jueves, 17 de noviembre de 2016


LA VIDA A BORDO... UN POCO DE TODO.   TEMA CATORCE

Aquí estamos nuevamente, ya en el "Sierra Umbría", gemelo del "Sierra Urbión", lo cual quiere decir que no tenía secretos para mí, aunque tan solo hice dos viajes en este buque. El primero estaba al mando de forma interina el Primer Oficial D. Justo Pérez Amazarray, de Santander, conocido por haber coincidido ya en algún otro puerto por ser veterano de la Empresa. Tenía un carácter muy raro, lo mismo estaba de un humor desbordante de optimismo, como hacía un giro de 180 º y lo tenía de "perros". Todo el mundo sabía y decía que lo mejor era no cruzarse con él acabado de levantarse de la siesta, ya que con toda seguridad te llevabas un rapapolvo sin comerlo ni beberlo y, lo peor de todo, sin saber por qué. Por lo demás nada que mencionar. El "Sierra Umbría" continuaba haciendo la línea con Marruecos y yo tuve la ocasión de ver una vez más a mi hijo aunque solo fuera de pasada. El segundo viaje que hice en el "Sierra Umbría", estaba al mando de D. Julián Justes, natural de Mongat, un pueblecito próximo a Barcelona, quien acababa de dejar el mando del "Sierra Blanca" después de cuatro años, considerado como un ascenso en el escalafón de Capitanes.

D. Julián no era raro, era rarísimo, lo apodaban “el bastones” porque era su hobby, no solamente por  coleccionarlos sino por usarlos a pesar de estar hecho un roble; se reía cuando contaba que algunas veces le cedían el asiento en los servicios públicos por considerar que era un inválido. Además era lo que se considera un "manitas", una persona muy inquieta, un día se fabricó una muela con un hueso que le había proporcionado el cocinero. El único problema de navegar con él, es que tenías que tragarte todos los temporales que aparecieran, porque para él no existía la palabra arribada en el diccionario. En los cuatro años que estuvo en el "Sierra Blanca" ninguna vez hizo uso de esa prerrogativa que todo Capitán tiene derecho a ejercer en caso de que vengan mal dadas, y presumía de eso. La verdad es que tuvo muchísima suerte con eso de capear temporales, toda la que le faltó un día que saliendo del rio Elba colisionó con un buque a causa de la densa niebla y el "Sierra Umbría" entró a formar parte del pasivo de la  Compañía.

El viaje que yo hice con él transcurrió de forma muy normal, pero para mí personalmente resultó ser muy especial, ya que fue cuando tuve la suerte de conocer a la que más tarde se convirtió en mi segunda esposa, de nacionalidad belga, ya que fue en la escala que hicimos en el puerto de Amberes donde tuve la oportunidad de conocerla. Yo me encontraba de 2ºOficial en el "Sierra Umbría" como consecuencia del hundimiento del Sierra Banderas, pero después de efectuar ese segundo viaje mencionado, me transbordaron al "Sierra Blanca" con plaza de 1er Oficial. En ese momento se encontraba al mando de D. Antonio Olondo, natural de Bermeo. Capitán con muchísima experiencia  y con un carácter completamente opuesto al del Capitán Justes, ya que con él conocí todos los rincones donde resguardarse del mal tiempo tanto en la costa inglesa como en la francesa. Esto no significa que fuese un Capitán miedoso sino precavido, era muy consciente del barco que mandaba y de la meteorología que se daba en la zona, la Mar del Norte cuando se cabrea y lo hace con muchísima frecuencia, hay que darle todo el respeto que se merece.

El tiempo que estuve navegando en el "Sierra Blanca" con el Capitán Olondo, como he mencionado anteriormente fue un periodo provechoso profesionalmente hablando para mí, pero su forma de pensar era muy diferente a la mía. Como la jerarquía es la jerarquía y estás obligado a respetarla si no quieres tener problemas, el problema lo solucioné solicitando cambiar de barco. Aproximadamente cinco meses permanecí en el Blanca  antes de transbordar al "Sierra María" donde seguí ocupando plaza de 1er Oficial. El buque estaba bajo el mando del Capitán D. Pedro Ibargurengoitia. Este buque, junto con el "Sierra Madre" eran los dos más grandes que tenía la Compañía y los que puso a disposición de la línea que se inauguró con Cuba. Ya estaban en construcción otros tres buques en los astilleros de Santander que llevaron el nombre de "Sierra Andía", "Sierra Aránzazu" y "Sierra Aramo·Aramo. Yo solamente hice un viaje a Cuba con D. Pedro. El viaje fue largo y complicado ya que empezamos a cargar en el puerto de Rotterdam y antes de salir para Cuba tuvimos que entrar en dique en Santander para lo cual tuvimos que descargar parte de la carga embarcada para poder entrar en varadero; todo esto lo que produjo fueron quebraderos de cabeza pero que se solucionaron de la mejor forma posible. Fueron otros problemas de índole personal los que me demostraron  que D. Pedro (que Dios me perdone) no merecía el respeto, no como Capitán, sino como ser humano. Capitán a la vieja usanza, se creía un Dios y sus cojones eran los únicos que valían a bordo. Estando justamente reparando en Santander, él junto con el 2º Oficial Juan Unibaso se fueron a Bilbao para pasar unos días con la familia. Yo quedé encargado en lo relativo a los trabajos de cubierta. Una mañana, el 1er Maquinista me comunicó que se había recibido una llamada telefónica del Jefe de Personal desde Madrid para comunicar que la hija de Arturo había sufrido un accidente y que había fallecido. Sin pensarlo dos veces hice mi maletín con lo más necesario y en un taxi salí pitando para Málaga, cuando llegué a casa mi propia hija fue la que me abrió la puerta y estaba vivita y coleando. La accidentada había sido la hija del Camarero que también se llamaba Arturo. Todo fue un mal entendido del 1er Maquinista que no supo interpretar el comunicado. Cuando regresé a Santander, las únicas palabras “amables” que escuché de los labios del Sr. Capitán fueron: ¿Por qué se ha marchado usted sin mi permiso?. Y en otra ocasión y por diferente motivo tuve que aguantar su falta de humanidad que a veces se convertían en grosería.

Después del único viaje que realicé con él a Cuba, desembarcó para hacerse cargo del "Sierra Aránzazu" que también entró a formar parte de la línea establecida con Cuba y cuyo desenlace fatal todo el mundo conoce. Fue atacado por lanchas anticastristas cuando navegaba cerca de la base de Guantánamo. D. Pedro, que se encontraba en el puente, fue alcanzado por los disparos y perdió la vida junto a dos tripulantes más. Yo entre tanto había realizado un viaje más a Cuba con D. José M. Echevarría al mando del "Sierra María", al final del cual desembarqué para realizar el curso de Capitán en Madrid. Y fue durante mi estancia en Madrid cuando sucedió el luctuoso acontecimiento del "Sierra Aránzazu". Yo estaba en Barajas el día que un avión de Iberia llegó a Madrid con los tripulantes que habían sobrevivido y los féretros de los tres asesinados. La comitiva fue recibida por las Autoridades, Ministro de Comercio Sr. Ullastre y por supuesto el Presidente de la Compañía Sr. Sendagorta. El recibimiento fue apoteósico y festivo, si no fuera por la tristeza que implicaba los tres féretros con los compañeros fallecidos.

En ese momento pasaron por mi mente muchos de los acontecimientos vividos con D. Pedro Ibargurengoitía; con el corazón puedo afirmar que todo quedó en el olvido, todo resultaban pequeñeces comparado con la triste realidad. Prueba de cuanto hoy escribo es que muchos años después tuve la ocasión de navegar con su hijo Pedro como Alumno del "Sierra Lucena" y mi trato con él no pudo ser más exquisito. Muchos de los tripulantes que sobrevivieron navegaron posteriormente conmigo, recuerdo algunos como Guillermo Manjón, Ramón Ugarte, Manuel Caamaño…..

Obtuve el título de Capitán en Febrero de 1965 (acabo de leer el diploma que tengo colgado en la pared). Hice un viaje en el "Sierra Aramo" como 1er Oficial  nuevamente bajo el mando de D. José M. Echevarria y no me cabe duda de que gracias a los buenos informes suyos, solo tres meses después -en el mes de Mayo- la Empresa me concedió el mando del "Sierra Blanca". De esta forma se cierra el círculo de la historia de mi vida profesional, ya bien conocida por todas después de haber leído el libro MIL AÑOS DE MAR y todos los temas desarrollados en el blog del Circulo Marítimo.

Ahora sí que ya no hay más que contar, la vaca se secó. Quiero dar las gracias a todas las personas que me han animado y alentado a escribir todo esto que guardaba dentro de mí y que gracias a Dios me ha dado la posibilidad de hacerlo al mantener mi mente con la suficiente claridad  y pido perdón a los que consideran que ya estaban hasta la coronilla de tanta "batallita".

A unos y a otros un fuerte abrazo. 


Capitán Arturo de Bonis