
Casablanca con el fin de descargar Etileno. En la primera ocasión toda la
operación se desarrolló sin incidente alguno. El tiempo era muy bueno, la
maniobra de atraque se efectuó con ayuda de dos remolcadores y Práctico que
procedían de Casablanca. La operación de descarga se efectuó sin novedad en
aproximadamente doce horas y desde aquí
procedimos al puerto de Tarragona para completar la descarga.
B/T "Sant Jordi"
En la
segunda ocasión las circunstancias fueron completamente diferentes, debido al
mal tiempo reinante en la zona, en el interior del puerto había muchísima
resaca lo que impedía permanecer atracados sin dar continuos golpes contra el
muelle, motivo por el cual tuvimos que volver a la rada y fondear en espera de
mejoría del tiempo. El hecho estaba motivado a que las amarras de popa estaban
engrilletadas a una boya y no encapilladas en noray fijo en el muelle, porque
dicho noray estaba siendo usado para amarrar el yate imperial, el cual
resultaba intocable. Diez días permanecimos fondeados en las proximidades del
puerto con tres intentos de atraque fallidos porque las condiciones del tiempo
no eran favorables y las condiciones de amarre tampoco habían cambiado; por lo
visto, las necesidades de Etileno no eran las suficientes como para permitir
encapillar nuestras amarras en el mismo noray en que las tenía el yate
imperial. Como resultado de este absurdo contratiempo fue que recibimos órdenes
para abandonar Mohammedia y proceder a un puerto sueco para efectuar la
descarga y con esto digo adiós a Marruecos y al “Sant Jordi”, ya que
desembarqué para volver a los “Sierras” en el puerto de Terneuzen, una vez que
el buque tomó un nuevo cargamento.
Para poder
seguir navegando hacia el sur no tengo más remedio que embarcar en uno de los
muchos buques frigoríficos que tenía la compañía, no importa cual porque entre
1965 y 1988 en que me jubilé, creo que estuve en todos dedicados principalmente
al transporte de marisco, túnidos, merluza y rosada desde Namibia y chicharros
para el puerto de Lagos en Nigeria.
El primer
puerto fue Villa Cisneros, más que puerto podríamos llamarle ensenada, rada o
bahía, allí se encontraba fondeado el buque factoría de Pescanova, el que fue
de Trasatlántica y llamado “Habana” que fue reconstruido por la empresa
gallega. Los transbordos no se efectuaban abarloados sino que se hacía por
medio de unas pequeñas lanchas en las que cabían justamente el motorista, una
lingada con cajas de pescado y dos marineros que aguantaban la lingada en el
trayecto entre el buque factoría y el mercante y después para engancharla y
desengancharla del gancho del cable de la grúa, los transbordos resultaban
lentos y penosos de acuerdo con el estado de la mar y en algunos momentos nos
veíamos obligados a suspender cuando la fuerte marejada hacía peligrar la
operación de transporte. Solamente en una ocasión hice esta clase de transbordo
y nada más digno que relatar sobre el mismo, aparte de decir que desde ese
momento me di cuenta de la dura vida que soportaba la gente de la mar dedicada
a la pesca.
Reitero que
esta narración no tiene un orden cronológico sino que está realizada de acuerdo
con las escalas que hice siguiendo el curso de la costa de norte a sur.
B/F "Sierra Estrella"
El
siguiente puerto donde hice escala en la costa africana fue en Mauritania, en
el puerto de Nuadibú (Nouadhibou en árabe), el antiguo Port Etienne de los franceses, para hacer un
cargamento parcial de pescado congelado procedente de la factoría que había
sido construida con la ayuda del Estado Español, el I.N.I... De mi estancia en
este puerto guardo tres recuerdos. El primero: que las autoridades con su afán
de obtener dádivas, cuantas más mejor, se hacían los duros y exigían cosas que
nunca me habían solicitado en ningún puerto, cotejar todos los certificados del
buque y las cartillas de navegación de los tripulantes para comprobar que todo
estaba inscrito en el Rol. Tuvimos mucha suerte de que todo estuviera en orden,
ya que posteriormente tuve conocimiento de que a un Capitán de nuestra Compañía
le habían incluso llegado a dar con el Rol en la cara por encontrar un fallo en
una de las diligencias. A pesar de todo hubo que hacer una buena derrama de
cigarrillos para que se quedaran tranquilitos como normalmente suele pasar en
todos los puertos africanos y otros que no son africanos. El segundo recuerdo
que guardo es comprobar que las cabras, coman lo que coman dan leche, no sé el
nombre de la marca resultante y por lo tanto no puedo hacer publicidad. Con mis
propios ojos comprobé que todo el cartón que tiraban de la factoría de pescado,
era consumido por una piara de cabras en menos que canta un gallo, además
parece que incluso tenían cronometrado la hora en que la factoría hacia la
limpieza del cartonaje, pues todas aparecían por los alrededores de la factoría
a la misma hora. El tercer recuerdo es el más agradable de todos los que me
acontecieron en nuestra estancia en el puerto de Nuadibú. El puerto era pequeño
y el único atraque lo ocupábamos nosotros. Un buque científico francés arribó y
como no había atraque tenía que
permanecer fondeado en la rada esperando que nosotros finalizáramos las
operaciones de carga y como ésto era cuestión de varios días, el Comandante
solicitó si podía permanecer abarloado a nuestro costado; como mi respuesta fue
afirmativa correspondió invitándome a cenar y a mostrarme el buque con todos
los adelantos que ya existían en aquella época y más tratándose de un buque
científico. Contaba ya con navegación por satélite y recuerdo perfectamente que
contaban con un habitáculo que se mantenía a una temperatura determinada y en
cuyo centro iba instalado un artefacto imponente y que resultaba ser el alma
del sistema. Todo resultaba impresionante teniendo en cuenta y comparándolo con
lo que en aquella época disponíamos los “Sierras”. Pero ese detalle me hizo
sonreír bastante cuando bastantes años más tarde vinieron a instalar un G.P.S . en un “Sierra”, no recuerdo cual de
ellos, sólo que nos encontrábamos en el puerto de Las Palmas cuando aparecieron
tres japoneses con un maletín de mano y preguntando donde queríamos que fuese
colocado el G.P.S en la mesa del Cuarto de Derrota. Cuánto había cambiado el
mundo y cuánto tendría que cambiar -en cuanto a comunicaciones se refiere- en
tan poco tiempo relativamente.
Y desde
Cabo Blanco a Cabo Verde, al puerto de Dakar, puerto donde verdaderamente
empezó Marítima de Norte y yo al mando del Sierra Estrella en el 1965 la aventura
africana y el tráfico frigorífico y donde yo -personalmente- pienso que para mí
empieza la verdadera África negra, pero si me perdonan lo dejaremos para el
próximo capítulo.
Capitán A. de Bonis.
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