sábado, 31 de octubre de 2015

MACARENA GIL RECIBE SU TITULACION EN EL PUERTO DE ALGECIRAS.




  Mi mas sincera felicitación a la nueva compañera Macarena Gil, deseándole mucha suerte en su nuevo trabajo en la Corporación de Prácticos del Puerto de Algeciras.


                                                   Práctico: Bernardino López

viernes, 30 de octubre de 2015

NOMBRAMIENTO EN EL PUERTO DE ALGECIRAS.

              

                                                                 Práctico:Bernardino López

viernes, 16 de octubre de 2015

ÁFRICA TEMA Nº CINCO

Le dijimos adiós a Costa de Marfil para dirigirnos al puerto de Lomé en Togo, adentrándonos de esta forma en el golfo de Guinea. Desde Costa de Marfil hasta Camerún he efectuado escalas en los siguientes puertos: Lomé en Togo, Lagos y Port Harcourt en Nigeria y Luba (antiguo San Carlos) en la isla de Fernando Poo. Procuraré narrar en esta entrega todo cuanto surja en mi disco duro, intentando no reiterarme mucho de lo ya contado en otras ocasiones referente a estos puertos.

Pero, casualmente, mi llegada al puerto de Lomé no fue navegando desde el W siguiendo la costa de forma escalonada como hasta la presente venía haciendo, sino que procedíamos de Lagos. El motivo es sencillamente que los pesqueros están hechos para pescar y no aguardar días y días en puerto para descargar, por esta razón nos dieron órdenes una vez finalizada la descarga en Lagos, de proceder al puerto de Lomé para transbordar a un pesquero ruso que ya estaba hasta… la mismísima coronilla de esperar para poder descargar. De esta forma seriamos nosotros  los que tendríamos que volver a Lagos y esperar a que nos tocase nuevamente el turno. Recuerdo que fue durante esta espera cuando fuimos asaltados por los piratas, simple casualidad, nos tenía que tocar y nos tocó.
B/F  Sierra  Cazorla

Pero volvamos a Lomé, llegamos, atracamos directamente sin necesidad de espera, se nos abarloó el pesquero ruso y durante unos cuatro o cinco días estuvimos haciendo operaciones de transbordo y conviviendo con los moscovitas. El agente de los rusos resultó ser un joven canario de Las Palmas, muy simpático y que ahora no recuerdo por qué había aprendido ruso; el caso es que -por mediación suya- la relación con los rusos fue perfecta y cordial. Hicimos una excursión parte de los oficiales de los dos buques al interior, casi selva, donde existía una Misión, creo recordar de curas franciscanos; allí fuimos invitados a comer de la manera que corresponde a un lugar parecido, que no es precisamente un restaurante de cinco tenedores pero quien no tiene se le valora más la voluntad. Después nos mostraron el poblado y nos explicaron la forma de vivir y costumbres de los nativos, las cuales ellos respetaban con el fin de no crear ambiente de discordia, pero naturalmente intentado siempre de forma solapada de inculcarles las ideas de la religión católica, porque para eso se habían instalado allí y según los franciscanos la convivencia con los nativos era perfecta y nosotros en verdad que pasamos un día muy agradable.

Durante los días que duró el transbordo a mí me dio la ocasión de poder  jugar varias partidas de ajedrez con el 1er oficial ruso, que por cierto las perdí todas, y de beber unos cuantos tragos de vodka con el Capitán, quien al final de las jornadas le resultaba difícil mantenerse en pie.
El puerto se apreciaba que era relativamente nuevo y la ciudad en aquella época parecía pequeña pero todo indicaba su modernización y su rápido crecimiento; en la actualidad parece ser que cuenta con casi un millón de habitantes. Finalizados los transbordos adiós a Lomé, carretera y manta que nos vamos para Lagos nuevamente y a ver que nos aguarda.

Pues sí, otra vez en nuestra querida Nigeria, pero vamos a considerarlo como si fuese la primera vez. Lagos, la capital y principal puerto de Nigeria, donde los griegos (verdaderos linces del comercio marítimo) muchos fueron e intentaron hacer las Américas. Lagos en aquella época crecía de una forma desmesurada después de una de sus muchas guerras y golpes de Estado. La construcción era imparable y por consiguiente la necesidad de cemento. Cada vez que se arribaba a Lagos, el radar detectaba una gran mancha blanca que nos indicaba la entrada del puerto, a ojo de buen cubero los doscientos barcos esperando entrar para hacer operaciones no había quien los rebajase y el 50% o más eran barcos griegos cargados con cemento. Ellos olieron el negocio enseguida, compraban un barco viejo, lo llenaban con cemento y lo mandaban a la rada de Lagos a sabiendas que varios meses de demora no había quien los quitase, con las demoras pagaban de sobra lo que les costó el cacharro y además se ponían de acuerdo entre varios para formar una tripulación de retén que se ocupaban de la vigilancia y mantenimiento de los buques fondeados mientras el resto de las tripulaciones se marchaban a casa, y los pocos que quedaban se pasaban el día yendo de barco en barco para ofrecer trabajo de picado, pintura y limpieza de fondos porque incluso contaban con equipos de hombres ranas, a los buques que estábamos fondeados.

Los que llegábamos con pescado también lo teníamos crudo en cuanto a demora se refiere. Ese era otro negocio, pero ahora no me refiero a los griegos sino a los indios que tenían acaparado el mercado del pescado. La diferencia entre el precio de compra y venta era tan grande, que se podían permitir el lujo de pagar demoras y mantener a los buques frigoríficos fondeados en la rada haciendo las veces de almacén, haciéndoles entrar para descargar un numero de toneladas acorde con las necesidades del mercado, después otra vez fuera y a seguir esperando. A veces resultaba desesperante y muy difícil calcular los víveres que serían necesarios para el viaje y los precios en el mercado local era infinitamente superior a los precios de la península y Canarias.

Las permanecías en puerto dependían de la suerte que tuvieses con el atraque, si lo hacían en la margen izquierda te encontrabas con todo lo peor que se puede encontrar en una ciudad, un olor insoportable, una pobreza difícil de imaginar… y si atracabas en la margen derecha, la parte más moderna y señorial de la ciudad, incluso podías permitirte el lujo de salir y sentarte en cualquier lugar apropiado para tomarte una copa. De Lagos guardo más bien malos recuerdos que buenos, sin contar la noche en que fuimos asaltados por los piratas y que no voy a repetir como ya hice constar al principio de mi narración.

Después de salir de Lagos, hacia el este existen algunos puertos, como Sapele y Warri en los que otros buques de la compañía han hecho escala, y -por lo contado- nada se pierde no yendo a ellos, como tampoco nada perdí tocando el próximo puerto en que hice escala y que se llama Port Harcourt. No tuvimos que esperar mucho para entrar en puerto, pero la semana que duró la descarga fue una semana endemoniada, no dábamos abasto para intentar evitar los robos, ni siquiera puse un pie en el muelle, y cuando salió la última lingada de la bodega fue un alivio y una alegría poder decir adiós a Port Harcourt y a Nigeria.
B/F "Sierra Gredos"

Por último, en este capítulo cinco le toca a Luba, la antigua San Carlos, muy cerca del puerto de Malabo, que es como se llama ahora la antigua capital Santa Isabel. Aquello que yo recuerde no era ni puerto ni ná, una pequeña ensenada con un muelle donde existía una pequeña dependencia que utilizaban como puesto de aduanas y para de contar. Eso sí, la rada estaba bien abrigada y el fondeadero bastante bueno y muy cerca del muelle. Nosotros no tuvimos problemas con mal tiempo durante nuestra estancia, que por otros motivos fue bastante escabrosa y accidentada. No sé si sería porque aun nos guardaban cierto rencor de nuestra época de colonialistas, el caso es que el trato no fue de lo más agradable que se pueda esperar. Las autoridades entraron avasallando y exigiendo de todo, bebidas, cigarrillos, viandas, todo les iba bien. Precisamente en una fiesta que aparecía en el programa de la tele que daban por la noche, sobre una mesa aparecían una serie de botellas de whisky, que muy posiblemente fuesen de las que nos habían “garrapiñado” por la mañana.

Pues bien, nosotros habíamos llegado a Luba para transbordar a seis o siete marisqueros que tenían licencia para faenar en aguas de Guinea. Tres de ellos pertenecían a un armador canario cuyo nombre no recuerdo pero sí que los barcos portaban nombres de las diferentes islas que conforman el archipiélago guineano y los restantes eran independientes y cada uno hijo de diferente madre. El armador canario había obtenido la licencia mediante un convenio firmado con una empresa guineana, que según las buenas lenguas pertenecía o tenía como cabeza de turco a un hermano del presidente del país, la corrupción no es invento de hoy día, existe desde que el mundo es mundo. El convenio consistía en que dos barcos pescarían para el armador y el tercero para la empresa guineana. El canario que no debía ser muy inteligente y sí muy sinvergüenza, no pensó que los negros son negros pero no tontos, le dio orden a sus respectivos patrones para que el barco asignado a los guineanos alijara en la mar parte de la pesca a  sus compañeros, con lo cual al llegar a puerto la diferencia de pesca era bien notoria. Como esta operación ya la venían haciendo también en anteriores transbordos, los guineanos se amoscaron y a mí me tocó la china. Se presentaron a bordo las autoridades  en plena faena del transbordo, me hicieron acompañarles a tierra y una vez en las oficinas me hicieron responsable como Capitán del mercante de todas las anomalías producidas en los pesqueros, por muchas protestas que hice no se apeaban del burro y me tuvieron retenido durante todo el día en las oficinas, me informaron que podía regresar al barco para dormir pero que tendría que regresar a tierra por la mañana hasta que se aclarara lo de la diferencia de capturas entre los tres pesqueros. Les dije que O.K. y volví a bordo. Enseguida me puse en contacto con Madrid para explicarles la situación creada y acordamos salir de Luba durante la noche. Sobre las dos o tres de la mañana, con nocturnidad y alevosía comenzamos a virar el ancla y una vez arriba con todas las luces apagadas, con toda la maquina avante dejamos el fondeadero, parecía de película pero con todos los nervios en tensión porque se daba la casualidad de que mi esposa ese viaje me estaba acompañando y la pobre verdaderamente había pasado un mal rato con mi detención, por mucho que intentaron calmarla a bordo no lo consiguieron hasta que me vio regresar. De esta forma se desarrolló mi único viaje a nuestra antigua colonia. Otras muchas veces pasé bordeando la isla en los viajes que realicé al Camerún, siempre recordaba el incidente ocurrido  y del que nunca tuve conocimiento de cómo terminó el convenio firmado por el astuto canario, el hombre que quiso engañar al presidente de Guinea Ecuatorial, pues no me cabe duda que estaba metido en el meollo de la cuestión.

 Aquí doy por terminado el presente capitulo; el próximo será nuevamente en el continente, en Duala, el lugar donde más agua he visto caer del cielo. Hasta pronto.


Capitán A. de Bonis