Escribir de
este tema resulta un poco difícil y complicado, ninguno de los componentes de
esta asociación ignora que tenemos nuestros corazones repartidos, lo mismo que
aquella copla de Pepe Pinto que cantaba: “Tengo mi corazón entre dos amores repartío
–madre y esposa- si a uno lo veo llorando, es que el otro lo ha ofendió”, a
nosotros nos ocurre algo parecido, no es que lloremos, pero sí cada cual tiene
sus preferencias y querencias, unos hacia el Circulo y otros hacia el Desguace.
Los que
hayan leído mi relato anterior: “El Desguace a secas” habrán intuido de qué
lado me decanto yo, pero puedo asegurar que respeto cualquier clase de idea
respecto a este tema y por supuesto espero que mi actual relato no sirva para
crear controversias de ninguna clase. Mi intención consiste sólo y únicamente
en hablar del proceso de la formación del Circulo Marítimo, lo mismo que hice
al escribir “El Desguace a secas”.
Como ya
narré en su momento, la llegada de Ignacio Ortega al Desguace, fue como una
inyección de savia nueva y un punto de inflexión en el devenir del grupo, ya
que el fundador del mismo, Antonio Hernández, que hasta ese momento no había
querido oír hablar de cambio alguno en
el funcionamiento, empezó a ceder y aunque el acercamiento que Ignacio Ortega
pretendió con la Peña Malaguista, no fructificó, al menos sirvió para saber que
nuestro presidente no era tan rígido como siempre dio a entender. Las
circunstancias que algunos exponían, argumentando que cada vez seriamos menos
los marinos que podríamos integrar el Desguace si no se tomaban medidas
adecuadas, lo convencieron para que aceptase dar un giro en su forma de pensar
y el 22 de Febrero de 1999 en una reunión histórica , según consta en el
Cuaderno de Bitácora, se constituyó Junta de Oficiales bajo la presidencia de
D. Antonio Hernández, en la cual se obtuvo su consentimiento y apoyo para
orientar al colectivo en lo que posteriormente pasaría a denominase Circulo
Marítimo.
Antes de
seguir adelante, deseo expresar que de esta reunión tengo una espinita clavada,
ya que ocupando un puesto bastante preferente en el escalafón aunque mi
presencia no era obligatoria, por lo menos se me podría haber tenido al tanto
de lo que se cocía, y no enterarme a toro pasado como así ocurrió, aunque
también es verdad que en nada hubiese afectado mi asistencia a la misma. Creo
sinceramente que este cambio tendría que haber sido consensuado en una reunión
extraordinaria de todos los miembros que por aquel entonces formaban el
Desguace. Pero como las cosas son como son, como suelen decir los gallegos,
“mais vale no meneallo”
De
cualquier forma ésto no sucedió de la noche a la mañana, este cambio tuvo un
largo recorrido. Antonio Hernández dejó la presidencia, que en su día fue
asumida por Ignacio Ortega, pero el amigo Ignacio tuvo mala suerte y nos dijo
adiós para siempre cuando empezaba a disfrutar de la vida como quien dice,
después de una larga y dura vida de trabajo un repentino infarto no le permitió
disfrutar de su jubilación como toda persona se merece.
El relevo
en el mando de la nave le correspondió a Vicente Gómez Navas, quien empezó a
trabajar desde el primer momento con el ahínco que le caracteriza para poder
llevar a cabo lo acordado en la reunión del 22 de Febrero de 1999, pero como
hago saber anteriormente el camino para poder lograrlo fue de largo recorrido y
no fue hasta el 27 de Marzo de 2008 en que se constituyó de forma oficial el
Circulo Marítimo, ya dotado de sus correspondientes estatutos, al cual
contribuyó de forma inestimable nuestro inolvidable amigo Julio Monedero, uno
más de los que nos dijeron adiós para siempre. Y de esta forma nos plantamos en
lo que hoy conocemos por Circulo Marítimo-Junta de Desguace.
Asamblea de Celebración del 25 aniversario de la fundación de la Junta de
Desguace, coincidente con la creación
del Círculo Marítimo como Asociación.
Yo formé
parte de la primera junta ocupando puesto de Vicepresidente, una verdadera
ganga, ya que como todo el mundo sabe el “Vice” solo sirve para suplir al “Presi”
en casos muy puntuales y el “Presi” todos los que lo conocemos tenía cuerda
para rato; total que como nunca tuve que decir ni sí ni no, a causa de esta
ecuanimidad forzosa, llegue a ser apodado como Arturo el “ecuánime”. Solamente
una vez intervine, fue cuando fuimos a presentar las credenciales del Círculo
al Excmo. Sr. Alcalde y, si mal no recuerdo, creo que allí metí la pata como
suelo hacerlo muchas veces, pero que al fin y al cabo yo tenía razón, ya que
las credenciales donde se le exponían al Alcalde nuestros deseos de participar
activamente en caso necesario en eventos de la ciudad de acuerdo con nuestros
conocimientos profesionales, quedaron en el olvido como suele suceder y como
creo que yo me expresé en aquel momento.
Primera Junta directiva del Circulo Marítimo: Vicente Gómez Navas (presidente), Arturo de Bonis (vicepresidente) y Sergio Reyes (Secretario General)
El empeño principal
que bullía en la cabeza de nuestro Presidente y amigo Vicente Gómez Navas, era
conseguir la publicación del Libro MIL AÑOS DE MAR. Él, con muchísima clarividencia, veía que los
que más podían aportar a dicho libro eran los que figuraban primero en la lista
de tripulantes, por ser los que más larga vida en la mar habían permanecido y
que esta lista -por razón inexorable de caducidad- iba cambiando y menguando a
pasos acelerados. Otros temas que tenía en su agenda era lograr un hogar digno
para la asociación, que posteriormente se entremezcló con el asunto de la Capilla del puerto, pensando que se
podían matar dos pájaros de un mismo tiro, pero como todos saben el tiro salió
por la culata a pesar de los protocolos firmados con el anterior Sr. Presidente
de la Autoridad Portuaria.
Entre los
logros finalmente conseguidos bajo su mandato podemos felizmente contar con la
salida a la luz del deseado libro MIL AÑOS DE MAR, durante las jornadas
celebradas en honor de Malaspina en el año 2011, que a parte de las múltiples
entidades malagueñas que colaboraron en que aquello fuera posible, yo deseo
destacar la labor de cooperación con el presidente, de nuestro compañero Carlos
Navarrete Trigueros, colaborador
incansable como siempre.
Antes de
abordar el último tramo de mi relato, quisiera dejar bien claro que admito y
estoy completamente de acuerdo, que en cualquier asociación, nadie tiene porque
estar de acuerdo con las directrices que emanan de la dirección, que se pueden
tener otras inquietudes distintas y que
podría resumirse diciendo que cada uno
somos hijo de diferente madre, y que la dirección tiene que estar dispuesta a
aceptar las criticas siempre que sean lógicas y procurar (siempre que sea
posible) escuchar y complacer los temas que se le demandan.
Y como todo
tiene un final, Vicente Gómez Navas agotó sobradamente su mandato, me imagino
que bastante cansado después de tanto luchar por conseguir cosas que al final
resultaron inalcanzables, y se nombró como nuevo Presidente a D. Enrique
Bianchi, sin problemas, ya que fue la única candidatura presentada. Pero cuando
digo sin problemas estoy mintiendo ya que tanto Vicente Gómez como Enrique
Bianchi no pueden “dormir tranquilos” a pesar de mis consejos de que tomen “lexatín”,
ya que en su día fui nombrado consejero
de la presidencia, según certificado que obra en mi poder. Desde hace bastante
tiempo han tenido y aún lo siguen teniendo el gran problema del Rumbo de
Colisión.
¡Cuidado
Enrique!, porque como no metas la caña 5º a estribor te vas a dar el tortazo
padre. Tú que creías que esto era cuestión de coser y cantar y que era
suficiente con invitar a jamón de pata negra, ya ves que estabas equivocado.
Yo
personalmente de rumbo de colisión sé la repera, no porque haya tenido muchos
problemas en este sentido durante mi vida profesional, pero en dos ocasiones me
he tenido que enfrentar al problema. El primero fue cuando me examiné de
Capitán en el año 1965. Algunos recordarán que en aquella época el inglés se
estudiaba en un libro llamado Inglés Náutico y que uno de los capítulos trataba
del rumbo de colisión que fue lo que me preguntó a mí el examinador y yo, con
mi acento andaluz, le largué todo el rollo que me lo sabía de memoria, no sé si
el profesor se enteraría de algo, supongo que sí porque aprobé sin problemas.
La segunda ocasión fue cuando tuve que hacer un curso de Radarista, lo hice en
Alicante porque allí estaba de profesor mi amigo Antonio Terrón aunque él no
impartía esa asignatura (lo digo para los mal pensados). El problema de
Cinemática que tuve que resolver también se trataba de un rumbo de colisión.
Después ya me olvidé completamente del “rumbito” hasta este momento en que con
mucha frecuencia aparece en los “corres” del Circulo y puedo asegurar que dada
la fecha de caducidad que tiene mi DNI 9999999, me da exactamente igual pegarme
el tortazo contra una roca, contra un barco e incluso contra un tranvía, por
favor, yo lo único que deseo es tranquilidad y buenos alimentos, yo creo que
más claro agua, que de una vez por todas comencemos a hablar de rumbo de
dispersión.
Capitán Arturo de Bonis
Te felicito una vez más, porque en esta entrada empleas maestría, "ecuanimidad" y tacto en el desarrollo del tema. Gracias por tus –siempre- interesantes y amenas colaboraciones.
ResponderEliminarEfectivamente,amigo Arturo, te felicito igualmente que mi amigo Carlos. aunque sin embargo, yo soy mas peleón ( Ya me conoces ). Y por ello,creo que al CM, aun le queda mucho recorrido. Nada de hablar de " RUMBO DE DISPERSION " yo digo AVANTE TODA, aunque estos no sean los momentos idóneos pues hay muchos escollo que sortear. Pero se sortearan.Un gran abrazo
ResponderEliminarMi nombre es Sabino Laucirica, Capitán de la Marina mercante e Historiador. Mi primer barco fue el petrolero Piélagos de Pereda. Me embarqué precisamente en Málaga y allá me encontré con dos malagueños inolvidables Manolo Grund, recientemente fallecido y José Amado Regadera del que no he tenido noticias hasta encontrarle en este rincón como miembro de Juntas pasadas. ¿Me puede alguien decir que ha sido de él?
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Sabino