En la Ciudad del Paraíso a 1 de enero de 2015
Queridos compañeros y amigos:
Hace mucho tiempo que no me
dirijo a vosotros en forma escrita. En este caso tendría que ser verbalmente, pero la extensión de lo que preveo puede que sea demasiado extensa como para
que podáis soportarlo.
Antes de entrar en materia quiero
desearos que este nuevo año que comienza
sea para todos el mejor de todos los que habéis vivido y Dios reparta a manos llenas salud, paz, dinero y
Amor, con mayúscula.
En este mes que comenzamos me
veré en una asamblea en la que Enrique
Bianchi como Presidente electo tomara posesión del cargo tras unas palabras
mías dejando la presidencia, y esta es la razón de dirigirme a vosotros
tecleando el ordenador. Han sido muchos años gobernando este buque y en ellos, aunque aparentemente los
acaecimientos han sido pocos y banales, repasando muy por encima se aprecian muchos y con su importancia, y
estos por breves que se expongan en un discurso, muchos no tendrían la
paciencia de soportarlo; así, se tiene la opción de de descansar entre párrafo
y párrafo o tomarse un descanso de unos minutos, unas horas o unos días para
continuar.
Ese día, el de mi discurso de
despedida, me limitaré a unas palabras de agradecimiento y a reiterar mi
amistad.
Y seré aplaudido.
Antes de sentarme ante el
ordenador he estado un rato rememorando, y muchos recuerdos me han venido a la memoria, por lo que siendo
esta ya flaca, también muchos habrán quedado atrás.
Este colectivo que viene viviendo
desde 1983 cuando nuestros inolvidables fundadores, Antonio Hernández y Miguel
Casas se dieron un fuerte apretón de manos germinando la entrañable Junta de
Desguace, recorrió un largo camino, de comidas, viajes, excursiones y alegre
vivir cuyo devenir se encuentra recogido en nuestro Cuaderno de Bitacora del
que podría entresacarse otro libro.
La Junta de Desguace, nombre que
hacía sonreír con simpatía y por ello carecía de seriedad, conociendo además
que estaba constituido por un grupo de algo más de una treintena de marinos
jubilados no podía proyectarse como institución seria aunque estuviese formada
por Capitanes de la Marina Mercante. Había que buscarle un referente algo más austero
ante la sociedad, tomando cuerpo esta decisión el día que se recibió un saluda
con todo su protocolo de de un nuevo Delegado del Gobierno en Málaga.
Siendo Presidente nuestro
recordado Ignacio Ortega y tras intercambiar opiniones sobre este asunto, le di
una relación de nombres para que eligiese, decantándose por el de Círculo
Marítimo, nombre refrendado por los fundadores en la histórica Junta de
Oficiales del 23 de febrero de 1999 como consta en el Cuaderno de Bitácora,
procediéndose pasado unos años a su legalización.
Así, el día 27 de marzo de 2008
se constituyó el Círculo Marítimo-Junta de Desguace formalmente como Asociación
al amparo del Artº 22 de la Constitución Española y presentado mi candidatura y
proclamado Presidente tras unos años con ese cargo en la Junta de Desguace.
En marzo de este año habría hecho
siete años como presidente de esta Corporación. Ya estaba plenamente
justificado que otro Tripulante tomase el relevo.
No está en mi ánimo hacer
historia en este discurso, pero algunas de las circunstancias en la que
intervine me obligo a hacerlas patente para al menos justificar que no me voy
con las manos vacías (entiéndase, en el sentido moral y figurado del vocablo)
por lo conseguido.
El Círculo Marítimo nació de la
Junta de Desguace tras la larga gestación de nueve años. Nació por
transformación, por lo que aquellos valores que se le podían atribuir a la J.D.
hoy forman parte indisoluble del C.M., por ello siendo una especial desazón por
el rechazo de algunos tripulantes hacia el actual C.M. el mismo desagrado o
más, que pueda sentir al rechazo hacia la J.D.
Aunque he dicho que no haré historia, me veo obligado a repasar
algunos de los logros del C.M.
“Los Mil Años de Mar” es uno de
los más, o el más significativo, y tiene su justificación puesto que fueron
casi veinte años desde que concebí la idea recién ingresado en la JD hasta
conseguir que 25 tripulantes volcaran sus vivencias en unos folios que
conformaron el libro, que como ya comenté en cierta ocasión para estimular a
los redactores ".el día que lo lean vuestros nietos y exclamen ¡ mira lo que le pasó al abuelo ¡" Su edición costeado con los exiguos
fondos del CM y resarcido con su venta gracias a la fundamental e inestimable
ayuda del entonces Secretario General Carlos Navarrete, que hombro con hombro
conmigo tanto en este trabajo como en las tres jornadas de “La Mar y sus
Crónicas: en la que conseguimos cierta
proyección social, fueron los factores para que se afirmase una amistad que por
mi parte perdurará mientras esté en este mundo y también, estoy seguro, cuando
estemos en el otro.
Y entró en la vida dinámica del
Círculo Marítimo otro compañero que inyectándole nueva energía ha conseguido que esta corporación levante un vuelo más esperanzador y al que
le estaré siempre agradecido, uniéndose al grupo de los grandes amigos. Siempre
proclamé que la amistad era para mí lo
primero.
José Manuel Ortiz Morito, desde que ingresó años
atrás me repetía. Cuando me necesites, aquí estoy. Hasta que estuvo, pero no
podía figurarme su eficacia y entrega. Con el cargo de Secretario General se convirtió en el motor del CM. De nuestra
conjunta colaboración también se ha ido fraguando esa gran amistad y perfecto
entendimiento. A él le debemos esta segunda edición en color de los “Mil Años
de Mar”, su tesón y sus relaciones han conseguido lo que nos parecía una quimera: la
edición gratuita.
Destaco en esta despedida de mi
cargo los mencionados y algún nombre más que han marcado mi vida en su declive (por muchos años), como el de
Sergio Reyes, al que admiro como profesional, por su viva y despierta
inteligencia, que la encuentro muy de acorde con la mía (y perdonad la
inmodestia); a Arturo de Bonis por esa simpatía que irradia desde los tiempos de
estudiante, y el que aceptó la Vicepresidencia cuando se la propuse por su ecuanimidad
(quedándose por ello durante una temporada como “Arturo el ecuánime")
Al discutido José Antonio Marín,
al que a veces he censurado por sus opiniones, le agradezco su labor al tener
informado a la totalidad de los tripulante, considerando de gran importancia
esos correos que ponen al día a todos los alejados, así como su trabajo en la página web.
Y a tí, querido nuevo Presidente,
que a conciencia te he dejado el último (para que vaya acostumbrándote a tirar
del carro)
Sé, Enrique que lo harás mejor
que yo; estás acostumbrado a maniobrar y sortearás cualquier escollo que veas
por la proa. Mucha suerte y sabes que estaré a tu lado por si crees que puedo aconsejarte
en algo.
Seguro estoy que si me detengo a
recordar lo que tengo que agradecer a cada uno de vosotros, encontraría razones
para ir desgranando aquí sus nombres, pero se haría interminable este discurso.
Lamento haberme dejado con toda seguridad nombres de amigos al que
especialmente debo mi gratitud. Así pues, gracias a todos por vuestra amistad.
Finalmente, en punto y aparte quiero agradecer profundamente esa aceptación
unánime a la propuesta por el Secretario General José Manuel Ortiz Morito a ser nombrado Presidente de Honor.
Gracias, Gracias a todos y
recibid mi amistad y un cariñoso fuerte
abrazo
Vicente Gómez Navas