miércoles, 29 de mayo de 2019

Recuerdos de Rogelio Garcés Galindo, Capitán de la Marina Mercante, Master Mariner y Comisarío de Averías.

CAPÍTULO XX

DESDE 1971  A  1976       

                  
Une vez llegué a Melilla, como quería estar para el nacimiento me busqué unas clases y con ello y los alquileres de las casas fuimos tirando.

       El 13 de Noviembre de 1971 nació Pablo en el Hospital de la Cruz Roja y cuando fui al Instituto Social de la Marina para pedir la ayuda que daban por nacimiento de un hijo, otra vez tuve problemas con mi suegro, Delegado del mismo, pues decía que no me correspondía, después de varias discusiones me lo tuvo que pagar muy a pesar suya.

           


       Esta es la primera foto que tengo con Pablo, al día siguiente, todavía en el hospital, me acordé mucho de mis padres en estos momentos pues creo que hubiesen disfrutado mucho con su primer nieto.

       A principios del año 1972, hicimos un viaje a Málaga y a la vuelta a Melilla la maniobra de atraque salió mal y se retrasó mucho, teniendo que esperar en el salón donde me encontré un periódico de Málaga en el que anunciaban dos plazas de administrativos para el Banco de Bilbao.
       
Me examine en Febrero y saqué una de las plazas, a pesar de haber mas de 800 opositores. Me incorporé en Marzo y nos vinimos a vivir a Málaga.

       El día 7 de Noviembre de 1972 nació en el Hospital de la Cruz Roja de Melilla mi segundo hijo, Jorge, me desplacé a Melilla teniendo que volverme al día siguiente.

              

  
       La foto está hecha en Málaga pues en Melilla no le pude hacer ninguna, así que aquí debía tener cerca de un mes.

       El 6 de Abril de 1972 ya había realizado los 300 días de mar preceptivos, por lo que me expidieron el título de Piloto de la Marina Mercante de 1ª Clase.

            

  
El tiempo que pasé en el Banco de Bilbao fue bueno, aunque el sueldo era muy bajo; no obstante, con las rentas de las casas que teníamos alquiladas en Melilla podíamos vivir muy bien. Después de un tiempo quise comprobar si era posible ascender por méritos propios, y no por antigüedad, como observaba que sucedía. 

       Fui a Las Palmas de Gran Canaria para presentarme a unas oposiciones restringidas, y al regreso ya tenía decidido que no iba a seguir en este banco.

       A principios del año 1974 salieron unas plazas para inspector en la Caja Rural de Málaga, así que me presenté y la saqué, aunque como no me subían de categoría, en un principio la rechacé, aunque más tarde volvieron a llamarme para darme lo que pedía.

       Mientras viajaba ganaba dinero con las dietas de los desplazamientos, pero por unos problemas en la Central me retuvieron en Málaga unos cuantos meses, con lo que perdía dinero; en vista de ello decidí dejar la Caja Rural.

Durante el tiempo que pasé de Interventor en la Oficina Central de la Caja Rural, ocurrió la muerte de Franco y tuve mas de un enfrentamiento con el Jefe de Personal porque me negaba a fichar por la mañana cuando entraba en la oficina.

El motivo de negarme era porque había algunos empleados que estaban autorizados a fichar y marcharse a oír misa, nunca he estado en contra de la Iglesia pero si se fichaba era para empezar a trabajar y si querían ir a misa que fuesen antes o por la tarde pero no en horas de trabajo.

Al cabo de un par de meses se olvidó de mi y de que fichara, aunque seguían son sus costumbres de ir a misa en horas de trabajo.    

En Marzo de 1976, como no estaba  de acuerdo con la manera de proceder conmigo en la Caja Rural, decidí embarcar de nuevo y, aprovechando una estancia de Wenceslao en casa, que me puso en contacto con Pesquerías Paulino Freire de Vigo, embarqué de Capitán en la M/N “Puente Castrelos”, en Santa Cruz de Tenerife, el 7 de Abril.

Para ello tuve que ir a la escuela de La Coruña con el fin de obtener el Certificado de Observador Radar, lo que hice en Marzo de 1976.

            



martes, 21 de mayo de 2019

Recuerdos de Rogelio Garcés Galindo, Capitán de la Marina Mercante, Master Mariner y Comisarío de Averías.

CAPÍTULO XIX

BUQUE “M.  P.  GRACE”       




Cuando embarqué en La Coruña, en la primera guardia que hice de 8 de la tarde a 12 de la noche, el Segundo Oficial, en vez de venir a bordo para hacerme el relevo, con un taxi envió una bandeja de marisco y pescado del restaurante “El Rápido”, y dos botellas de vino, así que al día siguiente le dije que a ese precio le hacía todas las guardias que hicieran falta.

Este buque pertenecía a la misma compañía, y en él se hacían viajes idénticos, así que de momento todo siguió igual; aunque desde el principio pude notar que había bastantes roces entre el Capitán y Primer Oficial.

Como ya dije en el capítulo anterior, cuando se hacían enroles en buques de bandera extranjera no se utilizaba la Libreta de Navegación, si no que solo se dejaba constancia en el Historial de Navegación; pero como había legalizado días de más en el barco anterior, no pude anotarlo tampoco en el Historial. El Capitán era Francisco Berna Gravalos, con quién años más tarde coincidí en otra compañía, ambos de Capitán.

Había bastantes discrepancias entre el Capitán y el Primer Oficial pues en varias ocasiones me dieron órdenes distintas. La que más recuerdo fue en Point Lisas (Trinidad y Tobago); mientras cargábamos, el primero me mandó que mantuviese el barco en agua iguales y, cuando lo había hecho, el otro me dio la bronca por haber cambiado el asiento. A éste le sugerí que se pusieran de acuerdo pues lo único que yo había hecho era seguir sus instrucciones.

Poco rato después sucedió lo mismo, por lo que me levanté del control y les comenté que cuando se pusieran de acuerdo yo haría lo que quisieran, pero que no estaba dispuesto a aguantar más broncas por seguir la instrucciones.

En el viaje de vuelta a Dinamarca, en Septiembre, le pedí al Capitán mi desenrole para ir a casa; primero por las razones anteriores, y también porque María José podía dar a luz en cualquier momento, aunque el parto se demoró hasta el 13 de Noviembre de 1971.

                  Poco más tengo para contar en este capítulo pues estuve menos de dos meses en M.P.Grace, ya que fue a finales de Septiembre. De cuando desembarqué en Fredericia (Dinamarca), no puedo poner ni fotos, ni asiento en la libreta ni en el historial. Guardo pocos recuerdos de este tiempo, quizás porque la convivencia no fue muy buena debido a los roces que se producían. Años más tarde, cuando empecé a mandar buques traté de evitar estas situaciones pero, aunque siempre lo intenté, a veces no pude conseguirlo, ya que para ello hace falta la voluntad de todos los implicados. En capítulos posteriores comentaré algunas de estas vivencias.

La foto la he conseguido después de haber terminado este capítulo, ha merecido la pena el tiempo empleado en la búsqueda. 



miércoles, 15 de mayo de 2019

Recuerdos de Rogelio Garcés Galindo, Capitán de la Marina Mercante, Master Mariner y Comisarío de Averías.

CAPITULO XVIII

BUQUE “JOSEPH  P.  GRACE”
         
  
Una vez desenrolado del viaje desde Almería a Bilbao, ya que el embarque lo hice a través de Consulmar, María José y yo estuvimos casi una semana esperando embarcar, durante la que pasamos unos días muy agradables. 

Estuvo comiendo y cenando angulas todos los días menos uno que fuimos a comer el restaurante “Guria”, al de que había en la ciudad vieja, yo pedí cococha y angulas y ella una tortilla de patatas que ha sido la mas cara que he pagado en mi vida.

Embarqué sobre fin de mes en Londres (Inglaterra) de allí a Rotterdam (Holanda) y luego a cargar a Point Lisas (Trinidad y Tobago). En aquella época de los enroles en barcos extranjeros no se hacía constancia en la Libreta de Navegación, solamente en el Historial, así que no hay constancia de ello. 

        Transportábamos amoníaco líquido que cargábamos en Point Lisas (Trinidad y Tobago), para descargarlo en Fredericia (Dinamarca), que se utilizaba como fertilizante. Sólo una vez cargamos en Lake Charles (Estados Unidos), y en una ocasión hicimos consumo en San Nicolás, en Isla Aruba.

       La segunda vez que cargamos en Point Lisas tuvimos que hacernos un chequeo médico, para lo que nos mandaron a unos cuantos oficiales a Port of Spain. Allí aproveché para saber qué tipo de sangre era la mía, porque María José estaba embarazada y su Rh era negativo; curiosamente, lo mismo le pasaba el Capitán, Juan Marcaida Rentería.

       Allí pasamos todo el día pues tuvimos que esperar hasta la tarde. Teníamos reservada una habitación en el Hotel Port Spain Hilton, que era una maravilla, así que después de dar un paseo por la ciudad y un par de ponches de ron en “Luciano”, fuimos a bañarnos a la piscina del hotel, allí comimos en la barbacoa y por la tarde de vuelta al barco, al trabajo.

       Nos llamó mucho la atención que el práctico nos decía que había hecho toda la carrera por correspondencia, incluso el curso de práctico, y que no había navegado nunca como oficial.

       Durante la carga dejábamos caer al mar una pequeña manguera por la se dejaba salir amoníaco que al reaccionar con el agua explotaba, lo que nos servía para pescar pues los peces subían a la superficie.

       Antes de desconectar las tuberías de carga había que lavarlas muy bien para que no quedase ningún resto de amoníaco. Había un bombero de petroleros y aunque se le explicó muy bien todo no lo hizo como debía por lo que provocó una salida de gas que nos mandó, a mí, que estaba lejos, al hospital, y a él, que se encontraba más cerca, con graves quemaduras en la tráquea. Una vez de vuelta al barco tuvo que permanecer una semana alimentándose a base de dieta blanda.  

Otra cosa que me sucedió es que en Mayo de 1971 certifiqué días de navegación hasta el 30 de Agosto. Puse unos días antes la fecha de embarque, pero al final no me fue muy rentable pues en Julio nos mandaron a casa por cambio de tripulación española a china y, aunque tenía legalizado hasta Agosto, en Septiembre embarqué de Tercer Oficial en el B/T “M.P. Grace”. No pude certificar más días, así que perdí más de un mes, pues estuve embarcado hasta finales de Octubre. 

Pasé de ganar unas 9.000 pesetas al mes a más de 40.000, y, además, en dólares USA, algo que sin duda me mereció la pena.

En Fredericia tuve que acudir varias veces al médico a llevar a tripulantes que no solían hablar inglés, siendo ésta la primera vez que cambié dólares. Recuerdo que me dieron muchas coronas danesas, pero como no conocía el cambio no me extrañó; a la salida observé que en vez de poner dólares en la papeleta del cambio, se habían confundido con libras esterlinas.

                 

       En esta foto estoy con el Capitán Juan Marcaida en el puente, con el nombre del barco detrás; pertenecía a Marine Transport Lines, Inc. de New York, aunque abanderados en Monrovia (Liberia).

     
        
     

En la foto, de espaldas Jack Paro, Ingeniero Naval que venía a detectar unas grietas en los tanques de carga, fue el constructor de la hélice del B/T “Exxon Mahattan”, primer petrolero que hizo la ruta de Alaska; el marinero de guardia, yo, el Capitán, el Segundo Oficial y el Primer Oficial. 

En otra descarga durante la noche se armó un tremendo jaleo: un engrasador se había traído una chica a bordo y cuando entró de guardia, a las cuatro de la mañana, otro tripulante aprovechó para meterse en su camarote.Todo fue bien hasta que la chica se dio cuenta y se puso a gritar, por lo que el engrasador salió corriendo detrás del otro con una llave inglesa en la mano.

En Julio, después de descargar en Fredericia nos mandaron a dique, así que fuimos a los astilleros de Frederikshaven. Antes de entrar en dique se tenían que desgasificar los tanques de carga de amoníaco lo que el Capitán, a pesar de llevar práctico a bordo debido a las minas que aún quedaban en la mar, restos de la Segunda Guerra Mundial, decidió hacer durante el trayecto. Después de unos días en dique se presentaron a bordo inspectores de medio ambiente porque se les habían caído las hojas a muchos árboles cercanos a donde habíamos pasado, debido a los gases que se lanzaron a la atmósfera.

La entrada en dique la hicieron prácticos militares, y mejor que no lo hubiesen hecho, o deberían haber aprendido algo más, porque la maniobra fue un verdadero desastre.

En la única ocasión que fuimos a cargar amoníaco a Lake Charles (U.S.A.) compré ropa para el bebé que venía de camino, aunque años más tarde volvería a tocar este puerto en varias ocasiones. Toda era de color rosa, pues queríamos una niña, aunque finalmente nació un varón.


             
      

Vista de la cubierta desde el puente, como se puede ver era un barco complicado.

   
          
  

Unas vistas desde el puente y un atardecer en el Océano Atlántico; están hechas a bordo con un equipo fotográfico que compramos entre todos y que al final se sorteó tocándole al radiotelegrafista.
Estando en los Astilleros cambiaron de tripulación, y para volver a casa nos llevaron en autobús hasta Billum, y desde allí a Copenhagen, Madrid y Melilla, donde estuve más de un mes esperando embarque, aunque cobrando. Mejor, imposible.

Luego me mandaron ir a Bilbao, donde estuve una semana, tras la que de nuevo regresé a casa. A la semana embarqué en La Coruña en otro barco de la misma compañía.





Recuerdos de Rogelio Garcés Galindo, Capitán de la Marina Mercante, Master Mariner y Comisarío de Averías.

CAPÍTULO XVII CAPÍTULO XVII

BUQUE  “VICENTE PUCHOL”  -  4to. EMBARQUE       


Una vez hecho el desenrole se dieron cuenta de que no había sustituto para mí, por lo que lo anularon y tuve que presentar la carta pidiendo el desenrole por mi voluntad. Por ello, me vi obligado a permanecer hasta el 24 de Marzo, que desembarqué en Almería. Ésta es la razón por la que en la libreta consta una baja y un alta el mismo día.

       Durante el tiempo que tuve que esperar me dediqué a preparar mi próximo embarque, contactando con varias compañías que se dedicaban a embarcar en buques de bandera extranjera. 

       Ya tenía todo previsto para volver a embarcar, así que desde Almería marché a Bilbao con mi mujer. Allí permanecí en situación de espera aproximadamente una semana. 

Me destinaron de Tercer Oficial al B/T “Joseph P. Grace”, de la Marine Transport Lines Inc., con bandera de Liberia.

Un día antes de salir para embarcar, María José marchó a Melilla haciendo escala en Madrid, donde cambió un vestido que ya antes había cambiado en Bilbao, y que compró en ‘Simago’, de Almería, que luego volvió a cambiar en Madrid.




domingo, 5 de mayo de 2019

Recuerdos de Rogelio Garcés Galindo, Capitán de la Marina Mercante, Master Mariner y Comisarío de Averías.

CAPÍTULO XVI

BUQUE “VICENTE  PUCHOL”  - 3er.  EMBAQRUE       


      
El 14 de Enero de 1971 tuve que embarcar otra vez en Barcelona, de Tercer Oficial, en el “Vicente Puchol”. Me restaron días de vacaciones porque el barco salía de astilleros, y nos incorporaron a la línea Alicante a Palma de Mallorca, así que a los pocos días vino mi mujer, estando juntos hasta que nos volvieron a nuestra línea Melilla a Málaga y Almería.

       Durante el tiempo que estuvo conmigo a bordo, y dado que desde el domingo por la mañana que llegábamos a Palma descansábamos hasta el lunes por la noche, pasamos un fin de semana con Juan Femenías y su señora, que tenían un chalet en Las Arenas.

       El lunes por la mañana me fui con él al norte de Palma, y mi mujer se quedó para ir a la peluquería. Cuando regresé a bordo me enteré de que casi pierdo el barco, pues habían dado orden de salir hacia Ibiza, aunque al final revocaron  la orden y no sucedió nada, sólo el susto de María José.

        Como hacía guardia de 00 a 04, dormía muy poco, y por las mañanas me quedaba durmiendo un rato mientras que mi mujer recorría Palma o Alicante, pero después de comer tenía que salir con ella y no podía dormir la siesta ni un rato.

       Fue un tiempo muy bonito aunque con mucho sueño, pero con esa edad todo se aguanta.

       Volvimos a la rutina de nuestra línea y el fin de semana se venía mi mujer conmigo a Málaga o Almería. Mientras tanto, se estaba negociando en Madrid un nuevo convenio que en principio resultó muy bueno, pero del que no me fiaba ni un pelo, así que el mes de Febrero de 1971 me dediqué a apuntar las horas extras que iba haciendo para comprobar con lo que se me iba a pagar a fin de mes; la horas extras habían subido mucho y me pareció muy raro que no hubiese truco de por medio. 

Cuando se puso en marcha el nuevo convenio, al ir a cobrar el mes de Febrero observé que no me habían pagado las horas extras que ya previamente había anotado, por lo que no quise firmar el recibo mensual. En vez de subirme el sueldo había perdido más de un 30%.
          
       Me llamó el Capitán, Juan Carlos Balañá, para preguntarme por qué no quería firmar, lo que le expliqué, y me pidió que lo firmara como favor personal, lo que hice sin poner ninguna pega, pero a continuación le pedí desembarcarme por mi voluntad.

       Estaba con él un inspector de la compañía que me dijo que todo mejoraría, le contesté que me mejorara ahora que era cuando lo necesitaba, por lo que me contestó que me desenrolarían.

Esto sucedió el 10 de Marzo, y una vez que me llegó la libreta con el desenrole, no se dieron cuenta que no había sustituto, por lo que volvieron a ordenar que se me enrolara y que presentara la carta pidiendo el desembarque por mi voluntad, lo que hice enseguida y, por lo tanto, tuve que estar los días que estipulaba la reglamentación.