jueves, 14 de diciembre de 2017


HOMENAJE A MI ESPOSA GRETA CEUPPENS

Pensaba  dejar pasar en blanco mi colaboración en el blog del Circulo Marítimo este mes de Noviembre, la causa primordial es que mi ánimo no resulta el más adecuado como consecuencia de estar a punto de cumplirse un año del fallecimiento de mi querida esposa Greta. No obstante, pensándolo bien, me he dicho: ¿por qué no hacerlo dedicándoselo a ella como homenaje a los 53 años de convivencia que hemos tenido, 53 años llenos de sacrificios y de felicidad de acuerdo con las circunstancias.

Estoy seguro que me va a costar mucho trabajo cumplir con mi propósito, ya que aún después de un año, cada vez que menciono su nombre se me hace un nudo en la garganta y las lagrimas afloran como si fuese ayer mismo cuando le dije adiós para siempre.

Yo soy uno de los muchos españoles que en 1981 estábamos con la oreja pegada a la emisora de radio escuchando como se iban desgranando y aprobando poco a poco los artículos de la Ley de Divorcio propuesta por el Ministro Fernández Ordoñez, la cual vio la luz felizmente  si mal no recuerdo a mediados de ese mismo año, 22-06-1981. Aunque esto que cuento no tiene nada que ver con navegación ni con barcos, he de aclarar ciertos detalles para que sea posible tener una idea clara del contexto general. En EL año 1958 yo contraje matrimonio en Malaga con una chica de nacionalidad francesa, la había conocido tres años antes cuando ella hacía un curso de español en un colegio de monjas de la capital durante el verano.

En Febrero de 1961, teníamos un hijo y ella se encontraba en Francia esperando dar a luz a nuestro segundo. En esa fecha yo embarqué en el Sierra Urbión que tenía línea regular con Casablanca, puerto donde se solía permanecer aproximadamente una semana por ser cabeza de línea. Ella  enseguida me propuso y yo lo consideré razonable que estableciéramos nuestro domicilio en Casablanca, aprovechando que su padre había ocupado plaza de diplomático en Marruecos y aún conservaba amistades obtuvimos de forma gratuita un chalecito perteneciente a la Embajada francesa y allí se fue a vivir una vez que dio a luz la hija que esperaba.

Yo llegué días más tarde creyendo que la felicidad me esperaba en la nueva vida que acabábamos de emprender, pero nada más lejos de la realidad, ya que una vez que conocí a mi nueva hija y nos  sentamos a charlar tranquilamente de cómo había transcurrido todo el traslado, me soltó de sopetón que no soportaba estar casada con un marino y estaba sopesando pedir el divorcio, amenaza que llevó a cabo al comienzo de 1962 aprovechándose de su nacionalidad francesa y que en Marruecos regían las mismas leyes que en Francia. En ese momento no sabía cómo reaccionar, me encontraba como perdido en el desierto ya que en España no existía el divorcio y mi futuro familiar se me antojaba que iba a ser un desastre.

A sabiendas que ella iba a conseguir su propósito, lo único que exigí  para dar mi consentimiento fue que mi hija de un año fuese trasladada a España para vivir con mi familia, ella accedió a mi petición y si te vi no me acuerdo.

Hoy día, a punto de cumplirse un año del fallecimiento de mi segunda esposa, doy gracias a Dios por lo que ocurrió en Casablanca y que yo consideré que sería el fin del mundo, ya que me dio ocasión de conocer a Greta, la pareja más maravillosa con la que he convivido 53 años, a pesar de cuantos obstáculos nos ha puesto la vida por delante, obstáculos que empiezan por tener que renunciar a tener familia dado que mi nacionalidad española no consideraba mi divorcio y cualquier hijo en caso de que lo hubiese tendría la consideración de “apátrida” según las leyes belgas, tema que para ella suponía un duro golpe. Para poder paliar en lo posible este tema y al mismo tiempo acceder a la petición familiar de que mi hija Marina se trasladase a Bélgica para vivir con nosotros, nos hizo buscar formulas rocambolescas para poder obtener que las leyes belgas nos considerasen casados para poder llegar a  obtener que mi hija Marina viviera con nosotros en Bélgica. El asunto no fue fácil, después de muchas consultas con abogados, hubo uno que nos dio la única idea posible pero sin garantías de que se considerase un matrimonio legal. Nos aconsejó que nos fuésemos a Inglaterra, que nos inscribiésemos en un hotel durante 20 días, al cabo del cual podríamos presentarnos en el Ayuntamiento y contraer matrimonio con la ayuda de dos testigos. Así lo hicimos y estuvimos viviendo durante 20 días en un hotelito frente al castillo de Windsor con lo cual obtuvimos un certificado de matrimonio que presentamos en el Ayuntamiento de Duffel (Belgica) donde vivíamos y nos inscribieron como matrimonio (hecho consumado).

Pero esta situación nosotros sabíamos perfectamente que era una situación ficticia, que a la larga no tendría ningún efecto legal y que no teníamos más remedio que buscar otra solución, y esa solución solo tenía un nombre: ANULACIÓN DE MI PRIMER MATRIMONIO.  En ese lio me metí después de consultar con un abogado en Malaga que me dio muchas esperanzas en cuanto a tiempo y resultado, eso ocurría el año 1975.  En el año 1982 me encontraba en el despacho de uno de los integrantes del Tribunal de la Rota discutiendo el motivo por el cual no se me concedía la Anulación y sorprendentemente escuché como con muy buenas palabras me decía que para que un coche pudiese rodar era necesario echarle gasolina, “más claro agua”.

Como esta fecha coincidía con la promulgación de la Ley de Divorcio en España, conseguirlo fue coser y cantar, solamente con demostrar el tiempo que llevaba esperando la anulación para que el Juez firmara sin problemas el divorcio de mi primer matrimonio y felizmente conseguimos formalizar nuestra situación contrayendo matrimonio civil en Málaga el 9 de Julio de 1982 donde fijamos nuestra residencia.

Esto produjo en  ella una situación agridulce, ya que suponía dejar su familia, su país y su trabajo de fisioterapeuta que ejerció durante 26 años, pero no lo dudó ni un solo instante. A partir de ese momento comenzó a viajar conmigo, pero desgraciadamente se mareaba y si los viajes eran largos su salud no se lo permitía, lo cual fue otro contratiempo en nuestros proyectos. Tuvo que desistir de acompañarme y se centró en otros temas. Se matriculó en la Madraza donde aprendió a tejer en alto y bajo liso, se le daba bastante bien y acudió a varias exposiciones, hasta que la Madraza cerró por falta de subvenciones por parte de la Diputación de Málaga.

La pintura fue otro tema que la entretuvo durante algún tiempo, pero lo  que más la llenó y a la que le dio más importancia fue al Patchwork dado su conocimiento del inglés se hizo una experta del tema haciendo bonitos y excelentes trabajos. El tiempo que estuvimos viviendo en el Rincón de la Victoria, se dedicó a dar clase en la asociación de mujeres “Amuaxa” donde dejó un buen recuerdo y últimamente se dedicó a comunicar sus conocimientos en este tema en la Residencia donde vivíamos.

En vista de que ella no podía acompañarme en mis viajes, fui yo quien dejé de navegar cuando cumplí el tiempo de navegación para poderme retirar, tenía 55 años y una vida por delante. Pero el hombre propone y Dios dispone, cuando más felices nos proponíamos ser una visita al médico nos dio otro golpe, le diagnosticaron una fibrosis pulmonar y cuatro años de esperanza de vida. Era una mujer muy fuerte y junto a llevar a rajatabla la medicación del médico, los cuatro años se convirtieron en 13, aunque el último no mereció la pena ser vivido, verla todo el dia enchufada a la máquina de oxigeno y comprobar cómo sus neuronas se iban deteriorando de tal forma que su capacidad de reacción eran casi nulas, fueron días para olvidar pero que justamente son los días que yo llevo grabados en mi corazón y que no puedo quitarme de la cabeza.

La noche que te caíste de la cama  golpeándote fuertemente en la cabeza y me pediste que te desenchufara de la máquina de oxigeno para terminar cuanto antes, no tuve valor para hacerlo, yo quería que siguieras viviendo aunque solamente fue un día más porque tu estado era irreversible. Te pido perdón y lo único que puedo decirte es que te he querido con toda mi alma y que te seguiré queriendo hasta el fin de mis días.

Ruego perdonen mis lectores pero tenía que escribirlo.

Capitan A. de Bonis