martes, 20 de septiembre de 2016


LA VIDA A BORDO...  UN POCO DE TODO.   TEMA DIEZ

Coincide mi artículo nº diez con un cambio de vida completamente radical, pasé de ser 1er Oficial del "Norte", en el que llevaba aproximadamente nueve años y conocía todo y a todos, a tercer Oficial del "Rita García", donde no conocía nada ni a nadie, solamente a su Armador, en un cerrar y abrir de ojos, de la noche a la mañana.

Resulta que el Armador del "Rita", D. Francisco García, era al mismo tiempo consignatario del "Norte" en el puerto de Santander, donde una vez más nos encontrábamos reparando en el pueblo de Astilleros, después de la entrada dramática que tuvimos que hacer por fallo en las calderas. De forma un poco engañosa se presentó una mañana a bordo para preguntarme si estaba interesado en embarcar en su barco donde podría efectuar los días de altura para poder examinarme de Capitán. Respondiendo a mi pregunta de si la plaza era fija, me contestó que sí a sabiendas que era interina.

Yo embarqué en el "Rita" con mal pie, ya que el primer día de embarque tuve una accidente en el puerto, una carretilla de las que transportaba los sacos que estábamos descargando me cogió dándome un fuerte golpe que me hizo perder el conocimiento. Una vez repuesto del accidente y comprobado que no padecía lesión alguna, me dijeron que me fuese a descansar al camarote. Cuando desperté ya nos encontrábamos navegando, si mal no recuerdo, con destino al puerto de Valencia para completar la descarga. Hice varios viajes en el "Rita" al continente americano, cuando de pronto el Capitán me comunica que tengo que desembarcar porque el Oficial que yo estaba sustituyendo, volvía a embarcar porque no había aprobado el examen de Practico, plaza a la cual había optado en el puerto de la Coruña.

Posiblemente, este comportamiento del Armador es la causa por la cual siempre que escribo sobre el Rita, lo haga de forma negativa. Pero encontrarme desembarcado y estando obligado a levantar la casa que acababa de montar en Santander, para dirigirme a vivir a Málaga, a casa de mis padres ante la incógnita de cuándo y cómo volvería a embarcar, ya con una mujer y un hijo a los cuales alimentar, eso fue para mí un verdadero varapalo que trastornaba por completo mi vida económica y familiar.

Gracias a Dios esta situación no duró mucho tiempo, ya que -inesperadamente- fui llamado para volver a embarcar en el "Rita" que se encontraba en el puerto de Motril porque el causante de todo este desaguisado, después de efectuar un viaje redondo optó por desembarcar y quedarse en tierra, y yo fui requerido para ocupar su plaza nuevamente pero esta vez con carácter efectivo.

Como es de  suponer, el tiempo que permanecí en tierra no estuve con los brazos cruzados, sino que traté por todos los medios de encontrar embarque en otras compañías, trabajo que llegó a dar sus frutos como narraré en su momento oportuno. Mi reembarque en el "Rita García" tuvo lugar en el puerto de Motril, nada ni nadie había cambiado a bordo, continuaba mi amigo Pedro Cajigas de 2º Oficial con el que reanudé la amistad y me puso al corriente de lo sucedido durante los casi dos meses de mi ausencia. Desde Motril salimos hacia el puerto de Hamburgo  para cargar fertilizantes para el de Jacksonville en EE.UU. Estando en este puerto recibí noticias de que mi esposa estaba embarazada de nuestro segundo hijo (en esta ocasión hija). Una vez finalizada la descarga en este puerto salimos con rumbo al de Hope Well, para cargar nuevamente fertilizantes con destino al de Rotterdam, parecía como si  hubiese un intercambio de fertilizantes entre Europa y América.

Estando en Rotterdam me encontré en el Stella Maris con mi amigo Rafael Lara que se encontraba reparando con el buque "Cinderella" de bandera liberiana. Me ofreció embarcar con él ya que la plaza de tercer oficial se encontraba libre. Fuimos a bordo y me presentó a su Capitán que era un alemán y que corroboró su ofrecimiento. Quedamos en que les daría contestación una vez que yo hubiera hablado con el Capitán del "Rita García", ya que sería quien debería autorizar mi desembarque. Cuando me presenté delante de él, yo no las tenía todas conmigo y efectivamente su contestación fue un NOOOO tan grande que aún me resuena en los oídos. Empezó a enumerarme motivos para justificar su negativa, entre ellas, que no había tiempo para enviar un relevo desde España, que todos los gastos que se produjesen serían a costa mía porque no se cumplía el tiempo reglamentario para pedir el desembarque y así blá, blá, blá…., pero lo que más me dolió fue cuando me espetó si era así como yo agradecía el haber sido llamado por el Armador para embarcar por segunda vez. Volví al "Cinderella" para comunicar al Capitán que no podía aceptar su ofrecimiento.

Si las relaciones con el Capitán del "Rita" nunca fueron muy alegres ya que se trataba de una persona muy seria e introvertida, que solamente reía cuando contaba una anécdota ocurrida a su mujer que solía venir a bordo cuando viajábamos entre puertos españoles. Ella se mareaba con solo oler el agua salada. Pues bien, un día que se encontraba en la cama mareada como un pato, él para animarla un poco le dijo que se levantara y que mirase por el portillo porque estaba pasando un barco muy bonito, y ella le contestó de sopetón, "a mi me avisas cuando esté pasando un tranvía". Eso lo contaba siempre que la ocasión era propicia y era cuando se reía con verdaderas ganas. Pues bien, desde el momento de su negativa la relación se tensó un poco más.

Nunca se sabe con certeza dónde y cuándo se produce un hecho que sirve para cambiar nuestro destino. Yo pienso que el día que el Capitán del "Rita" se negó tan rotundamente a concederme el desembarque en el puerto de Rotterdam, fue para mí ese día tan especial. Como narré en su momento, el tiempo que estuve desembarcado moví todos los hilos que me fueron posibles para poder embarcar cuanto antes en otras compañías. Pues bien, la misma noche que salimos de Rotterdam con destino a Valencia, el "chispas" me entregó un telegrama que había recibido, en el cual Marítima  del Norte me ofrecía plaza de 2º Oficial , para embarcar en el puerto de Bilbao a bordo de la motonave "Sierra Urbión". Como según las fechas tenía margen suficiente para ir a Valencia y poder estar en la fecha convenida en el puerto de Bilbao, enseguida le comuniqué al Capitán mi deseo de desembarcar a nuestra llegada a Valencia, aunque estaba en mi pleno derecho, él no pudo ocultar su enfado y no pudo evitar decir algo desagradable que a mí aunque me dolieron un poco, preferí no contestar. De haber desembarcado en Rotterdam para embarcar en el "Cinderella", yo no sé qué hubiera sido de mi vida, tanto profesional como familiar. Una incógnita que  nunca podré llegar a resolver. Mi amigo Rafael Lara, terminó su vida profesional trabajando en el sector vinícola, como representante de las bodegas  Gonzalez Biass para EE.UU., después de haber pasado por otra empresa de papeles pintados de Cataluña. Yo no se que hubiera sido de mí, porque de lo que estoy completamente seguro es que para comercial no sirvo.

Pues bien, ya estoy en Bilbao, esperando la llegada del "Sierra Urbión" que tiene anunciada su llegada para mañana sábado a las seis de la tarde -según me han comunicado en la casa consignataria  Bergé- procedente de Amberes y con destino al puerto de Casablanca. Mañana empieza otra historia, tanto profesional como personal.

Hasta pronto, un saludo   



Capitán A. de Bonis            

martes, 6 de septiembre de 2016


LA VIDA A BORDO... UN POCO DE TODO.  TEMA NUEVE

Transcurridos los tres meses de embarque en el Dragaminas “EO”, llegó el momento de licenciarme una vez cumplidas mis obligaciones con la “Madre Patria”. Por cierto que salí por el portalón con todo mi petate completo, sin que me obligasen a entregar la mitad del equipo al no haber hecho nada más que seis meses de servicio militar como según tenía entendido era lo reglamentario, nunca me hicieron reclamación alguna.

Llegué a Málaga y solamente tuve tiempo para cambiarme de ropa y salir pitando para Cádiz, ya que el "Norte" estaba a punto de terminar su gran reparación, se habían producido grandes cambios en cuanto a la tripulación se refiere. Una agencia de viajes llamada “BAKUMAR” había reclutado personal para formar dos tripulaciones que debían embarcar en EE.UU. en dos buques tipo "Liberty" de los usados en la segunda guerra mundial y abanderados no recuerdo si en Liberia o Panamá. En el "Norte" se produjo una desbandada debido a la enorme diferencia de sueldos que ofrecían con relación a lo que se ganaba en España. El primero en cambiar fue el Capitán, D. Joaquín Palacios, con lo cual mi padre ocupó su plaza de forma fija; el que ejercía la plaza de 1er Oficial interino D. Julio Valderrama y el Alumno Antonio Terrón también tomaron rumbo a las Américas. Del personal de cubierta -incluido el Contramaestre- abandonaron el "Norte". Solamente y no me explico la razón, en el personal de máquinas no se produjeron cambios. En ese sentido hubo suerte porque buscar y encontrar fogoneros y paleros en Cádiz hubiera sido harto difícil.

Resumiendo: La tripulación quedó formada por mi padre como Capitán, yo asumí la plaza de 1er.Oficial. El 2º oficial era inamovible por propio deseo y el tercero seguía D. Pedro Rodríguez con sus achaques de siempre. Recuerdo que como Alumno embarcó  José Barcelona Marquet, natural y residente en Cádiz. Los tripulantes de cubierta fueron tantos los cambios que me resulta difícil enumerarlos y nombrarlos. De Cocinero -para bien y para mal-seguimos con el mismo de siempre, Pedro Vallina, asturiano de Gijón, que era capaz de hacer cualquier tipo de potaje, todos con el mismo sabor, hay que reconocer que eso no lo hace cualquiera, ni siquiera esos que se creen dioses de la cocina y que actúan semanalmente en la tele.

Salimos de Cádiz para Ceuta para carbonear, allí volví a encontrarme con los Dragaminas que solamente unas semanas antes habían sido mi domicilio patrio y adverti al Jefe de Máquinas que tuviese cuidado con el carbón que le daban porque yo había presenciado durante mi estancia en el “EO” muchas barrabasadas con la manipulación del carbón. Si no lo tenías en cuenta, te metían más escombros que carbón. Desde Ceuta nuevamente para Asturias para incorporarnos a la Astur Line después de una larga temporada.

La vida a bordo siguió su curso normal, pero con el buque remozado y reforzado de una forma extraordinaria después ocho meses cambiando planchas, renovando baos, reforzando trancaniles y bulárcamas y todo aquello que olía herrumbre. Lástima que no hubiesen cambiado las calderas para que el buque hubiera  salido casi nuevo.

Yo aproveché la primera ocasión que tuve para embarcar a mi amigo de la mili, Eíias, quien pronto ascendió a Contramaestre, no por amiguismo sino por buen profesional. Reculando un poco en el tiempo, me encontraba disfrutando de una vacaciones en Málaga cuando volví a encontrarme con Julio Valderrama y Antonio Terrón que estaban de vuelta de su aventura americana una vez cumplido el contrato que habían firmado por un año. Contaban maravillas del país americano, pero allí estaban de vuelta. Julio ya no volvió a navegar; el año transcurrido en el buque extranjero lo aprovechó bien para ejercitarse en el inglés y se estableció como constructor en su pueblo de Benalmádena,  que se encontraba en pleno auge turístico y prosperó muy bien como contratista de obras. Pero toda la suerte que tuvo con el trabajo le faltó en lo referente a salud, ya que falleció muy joven como consecuencia de un ataque al corazón que lo dejo parapléjico durante varios años.  Terrón continuó navegando algunos años más hasta conseguir el título de Capitán. Contrajo matrimonio y eso hizo que cambiara sus miras profesionales; le tiraban los negocios más que la mar. Se estableció en Alicante donde abrió un mesón especializado en tortillas, justamente le puso el nombre de “El mesón de la Tortilla” y abrió un sinfín de negociaos nuevos, de cerámica, de complementos, su vida como comerciante la terminó en Mijas y actualmente vive en Madrid, esperando como todos cambiar de aires pero sin fecha de caducidad. Mantenemos una relación por teléfono en determinadas fechas del año y un cariño que no depende de fechas sino que entra en lo que un día escribí con el título  “amigos del alma”.

Y la vida siguió su curso natural, los viajes se sucedieron al servicio de Renfe año tras año. Llegó el 1958 y nuevamente se volvió a entrar en dique, esta vez fue en los astilleros Juliana de Gijón donde se hicieron bastantes cambios en el buque, se cambio el puente de madera por uno de hierro, se cambió el mamparo del peak de popa con lo cual fue necesario desmontar la Cámara de Oficiales que era de caoba pieza a pieza para poder rehacerla nuevamente en su forma original. Pero volvimos a salir de dique sin haber tocado las calderas y sin haber conseguido instalar siquiera un gonio como ayuda a la navegación en el puente recién estrenado.

En cuanto a mí respecta, yo aproveché esta reparación para contraer matrimonio con mi primera esposa de nacionalidad francesa, y de cuyo matrimonio deseo pasar de puntillas porque lo único bueno que aportó a mi vida fueron los dos hijos nacidos de dicho matrimonio. En 1962, aprovechando su nacionalidad francesa y de que nos habíamos establecido en Casablanca, solicitó el divorcio dando fin a una vida llena de desavenencias.

La verdad es que me gustaría seguir hablando del "Norte", ya que fueron tantos años que me cuesta trabajo decirle adiós, pero lo único que me queda por narrar es la entrada dramática que hicimos en el puerto de Santander, precisamente porque fallaron las calderas que tanto habíamos solicitado de ser cambiadas. Y esa entrada ya la he contado en diversas ocasiones, en el libro MIL AÑOS DE MAR y en el artículo aparecido en el blog “Su último viaje como Capitán”.

Por lo tanto doy por terminado una parte muy importante de mi vida profesional y a partir de ahora continuaré narrando como se me vengan a la memoria el resto hasta que le diga adiós a la mar,  para establecerme en la Ciudad del Paraíso con mi familia, donde afortunadamente se había creado una asociación de jubilados de la mar con el nombre más apropiado que se le pueda poner “El Desguace”, de la cual y sin darme cuenta he llegado a ser el decano, pido perdón a los que me han dado paso para poder llegar a ocupar este puesto y de paso mi cariño y un fuerte abrazo allá donde se encuentren porque de seguro que nos volveremos a reunir y no me importa en absoluto volver a ser el último de la lista.   

Saludos y hasta la próxima  


Capitán A. de Bonis