jueves, 14 de diciembre de 2017


HOMENAJE A MI ESPOSA GRETA CEUPPENS

Pensaba  dejar pasar en blanco mi colaboración en el blog del Circulo Marítimo este mes de Noviembre, la causa primordial es que mi ánimo no resulta el más adecuado como consecuencia de estar a punto de cumplirse un año del fallecimiento de mi querida esposa Greta. No obstante, pensándolo bien, me he dicho: ¿por qué no hacerlo dedicándoselo a ella como homenaje a los 53 años de convivencia que hemos tenido, 53 años llenos de sacrificios y de felicidad de acuerdo con las circunstancias.

Estoy seguro que me va a costar mucho trabajo cumplir con mi propósito, ya que aún después de un año, cada vez que menciono su nombre se me hace un nudo en la garganta y las lagrimas afloran como si fuese ayer mismo cuando le dije adiós para siempre.

Yo soy uno de los muchos españoles que en 1981 estábamos con la oreja pegada a la emisora de radio escuchando como se iban desgranando y aprobando poco a poco los artículos de la Ley de Divorcio propuesta por el Ministro Fernández Ordoñez, la cual vio la luz felizmente  si mal no recuerdo a mediados de ese mismo año, 22-06-1981. Aunque esto que cuento no tiene nada que ver con navegación ni con barcos, he de aclarar ciertos detalles para que sea posible tener una idea clara del contexto general. En EL año 1958 yo contraje matrimonio en Malaga con una chica de nacionalidad francesa, la había conocido tres años antes cuando ella hacía un curso de español en un colegio de monjas de la capital durante el verano.

En Febrero de 1961, teníamos un hijo y ella se encontraba en Francia esperando dar a luz a nuestro segundo. En esa fecha yo embarqué en el Sierra Urbión que tenía línea regular con Casablanca, puerto donde se solía permanecer aproximadamente una semana por ser cabeza de línea. Ella  enseguida me propuso y yo lo consideré razonable que estableciéramos nuestro domicilio en Casablanca, aprovechando que su padre había ocupado plaza de diplomático en Marruecos y aún conservaba amistades obtuvimos de forma gratuita un chalecito perteneciente a la Embajada francesa y allí se fue a vivir una vez que dio a luz la hija que esperaba.

Yo llegué días más tarde creyendo que la felicidad me esperaba en la nueva vida que acabábamos de emprender, pero nada más lejos de la realidad, ya que una vez que conocí a mi nueva hija y nos  sentamos a charlar tranquilamente de cómo había transcurrido todo el traslado, me soltó de sopetón que no soportaba estar casada con un marino y estaba sopesando pedir el divorcio, amenaza que llevó a cabo al comienzo de 1962 aprovechándose de su nacionalidad francesa y que en Marruecos regían las mismas leyes que en Francia. En ese momento no sabía cómo reaccionar, me encontraba como perdido en el desierto ya que en España no existía el divorcio y mi futuro familiar se me antojaba que iba a ser un desastre.

A sabiendas que ella iba a conseguir su propósito, lo único que exigí  para dar mi consentimiento fue que mi hija de un año fuese trasladada a España para vivir con mi familia, ella accedió a mi petición y si te vi no me acuerdo.

Hoy día, a punto de cumplirse un año del fallecimiento de mi segunda esposa, doy gracias a Dios por lo que ocurrió en Casablanca y que yo consideré que sería el fin del mundo, ya que me dio ocasión de conocer a Greta, la pareja más maravillosa con la que he convivido 53 años, a pesar de cuantos obstáculos nos ha puesto la vida por delante, obstáculos que empiezan por tener que renunciar a tener familia dado que mi nacionalidad española no consideraba mi divorcio y cualquier hijo en caso de que lo hubiese tendría la consideración de “apátrida” según las leyes belgas, tema que para ella suponía un duro golpe. Para poder paliar en lo posible este tema y al mismo tiempo acceder a la petición familiar de que mi hija Marina se trasladase a Bélgica para vivir con nosotros, nos hizo buscar formulas rocambolescas para poder obtener que las leyes belgas nos considerasen casados para poder llegar a  obtener que mi hija Marina viviera con nosotros en Bélgica. El asunto no fue fácil, después de muchas consultas con abogados, hubo uno que nos dio la única idea posible pero sin garantías de que se considerase un matrimonio legal. Nos aconsejó que nos fuésemos a Inglaterra, que nos inscribiésemos en un hotel durante 20 días, al cabo del cual podríamos presentarnos en el Ayuntamiento y contraer matrimonio con la ayuda de dos testigos. Así lo hicimos y estuvimos viviendo durante 20 días en un hotelito frente al castillo de Windsor con lo cual obtuvimos un certificado de matrimonio que presentamos en el Ayuntamiento de Duffel (Belgica) donde vivíamos y nos inscribieron como matrimonio (hecho consumado).

Pero esta situación nosotros sabíamos perfectamente que era una situación ficticia, que a la larga no tendría ningún efecto legal y que no teníamos más remedio que buscar otra solución, y esa solución solo tenía un nombre: ANULACIÓN DE MI PRIMER MATRIMONIO.  En ese lio me metí después de consultar con un abogado en Malaga que me dio muchas esperanzas en cuanto a tiempo y resultado, eso ocurría el año 1975.  En el año 1982 me encontraba en el despacho de uno de los integrantes del Tribunal de la Rota discutiendo el motivo por el cual no se me concedía la Anulación y sorprendentemente escuché como con muy buenas palabras me decía que para que un coche pudiese rodar era necesario echarle gasolina, “más claro agua”.

Como esta fecha coincidía con la promulgación de la Ley de Divorcio en España, conseguirlo fue coser y cantar, solamente con demostrar el tiempo que llevaba esperando la anulación para que el Juez firmara sin problemas el divorcio de mi primer matrimonio y felizmente conseguimos formalizar nuestra situación contrayendo matrimonio civil en Málaga el 9 de Julio de 1982 donde fijamos nuestra residencia.

Esto produjo en  ella una situación agridulce, ya que suponía dejar su familia, su país y su trabajo de fisioterapeuta que ejerció durante 26 años, pero no lo dudó ni un solo instante. A partir de ese momento comenzó a viajar conmigo, pero desgraciadamente se mareaba y si los viajes eran largos su salud no se lo permitía, lo cual fue otro contratiempo en nuestros proyectos. Tuvo que desistir de acompañarme y se centró en otros temas. Se matriculó en la Madraza donde aprendió a tejer en alto y bajo liso, se le daba bastante bien y acudió a varias exposiciones, hasta que la Madraza cerró por falta de subvenciones por parte de la Diputación de Málaga.

La pintura fue otro tema que la entretuvo durante algún tiempo, pero lo  que más la llenó y a la que le dio más importancia fue al Patchwork dado su conocimiento del inglés se hizo una experta del tema haciendo bonitos y excelentes trabajos. El tiempo que estuvimos viviendo en el Rincón de la Victoria, se dedicó a dar clase en la asociación de mujeres “Amuaxa” donde dejó un buen recuerdo y últimamente se dedicó a comunicar sus conocimientos en este tema en la Residencia donde vivíamos.

En vista de que ella no podía acompañarme en mis viajes, fui yo quien dejé de navegar cuando cumplí el tiempo de navegación para poderme retirar, tenía 55 años y una vida por delante. Pero el hombre propone y Dios dispone, cuando más felices nos proponíamos ser una visita al médico nos dio otro golpe, le diagnosticaron una fibrosis pulmonar y cuatro años de esperanza de vida. Era una mujer muy fuerte y junto a llevar a rajatabla la medicación del médico, los cuatro años se convirtieron en 13, aunque el último no mereció la pena ser vivido, verla todo el dia enchufada a la máquina de oxigeno y comprobar cómo sus neuronas se iban deteriorando de tal forma que su capacidad de reacción eran casi nulas, fueron días para olvidar pero que justamente son los días que yo llevo grabados en mi corazón y que no puedo quitarme de la cabeza.

La noche que te caíste de la cama  golpeándote fuertemente en la cabeza y me pediste que te desenchufara de la máquina de oxigeno para terminar cuanto antes, no tuve valor para hacerlo, yo quería que siguieras viviendo aunque solamente fue un día más porque tu estado era irreversible. Te pido perdón y lo único que puedo decirte es que te he querido con toda mi alma y que te seguiré queriendo hasta el fin de mis días.

Ruego perdonen mis lectores pero tenía que escribirlo.

Capitan A. de Bonis              

domingo, 12 de noviembre de 2017


UN VIAJE MUY ESPECIAL

Volvemos nuevamente a los barcos después de un pequeño descanso; no hay más remedio mientras no aparezcan otros colaboradores con temas nuevos que tratar. Temas hay muchos, pero si no eres entendido del mismo es mejor no “tocallos” como dicen los gallegos. Después de hablar de futbol y concretamente del Málaga, he hecho acto de contrición y me he prometido no volver a tocar el tema porque a juzgar por los resultados me da la impresión de que lo he gafado (vamos el ultimo en la clasificación y con cero puntos, lo nunca visto).

Mientras esto ocurría y rebuscando en el baúl de los recuerdos se me ha ocurrido escribir sobre mi primer viaje a Cuba que fue bastante especial  por muchas circunstancias, tanto familiares como profesionales. En muchas ocasiones me han preguntado a la vista de mi primer apellido, si yo soy español, no solamente quedaban extrañados cuando mi contestación era afirmativa, mucho más extrañado cuando les decía que mi abuelo paterno era cubano, nacido en Pinar del Rio, nada de particular porque hubo una época en que Cuba fue lugar de acogida para miles de españoles que emigraron a la “Perla del Caribe”, principalmente gallegos y asturianos y algún que otro madrileño como era el padre de mi abuelo, que se llamaba Arturo de Bonis Vigrana y cuyos antepasados provenían de Génova. Allí contrajo matrimonio con una descendiente de españoles, llamada Mª Angeles Ibáñez Angulo y formaron por cierto una familia bastante numerosa, siete hijos, el penúltimo llamado Hermenegildo Alfredo de Bonis Ibáñez fue mi abuelo paterno.  Este tuvo la ocurrencia de querer ser militar para lo cual tuvo que trasladarse a España y poder cursar aquí sus estudios.

En España estudió alcanzando el grado de oficial y juró la bandera española. Conoció a mi abuela que era madrileña y cuando contrajeron matrimonio se volvieron a Cuba, destinado al cuartel que hay situado en el morro de La Habana y donde según tengo información, su nombre perdura en la lista de los oficiales que ejercieron allí como tales. Varios años permaneció allí porque sus primeros cinco hijos nacieron en La Habana y fue debido a la guerra de independencia lo que le obligó volver a España ya que él había jurado la bandera española y no quiso quedarse en Cuba. En España continuo su carrera militar y familiar, que por cierto tampoco se quedó atrás, ya que fueron nueve en total los hijos que tuvieron. Mi padre que nació en 1901 fue el penúltimo, por poco nos quedamos fuera del cupo con lo cual yo no estaría aquí dándoles el tostón.

Después de toda esta epístola familiar, no les debe de extrañar qué, cuando el Capitán del Rita García, D. Florentino Americoechevarria, que Dios lo tenga en su santa gloria, nos anunció que el próximo viaje sería a Cuba, con un cargamento de lingotes para el puerto de Mariel, para mi significó algo especial. Era la primera vez que iba a cruzar el charco y al mismo tiempo era el primero de la familia que iba a volver a Cuba después de que  mi abuelo abandonó la isla dejando allí a tanta familia que con el transcurso de los años se había perdido toda clase de contacto.

Una vez finalizada la carga de lingote de hierro en el puerto de Avilés emprendimos viaje a Cuba con escala en las Azores para tomar combustible. El Rita García era un buque de vapor con máquina alternativa, con dos calderas que se abastecían con fuel después de haber sido reconvertido ya que anteriormente consumía carbón. El atraque en las Azores fue una verdadera odisea ya que empleamos más de dos horas en poder atracar. Un poco de mal tiempo, la ausencia de remolcadores y la lancha de los amarradores que era movida por seis remeros que no querían aproximarse al barco para tomar las amarras hicieron que la maniobra resultase interminable.

Salimos de las Azores rumbo a Abacó para pasar por el canal de la Providencia y en la derrota nos encontramos con el mar de los Sargazos, lo cual nos obligó a tener que levantar la corredera a cada instante y estar obligados a limpiarla de la cantidad de algas que se enredaban y que impedían su lectura. Lo único digno de reseñar en el trayecto fue precisamente lo que me sucedió a mí y que casi me impide llegar a Cuba vivito y coleando, como eran mis deseos.  Era una noche magnifica, tranquila, la mar en calma y el cielo estrellado, yo me encontraba en el alerón de estribor haciendo la guardia recostado en el paravientos.  En un momento determinado entré en la caseta de gobierno para comprobar si el timonel gobernaba al rumbo indicado, de pronto oímos un gran porrazo en el exterior, salimos el timonel y yo para comprobar a que se debió el ruido y nos encontramos con un pajarraco incrustado con su pico en el lugar donde yo momentos antes había estado tranquilamente contemplando las estrellas, nos costó trabajo poder arrancarlo del alerón y yo que estaba de un color verde pálido lo primero que se me vino a la cabeza es que acababa de nacer, para más morbo en ese momento nos encontrábamos navegando por el famoso triangulo de las Bermudas

Y por fin llegamos a Mariel, bahía y puerto situado a unas cuarenta millas al oeste de La Habana. Nuestra llegada a Mariel fue un acontecimiento, nos extrañaba mucho que nos llamaran el barco de los cochinillos, pero era así como ellos llamaban a los lingotes  de hierro por su forma y tamaño y además era el primer barco español que entraba en puerto después de la llegada de Fidel Castro al poder.  Se presagiaba que nuestra estancia sería larga ya que los medios de descarga eran muy rudimentarios y manejaban los lingotes uno a uno.

Atracado en nuestra popa se encontraba un barquito que pronto nos informamos que se dedicaba a transportar cubanos a la costa americana de EE.UU., los que todavía querían huir del régimen nuevo implantado en la isla. Trabajo prohibido pero muy bien remunerado. La tripulación vivía en La Habana normalmente y solo aparecían por Mariel cuando tenían un grupo apropiado para transportar. Yo hice amistad con el Capitán y cuando supo que tenía familia en La Habana se ofreció para llevarme con ellos en el coche cuando fueran para la capital.

Así y como quien no quiere la cosa, una mañana temprano me encontré metido en un coche bastante cochambroso acompañado de tres tipos aparte del Capitán que ya conocía y cuya cataduras tenían bastante que desear y que no tenían ninguna prisa por llegar a la capital, pues paraban en todos los chiringuitos que se encontraban en la carretera para echar un trago, bailar un poquito y tocarle el culo a la camarera de turno. Iban cargados de dólares y yo que me llamaban el españolito estaba invitado a todo. Menos mal porque la única divisa que había conseguido del Capitán del Rita fueron 15 dólares que era lo estipulado en aquella época. Tardamos todo el día en recorrer los 70 kilómetros que separan Mariel y La Habana. Yo no recuerdo cómo llegamos, si dormí o no dormí ni donde, ha sido el viaje más loco que he efectuado en mi vida.

Volviendo a la realidad, a la mañana del dia siguiente ya me encontraba en la ciudad libre de malas compañías e indagando de acuerdo con la guía de teléfonos donde poder encontrar a alguien que se llamase “de Bonis”. La busca fue ardua, ya que a todas las puertas que llamaba, miraban por la mirilla y tras  comprobar que no era conocida la persona que se encontraba enfrente, lo único que decían era “perdone” pero no abrían la puerta, desde la llegada de Fidel todo el mundo andaba con la mosca detrás de la oreja y nadie se fiaba de nadie. Cuando estaba a punto de tirar la toalla y tenía perdida todas mis esperanzas, una viejecita me abrió la puerta después de mucho mirar por la mirilla, me informó que un tal Arturo de Bonis trabajaba en un periódico pero que ya no vivía allí. Me dirigí al periódico, pregunté por mí  mismo, y me encontré frente a un hombre de casi mi misma edad y después de darnos a conocer resultó ser hijo de un primo hermano de mi padre y por supuesto también se llamaba Arturo.  Me fue llevando de casa en casa y pude ir conociendo a casi toda la familia que aún quedaban en Cuba, ya que el cambio en la política de la isla había dividido a la familia y muchos habían salido para Mexico, otros para Venezuela y los más numerosos para Miami. Pero no  fue este asunto político lo que más me impresionó de mi visita a Cuba, fue el comprobar que los cubanos tienen muy bien asumido el sentido del racismo y que no tienen ningún prejuicio de dónde la meten. Me encontré con una familia variopinta y donde la mezcla de razas era bien evidente, justamente el Arturo de Bonis que encontré estaba casado con una china, por cierto muy bonita, y su hermano que se llamaba Norberto tenía bastante acentuados los rasgos de ser mulato. También formaba parte de la familia, la célebre actriz dramática cubana Raquel Revuelta y su hermano Vicente también actor, estuve invitado en su casa pero nuestra conversación resultó bastante escabrosa ya que era comunista hasta la medula, hasta tal punto que había enviado a sus hijos para que estudiaran y se educaran en Rusia.

Dejando la familia a un lado porque con los quince días que permanecimos en Mariel tuve de sobra. Recuerdo que nuestro Mayordomo que era un lince a la hora de ganarse unos cuantos dólares, solicitó de la Administración de Aduana permiso para abrir un bar donde los cubanos pudiesen venir a beber y comer productos españoles que tanto les gustaban y que echaban en falta desde que llegó Fidel, se lo concedieron y los fines de semana que permanecimos en Mariel aquello se convirtió en una feria, el barco se inundó de visitantes que  venían a consumir productos de la “madre patria”, recuerdo como se bebían la sidra mezclada con coñac de la peor calidad y lo acompañaban con cualquier clase de embutido, a la bebida la llamaban “España en llamas” y las cogorzas que cogían eran de padre y muy señor mío, eso sí, pagaban en dólares que aún les quedaban y nuestro Mayordomo se llenó los bolsillos como siempre que tenía la ocasión hacía.

Finalizada la descarga de lingote en Mariel, zarpamos hacía el puerto de Old-Tampa para cargar fertilizantes con destino a un puerto de España. Mi familia esperaba mi llegada ávida de conocer más noticias de Cuba y recuerdo que mi padre empezó a cartearse con primos cubanos pero duró poco debido a su fallecimiento. Posteriormente yo hice tres viajes a Cuba estando de primer oficial en el Sierra María, pero habían transcurridos varios años entre tanto, las cosas habían cambiado a peor en la isla y la familia fue desapareciendo poco a poco, además ya no tuvo el impacto emotivo del viaje en el Rita. Pienso que incluso el Capitán que me llevó a La Habana por primera vez estaría en chirona acusado de vete a saber qué.

Deseo aprovechar este artículo más bien familiar que profesional, para lanzar una pregunta que me tiene intrigado: Mi bisabuelo cuando emigró a Cuba dejó en España a una hermana que se llamaba Encarnación de Bonis Vigrana, supongo que se casaría y formaría una familia y por consiguiente los apellidos no se han perdido. Si algunos de mis lectores pudieran dar información  sobre este asunto le estaría sumamente agradecido.

Capitán Arturo de Bonis                    

jueves, 12 de octubre de 2017


Futbol

Perdonar los asiduos lectores que haya cambiado de tema, este de futbol posiblemente no les interese a casi nadie y mucho menos si no son malagueños o malaguistas. De cualquier forma se puede considerar como unas pequeñas vacaciones para los lectores y para mí como escritor, pienso que será un pequeño descanso dejar a un lado tanto mar y tanto barco, dejemos un rato que naveguen por su cuenta.

Y cuál es el motivo de este cambio?. Sencillamente porque esta mañana he visto en el periódico local “SUR” una foto que recoge el homenaje ofrecido al jugador más longevo del C.D. Málaga, llamado BORREDÁ, y eso me ha hecho pensar en mi juventud, no solamente por ser jugador del Málaga, sino por otras circunstancias, extrañas circunstancias que se dan en la vida de vez en cuando.

Ni que decir tiene que soy un forofo del balompié, no hay partido que den en la tele que yo no castigue a mi sillón reclinable y me trague sea lo que sea y el tiempo que sea siempre que se trate de un balón y a veintidós tíos corriendo detrás de él, esto de la tele es cosa obligada porque a mis 84 tacos ya mi estado físico no me permite asistir al estadio para ver los partidos en directo como me gustaría hacer. Todo esto tiene su explicación bien sencilla. Nací en el año 1933 en la Plaza del Teatro, en Málaga, zona bastante castigada por los bombardeos de la guerra civil que finalizo en el 1939, cuando yo tenía 6 años. La zona estaba plagada de solares, lo que nosotros llamábamos “Derribos” producidos por las bombas que tiraban los aviones que intentaban atinar en la Iglesia de Los Santos Mártires muy próxima a la Plaza del Teatro y que la mayoría se perdían en el intento.

La juventud que en aquella zona vivíamos la única diversión que teníamos era jugar al futbol con pelotas de trapo que nosotros mismos nos fabricábamos usando calcetines y medias viejas que rellenábamos con más trapos viejos o con hojas de periódicos. Siempre que teníamos tiempo libre estábamos dándole que te pego a la pelota. Quiero decir que aquella generación llevábamos el futbol en la sangre porque otra cosa no existía.

A esa edad ya era socio de C.D. Málaga  y recuerdo que  me costaba el carnet de socio dos pesetas al mes, lo cual te daba derecho a ver los dos o tres partidos que se jugaban a lo cual había que añadir el emblema de auxilio social que costaba una peseta cada vez que entrabas en el campo. El emblema como su nombre indica era para sufragar los gastos de los comedores sociales y muchas otras cosas que nos dejó como secuela nuestra gloriosa guerra civil. Era obligatorio pagarlo para entrar en todos los espectáculos.

El Málaga entonces era equipo de tercera división, hasta entonces se había jugado en los Baños del Carmen y como cosa curiosa, como anécdota, se cuenta que cuando un árbitro no era del gusto de los aficionados al final del partido terminaba en la charca que había al lado del campo o directamente al mar que estaba a dos pasos. Esos terrenos quedaron después para hacer concurso de saltos de caballos durante los juegos de invierno que se celebraban en el mes de Febrero y que no sé por qué puñetas desaparecieron. Recuerdo a bastantes jugadores que formaban el equipo, Mendaro (portero), Salazar y Montoro (defensas), Junco, García y Lecue (medios), Casanova, Teo, Peralta , Pastor y Emilio (delanteros). Si mal no recuerdo con este equipo el Malaga se proclamó Campeón de Campeones de la tercera división y ascendió a segunda, siendo el entrenador el famoso “Chales” que había que ganar o ganar aunque fuese dándole mordiscos en las partes nobles del contrincante.

De los anteriores jugadores destacaban varios, entre ellos: Emilio, extremo izquierdo y encargado de tirar todas  las faltas porque en nada tenía que envidiar a Ronaldo. Otro que destacaba era García, pero este por muy distinta causa, de vez en cuando había que sacarlo de los calabozos de la policía para que pudiese jugar el partido porque estaba metido en todos los berenjenales.

Una vez en segunda división se convirtió en el equipo ascensor, ya que lo mismo estaba en segunda que en primera. Por consiguiente hay buenos y malos recuerdos, entre los primeros se encuentran los nueve goles que metió él solito al Hercules de Alicante, estoy hablando de Perico Bazán, que cuando tiraba a puerta y daba el balón en la madera se escuchaba el "crujio"  en toda la Rosaleda. Recuerdo a Becerril, a Roldan, a Saso, a Zamora como Entrenador el primer año que estaba el Málaga en Primera, a Gonzales, defensa derecho que había pertenecido al Granada y que cuando venía a jugar a Málaga se le llamaba de todo menos bonito, pero que cuando fichó por el Malaga se convirtió en un ídolo y terminó jugando en el Madrid, lo mismo que Becerril. A todos cuanto recuerdo no los puedo meter en la lista porque se haría interminable. Yo solamente quiero hacerme una pregunta, cuanto habría que pagar hoy día por un jugador como Bazán, por ejemplo. A mí me atacan los nervios cuando veo a un jugador que ha metido un gol y enseguida se va hacia la grada besando el escudo que lleva en la camisola como si fuera el equipo de sus amores y fuera capaz de dar hasta su sangre por él, mientras su representante (porque todos tienen su representante) está intentando colocarlo en otro equipo donde él y el jugador puedan ganar un milloncete más.

Pero mi escrito de hoy como he dejado dicho anteriormente se debe a una extraña circunstancia. Yo me preparaba para ingresar en la Escuela de Náutica en una academia que se encontraba al comienzo de la calle Mariblanca, haciendo esquina encima de una farmacia, el Director y único profesor se llamaba D. Ricardo Puente, ingeniero de telecomunicaciones y apartado de su carrera por tener ideas masónicas (según contaban las malas lenguas). La academia se limitaba a una habitación pequeña donde apenas cabíamos diez alumnos. El resto de las habitaciones de la casa que regentaban dos hermanas muy viejecitas eran ocupadas por distintos huéspedes. Y una de aquellas habitaciones contigua a la nuestra estaba ocupada por el jugador del Málaga  BORREDÁ que estaba obligado a pasar por nuestra aula cuando quería salir de su habitación. Algo parecido a la habitación que debe ocupar Ronaldo y compañía en la actualidad. Eso es lo que me ha hecho escribir este relato, viendo y recordando a aquel muchacho que hoy dia tiene 87 años y que como yo soy un sentimental empedernido han hecho que las lagrimas afloren a mis ojos y me diga a mí mismo: Arturo, como ha cambiado esta puñetera vida.

Capitan Arturo de Bonis.                          

sábado, 2 de septiembre de 2017


MANDO   CONSOLIDADO        TEMA UNO       

Después de estar ejerciendo como Capitán varios años, me parece un poco ridículo seguir escribiendo mis artículos bajo el lema Y POR FIN LLEGÓ EL MANDO, creo más lógico dejarlo aparcado , y si continuo escribiendo , que sea por lo menos bajo la condición de veterano. Aunque todos los profesionales de la mar sabemos perfectamente que el cargo de Capitán es algo parecido al de un entrenador de futbol, siempre estás en la cuerda floja, si no cumples con las expectativas  te puedes ver relegado y ser rebajado de categoría y ocupar un puesto de menor responsabilidad, sobre todo cuando nos referimos a los capitanes de pesca que si la campaña resulta mala lo más seguro es que te veas con las patitas en la calle.

 Yo, he de confesar que como consecuencia del incendio sufrido en el "Sierra Estrella" en las navidades de 67, me vi más bien con un  pie fuera que dentro, por la sencilla razón de que el jefe de Personal tenía metido entre ceja y ceja que toda nuestra actuación se había producido como consecuencia de un PANICO COLECTIVO. Aunque yo me encontraba en casa de baja por accidente, estaba al tanto de lo que se cocía en Madrid. Fue pura casualidad que se produjera un pequeño incendio en otro buque de la compañía, sin graves consecuencias, y que el Capitán testificara la rapidez con la cual se habían propagado las llamas a causa del poliéster, material con el cual estaban fabricado los mamparos, para que el Jefe de Personal cambiase de forma de pensar sobre el pánico colectivo, al parecer por otra más razonable y que coincidía con las declaraciones que habíamos formulado los tripulantes.


No comprendo cómo las autoridades competentes permiten que se construya con este tipo de material plastificado, pensando solamente en el abaratamiento y la rapidez de su montaje, sin tener en cuenta el peligro que eso supone, más aún en un buque donde todo está impregnado por el gasoil lo cual constituye un acelerador del fuego. Supongo que pruebas habrán tenido que hacer antes de dar su visto bueno. Sin ir más lejos, recientemente una torre de viviendas ha sido calcinada en la ciudad de Londres al ser revestida su fachada con algún producto plastificado, según las informaciones ofrecidas por todos los medios televisivos
De todo lo expuesto con anterioridad, el pie que tenía fuera de la Compañía volvió a entrar  y una vez que finalicé mi convalecencia me reintegré a mi puesto de trabajo en el puerto de Santander donde se encontraba el "Sierra Estrella" reparando.

Después de navegar durante varios meses en el "Sierra Estrella", como siempre, haciendo la ruta del marisco entre Huelva y Dakar. La Compañía me sorprendió al desembarcarme del "Sierra Estrella" urgentemente para tomar el mando del buque gasero "Sant Jordi", por aquel entonces buque insignia de la Compañía, en el cual se había producido la primera huelga de la Marina Mercante.

Según se mire, se podía pensar que era una  prueba de confianza de la Compañía en mi persona como Capitán, o mirándolo de otro lado se podía considerar que era un caramelo envenenado por la responsabilidad que suponía hacerse cargo del mando de un buque en aquellas condiciones, máxime cuando yo no tenía ni zorra idea de lo que era navegar en un buque que se dedicaba al  transporte de gases licuados. Con lo cual cabe deducir que yo embarcaba allí para torear con la mano izquierda a los cabecillas de la huelga. Seis meses permanecí embarcado en el "Sant Jordi", cuando el resto de la tripulación tenían sus relevo a los tres meses de embarque, lo cual da una idea de la clase de "come coco" que era aquel buque. Yo me limité a llevar y traer el buque entre Terneuzen y Tarragona al mismo tiempo que se iban calmando las aguas turbulentas. Creo que cumplí  con el cometido para el cual me dio el mando la Compañía. Para mí fueron meses duros, muy duros desde el punto de vista psicológico, ya que no hay peor cosa que estar al mando de un buque que cuando suena una alarma cualquiera, estés obligado a preguntar: ¿qué ocurre?, como suele decirse, estaba más despistado que un pulpo en un garaje desde el punto de vista profesional.

Por fin también llegó mi relevo; a bordo solo quedaba uno de los cabecillas que habían promovido la huelga: el maquinista que era el encargado de la carga, pero que al encontrase completamente aislado no había nada que temer. El buque siguió haciendo su tráfico normal entre Holanda y España cumpliendo el contrato que tenía firmado con la Dow-Chemical para el transporte de etileno. Algunos detalles curiosos que tuvieron lugar durante mi estancia en el "Sant Jordi" ya quedan reflejados en el libro MIL AÑOS DE MAR, pero que nada tienen que ver con el asunto por el cual estoy narrando lo escrito anteriormente.
                                                                  Buque "Sant Jordi"

Otra ocasión en que tuve que desembarcar de forma urgente del buque con el cual cubría la línea de Huelva-Dakar, fue cuando tuve que tomar nuevamente el mando del “Sierra Urbión”. La Compañía había firmado una póliza de fletamento para transportar la maquinaría y montar una fabrica de cemento en Argentina y una azucarera en Uruguay, más exactamente en la ciudad de Paysandú. Consideraban que el “Sierra Urbión” era el buque más apropiado para efectuar ese transporte ya que las bocas de escotillas eran lo suficientemente anchas como para poder estibar grandes piezas de la maquinaria en los planes de las bodegas y lo que no  cupiese iría como cubertada. A mi modo de ver el asunto, el buque era demasiado pequeño para plantearse hacer un viaje trasatlántico cargado hasta la perilla, pero donde hay patrón no manda marinero. Pero ni yo mismo me explico cómo las autoridades de marina nos permitieron salir en esas condiciones sin pedirnos ni siquiera un estudio de estabilidad, que teníamos hecho por supuesto, pero había piezas de maquinaria que sobrepasaban la altura del puente. La estiba fue muy laboriosa ya que resultó lo mismo que hacer un puzzle de mil piezas pero todas diferentes. Nos costó muchos quebraderos de cabeza pero al final lo conseguimos hacer en un par de viajes. El primero fue a Argentina, el destino final era Buenos Aires, pero estuvimos obligados a hacer escala primeramente en la base militar de Puerto Belgrano para descargar algunas de las piezas que por ser muy pesadas no se podían descargar en Buenos Aires.
"Sierra Urbión"

El segundo viaje como ya queda anotado era para el puerto uruguayo de Paysandú; de este viaje guardo malos recuerdos. Cuando navegábamos por el golfo de Santa Catalina frente a las costas de Brasil nos cogió un temporal que aunque no era muy fuerte, en las condiciones que navegábamos con la cubertada sí resultaba preocupante, para más "inri", el timón que se movía por contactores eléctricos empezó a fallar y de vez en cuando nos quedábamos sin gobierno atravesados a la mar que rompía contra toda la maquinaria y, a veces, era mejor cerrar los ojos y esperar a que el timón obedeciese nuevamente. El segundo contratiempo lo tuvimos en el rio Uruguay ya una vez efectuada la descarga y cuando navegábamos rio abajo, un despiste de Práctico nos hizo varar y meternos en una fosa de la cual nos costó salir por nuestros propios medios, ya que los remolcadores no se ponían de acuerdo a quien le correspondía auxiliarnos, entre argentinos y uruguayos andaba el juego. El Práctico se lavaba las manos alegando que la boya estaba movida de sitio. Uno de los inconvenientes que sufrimos en ambos viajes fue el de la comunicación. El buque no estaba provisto de onda corta y para solucionar los trámites administrativos nos pusieron para salir del paso un "Foruno" que era del tamaño de un maletín, con el que únicamente conseguíamos comunicar con España algunas madrugadas y todo a base  de mucha paciencia.
 Después de estos dos encarguitos extras, más que suficientes para saber que la Compañía seguía confiando en mí como Capitán, mi vida profesional siguió sin sobresaltos dignos de mención hasta el momento de colgar el sextante en Julio de 1988 pasé a  la reserva y comencé a disfrutar de una vida placentera en la ciudad de Málaga.      



 Capitán A. de Bonis      

  

       

domingo, 30 de julio de 2017

Y POR FIN LLEGÓ EL MANDO    TEMA Nº  SIETE


Espero que después de haber leído el último tema donde contaba la vida en la isla de Taboga, no se habrá producido una avalancha en las agencias de viajes para reservar billetes con objeto de pasar el fin de semana en la isla. La “tabogueña”, si es que ha vuelto a la isla, debe estar alrededor de los cincuenta años, y pensando que las féminas que habitan en latitudes tropicales envejecen con más rapidez que las demás, supongo que el calificativo de “que estaba como un tren”, se habrá quedado en “un tren de mercancías”.

Yo mismo me asombro cuando me pongo a escribir de la rapidez con la cual transcurre el tiempo. Me jubilé justamente a los 55 años, cuando empezaban a verse los nubarrones en el horizonte de la Marina Mercante, cuando al mirar hacia popa se veía y se comprobaba que la bandera que ondeaba en el mástil tenía cualquier color que nada tenían que ver con la española. Hoy, con 83 años de edad cumplidos el único contacto que tengo con la mar, son los amigos del Circulo Marítimo y las magnificas vistas que del mar y el puerto tenemos donde nos reunimos semanalmente en el Real Club Náutico de Malaga. Si hacemos cuentas, son 28 años, poco a poco me voy aproximando a los que como profesional pasé en la mar, no creo que llegue a igualarlos aunque solo Dios lo sabe, a mí desde luego no me importaría siempre y cuando las condiciones físicas no se deterioren mucho y la cabeza me permita de vez en cuando tener la lucidez necesaria para poder escribir unas cuantas cuartillas que me tengan entretenido.

Como el movimiento demográfico en el Circulo Marítimo es más bien nulo, no existe savia nueva que nos regenere y por consiguiente poco a poco se habla menos de barcos, vamos quedando solo los que pertenecemos a la “generación del sextante”. Sinceramente pienso que una profesión tan bonita como era la nuestra, con el tiempo tienda e extinguirse, las nuevas tecnologías avanzan a pasos agigantados y quién puede negar que si se ha llegado a sacar un coche que circula y aparca  sin conductor, no se pueda obtener en un futuro un buque que navegue sin Capitán y sin tripulación y que atraque solo. Si ese día llega a producirse  y aun estamos en condiciones de asimilarlo, podremos descansar en paz y sin ninguna clase de remordimiento cambiar el nombre de Circulo Marítimo por el de Circulo Gastronómico que tampoco está nada mal, siempre y cuando nuestros estómagos estén en condiciones de soportar tanto jamón, tanto cochinillo y tanto cabrito.

Algunos dirán: “Yo ya sabía que eso iba a terminar en una casa de niñas”, sí, pero bien organizada, ya no habrá miedo a que exista el famoso “Rumbo de Colisión” que tanto nos amedrantó durante cierto tiempo, ya solamente tendremos que tener cuidado con las indigestiones pues de todos es sabido que los cementerios están llenos de grandes panzadas.

Bueno, muchos pensarán que tiene que ver esta parrafada que nos ha endiñado con el tema “Y POR FIN LLEGÓ EL MANDO”, y yo os contesto que nada, absolutamente nada, pero con algo tengo que rellenar tantas cuartillas y con algo tengo que entretener mi cabeza mientras me viene a la imaginación algo relacionado con el tema.

Ya os conté que la primera vez que salí del puerto de Bilbao al mando del “Sierra Blanca”, sentí sensaciones de todos los colores. Yo ya había navegado en ese buque de 1er Oficial y lo conocía perfectamente, pero la responsabilidad es la responsabilidad y resulta que es un factor añadido que hasta que no se experimenta no se puede valorar en su justa medida.

El Sierra Blanca hacia línea regulas entre el Norte de Europa y el Norte de España, pero su cometido era barrer, embarcar toda aquella mercancía que los otros buques que conformaban la línea no habían podido embarcar por falta de espacio, por esa sencilla razón le llamaban el buque escoba. El problema de este sistema era que estábamos obligados a entrar en los puertos establecidos en la línea, hubiera carga o no, con lo cual te paseabas por el norte de Europa con las bodegas medio vacías y ya sabemos que esa zona no es la más propicia para navegar en esas condiciones ni el Golfo de Vizcaya para estar cruzándolo a veces completamente en lastre.

 Se daba el caso que después de navegar hasta el puerto de Hamburgo, llegabas, atracabas y si no había nada de carga volvías a salir una vez formalizadas todas las operaciones burocráticas. Eso también solía ocurrir en Rotterdam y en Amberes, en este último puerto donde yo ya tenía establecido mi domicilio, solo tenía tiempo para citarme en una cafetería con mi esposa (ella también trabajaba) para charlar un poco y darle cuatro besos, dos de llegada y otros dos de despedida y hasta el mes que viene, ya que el viaje redondo duraba aproximadamente un mes. Esta forma de navegar resultaba desesperante, pero como yo era el último Capitán del escalafón no tenía más remedio que apechugar con lo que fuese.

Si mal no recuerdo, dos años permanecí haciendo esta misma línea al Mar del Norte. El único percance grave que tuvimos fue una colisión en el rio Escalda. Estábamos cerrados en niebla y fondeados porque el Práctico consideraba que era la mejor forma de evitar males mayores. En estas condiciones nos encontrábamos cuando fuimos embestidos por un buque que nos abordó casi por la proa y nos dobló casi toda la regala del castillo, con la buena suerte de que no afectó en nada ni al peak de proa ni al molinete y cuando aclaró la niebla pudimos seguir viaje hasta el puerto de Amberes que era nuestro destino. Allí permanecimos aproximadamente una semana reparando los desperfectos sufridos, tiempo que yo aproveché para disfrutar algo más de la familia. Como las condiciones de carga que ya he narrado con anterioridad no eran las más idóneas, estábamos obligados a tener sumo cuidado con la situación meteorológica y durante estos dos años estuvimos obligados a hacer varias arribadas tanto en la costa francesa como en la costa inglesa.

La empresa nunca puso reparos en esta forma de actuar, ya que la mala suerte ya se había cebado con el hundimiento de dos buques en el tiempo que llevaba funcionando la Empresa. Cuando fueron construidos los tres primeros buques frigoríficos, "Sierra Estrella", "Sierra Espuña"  y "Sierra Escudo", obtuve el mando del "Sierra Estrella" con lo cual dejé de ser el buque escoba y al principio todo iba a pedir de boca porque tenía la posibilidad de permanecer más tiempo en casa ya que las estancias en puerto eran más largas. Pero de la noche a la mañana todo cambió, ya que el "Sierra Estrella" fue destinado a cubrir la línea de Huelva-Dakar, con lo cual se iniciaba una nueva andadura de la Compañía y ya solamente veía Amberes cuando me tocaban vacaciones. Lo único que gané con el cambio fue que deje el Mar del Norte por una buena temporada, al mismo tiempo que le tomé el gusto a comer marisco, gusto que por cierto aún no he perdido.

El cambio experimentado cuando dejé el carbón y el granel por la carga general fue grande. Pero dejar la carga general por el congelado aún fue mayor, no porque ello implicara dificultad alguna en cuanto al manejo de la mercancía se refiere, aquí todo consistía en que la planta frigorífica trabajase en buenas condiciones y en ese sentido Marítima del Norte nunca escatimó esfuerzos y dinero para que su flota frigorífica siempre estuviera en condiciones optimas.

Aquí la dificultad consistía en que la línea de Huelva-Dakar aún no estaba consolidada, que no era aceptada por completo por toda la flota marisquera. Los intereses económicos de los Armadores eran contrapuestos al de los marineros, que ganando  prácticamente lo mismo, se veían privados de ir a casa cada vez que el pesquero tuviera que efectuar la descarga. Los únicos que estaban de acuerdo en transbordar el marisco al Mercante eran el Armador y el Patrón de Pesca porque no perdían el tiempo que suponía que el pesquero viniese a Huelva para efectuar la descarga. Tardó algún tiempo en consolidarse y en que los marineros aceptasen ir y venir en avión a Dakar cuando había que efectuar relevos por vacaciones de personal. Los sindicatos tampoco estaban por la labor y utilizaban al Stella Maris para enviar octavillas escondidas entre los pertrechos que llevaba el mercante para familiares y de esa forma hacer su labor sindical.

Como se produjeron algunas situaciones bastante desagradables, el Comandante Militar de Marina de Huelva, se sacó de la manga que los Capitanes de los Mercantes ejerciéramos como representante suyo para imponer un poco de autoridad, todo esto de palabra como no podía ser de otra forma, pero en vedad es que estábamos obligados a visitarlo cada viaje  y comunicarle las novedades que se podrían haber producido. Poco a poco se fue solucionando y formalizando y cuando llegó el momento de tener que cambiar de caladero y marchar a pescar en aguas de Angola, nadie protestó, ni tampoco cuando tuvieron que irse a aguas de Mozambique. Cada vez más lejos de España, pero el que manda en esta vida es el maldito parné y no hay más remedio que aceptarlo, de eso los pescadores saben mucho. Los pescaditos son muy caprichosos y aparecen donde y cuando uno menos se lo espera. 

Saludos para todos y hasta la próxima.    



Capitán Arturo de Bonis             

domingo, 18 de junio de 2017


Y POR FIN LLEGÓ EL MANDO                    TEMA Nº SEIS

Me encuentro delante de unas cuartillas en blanco, dudando sobre el tema que voy a escribir, por mi cabeza están circulando algunos recuerdos de los cuales podría sacar partido para rellenar unas cuantas hojas, pero no sé la razón por la cual se me ha metido en la mollera escribir sobre un tema bien distinto a cuantos he escrito con anterioridad, muy posiblemente en compensación a los temas más bien tristes que hasta el momento he llegado a publicar. Muchos de los lectores posiblemente pensarán que se me ha ido la olla  cuando lean que el tema por el cual me he decidido a escribir se trata del “AMOR” y sus consecuencias. Podrán pensar que puñeta tiene que ver el amor con la navegación, pues depende de cómo se mire el asunto. Yo tengo en mi poder un documento del Tribunal de la Rota, donde uno de los argumentos que esgrime un ponente del Tribunal para no concederme la anulación de mi primer matrimonio, el consabido cuento que todo el mundo conoce referente a la fama  de los marinos de que “un amor en cada puerto”, posiblemente él tenía la experiencia de una amor en cada parroquia cosa nada de extrañar en el mundo en que vivimos. Pero yo no quiero ni pienso tratar este tema que tantos dolores de cabeza me causó en debido momento. Voy a narrar una historia de amor a la vieja usanza, algo parecido a la que protagonizaron Romeo y Julieta con algunos años de demora y con un final que desconozco pero que me imagino que sería desgraciado porque hay situaciones que nunca pueden terminar felizmente.

No obstante, el desear escribir sobre este tema es porque de cierto modo me vi implicado bastante en el asunto, tanto personal como profesionalmente. No recuerdo el nombre del buque donde se desarrolló la historia, lo mismo podría ser el “Sierrra Guadalupe” como el “Sierra Grana”, da igual porque en cualquiera de ellos podría haber ocurrido ya que en  ambos cubrí la línea de Taboga a Puerto Rico. Lo que sí me fastidia es haber olvidado el nombre del actor de los hechos, son muchos los años transcurridos y aunque fotográficamente me parece que lo estoy viendo en este momento,  su nombre se me ha borrado por completo, solo recuerdo que era santanderino y que su embarque me impactó porque me recordaba a mi mismo cuando embarqué como Alumno, hacía tiempo que no embarcaba un alumno tan joven, tenía la cara lo que yo denominaba “cara de pipiolo”, cara de crio.

Embarcó en el puerto de Santander, llegó a bordo acompañado de sus padres, lo que nunca me había ocurrido con anterioridad y cómo es posible suponer, por parte de su madre toda fueron peticiones de protección para su “pequeñín” que era la primera vez que salía de casa. A veces qué poco conocen los padres a los hijos, completamente sinceramente pienso que nunca. Posiblemente el hecho de que la madre insistiera tanto, fue lo que me llevó a implicarme tanto en un tema que se escapaba de mis funciones.

El escenario de la historia fue la isla de Taboga, nosotros la conocíamos con el sobrenombre  de la isla del amor. Es una isla situada a la salida del Canal de Panamá, muy tranquila y donde nosotros solíamos efectuar los transbordos de los túnidos que los atuneros españoles  pescaban en aguas del Pacifico. La semana solía transcurrir tranquilamente enfrascados en el transbordo de los atuneros, pero los fines de semanas la isla sufría la invasión de los turista que llegaban de la ciudad de Panamá para pasar Sábado y Domingo y disfrutar de las magnificas playas con que contaba la isla, al mismo tiempo de la comida que servía el magnífico hotel que  se complementaba con música los fines de semana. Todos esperaban los fines de semana como agua de Mayo por lo que pudiese caer en tanto rio revuelto.

La persona que da origen a este artículo, que no es otro que mi protegido, la primera vez que llegó a la isla de Taboga, yo digo que cayó de pie y con la suerte de un quebrao. Me explico: En la isla vivía una tabogueña que estaba como un tren, algo parecido a la hawaiana que se ligó el Marlon Brando y que después fue su esposa. La muchacha era muy discreta y sabiéndose deseada por todos los playeros domingueros solía situarse apartada los más posible de todos los mirones. Ella era bien conocida en la isla por los lugareños y todos sabían que no había nada que rascar. Pero mira por donde aparece mi pipiolo que no sabía de la misa la mitad, se acerca a ella a la chita callando y en vez de ser rechazado como un intruso recién llegado, se entabla una amistad, que para muchos hubiéramos querido para nosotros mismos salvando la diferencia de edad , amistad que fue “in crescendo ” hasta convertirse en un romance amoroso a lo largo de toda nuestra estancia en la isla que duró varios meses, ya que nuestros viajes eran continuos entre  Taboga y el puerto de Mayagüez en Puerto Rico.

Volviendo a Taboga, diré que es una isla pequeña donde vivian cuatro gatos, unos cuantos se desplazaban cada mañana a Panamá para trabajar y el resto trabajaban como estibadores en el mercante cuando habían atuneros para transbordar. Nosotros casi formábamos parte del pueblo, ya que casi a diario después de la jornada de trabajo , nos íbamos a la isla para jugar al futbol en la playa y para tomar algún refrigerio en el hotel. Lo único destacable de la isla es que había un observatorio americano en la cumbre, pero a los americanos no se les veía ni el pelo. La única americana omnipresente era la inspectora encargada de controlar las capturas de los atuneros y que dicho sea de paso también estaba como un tren, pero la tabogueña le ganaba por puntos. Mi Alumno seguía encandilado con ella y ella aparentemente le correspondía de igual manera. Todo iba viento en popa hasta que a mis oídos llegó una información confidencial, a partir de la cual esto puede convertirse en una novela de espionaje. Me filtraron una información en la cual me aseguraban que la tabogueña no se casaba con nadie. Que tenía encoñado al pobre chaval porque quería que se quedase en tierra para que le ayudase en el negocio que tenía montado, como cabeza de turco. El negocio consistía en hacer de camello  y pasar ropa manufacturada de Colombia a Panamá, lo que al parecer proporcionaba pingües beneficios. Hay que ver lo complicado que resulta el amor a veces. Bueno, pues mi cometido a partir de ese momento era evitar que siguiera el encoñamiento para poder entregárselo sano y salvo a la mamaíta a nuestra vuelta a España. A parte, la verdad es que yo consideraba una barbaridad que echara por tierra una carrera y que además fuera declarado prófugo ya que aún no había hecho su servicio militar. Todos mis esfuerzos resultaron inútiles. El próximo viaje nuestro el destino era España en lugar de Puerto Rico, ocasión propicia para desertar. Hablé muy seriamente con él, advirtiéndole del follón en que se iba a embarcar y que pensara en el disgusto que se iban a llevar  sus padres, Me personé la noche anterior en casa de la familia para hablar con los padres y me prometieron que harían todo lo posible para evitar que el muchacho se quedase en la isla. Pero nada de nada, está visto que el amor lo puede todo.

La mañana en que el buque debía zarpar después de haber completado el cargamento, la pareja formada por Romeo y Julieta embarcaron en la primera lancha que salía de Taboga para Panamá para llevar a los obreros, a las 0700 horas de la mañana y se esfumaron para siempre en la ciudad. Nos vimos obligados a demorar unas cuantas horas la salida ya que tuve que personarme en la Embajada española para dar cuenta de lo ocurrido y modificar la lista de tripulantes. Cuando arribamos a puerto español, la madre protectora estaba esperando para recoger los enseres que su pequeñín había dejado a bordo y que a pesar del tiempo transcurrido seguía sin tener noticias de su hijo. En viajes posteriores a Taboga, me interesé por la pareja pero nadie supo darme información de ellos. Posiblemente mi presentimiento de que el tema no había tenido un final feliz era acertado. Espero que el tema no les haya aburrido y seguramente les habrá traído a la memoria algún episodio personal, ya que al fin y al cabo todos hemos sido jóvenes y no  hemos estado exentos de cometer tonterías de esta clase.

Capitán  A. de Bonis        

lunes, 22 de mayo de 2017


Y POR FIN LLEGÓ EL MANDO                 TEMA CINCO

Aunque ya lo narré en el libro “MIL AÑOS DE MAR”, hay acontecimientos extraordinarios que resultan imposible dejar de lado por mucho que haya repetido que solamente pensaba escribir sobre temas nuevos. Uno de esos acontecimientos es el incendio sufrido a bordo del “Sierra Estrella”, ya que ahora me permito extenderme un poco más de lo que lo hice en el libro, ya que aquello resultaba ser un compendio de toda una vida profesional.

Hablar de incendios siempre resulta difícil, resulta más difícil asimilar la palabra cuando este suceso, siempre desgraciado, se produce en un buque. Todos hemos presenciado incendios de grandes edificios, bien directamente o a través de la tele, que se han producido en tierra; toda la parafernalia que se organiza con tanto s bomberos y tantas mangueras y a pesar de todo, lo muchísimo que cuesta apagarlo, dependiendo siempre del contenido que pueda haber en el edificio, sobre todo si se trata de almacenes con productos químicos y no digamos cuando se trata de incendios forestales, pero rara vez se tiene la ocasión de presenciar un incendio producido a bordo de un buque, a no ser que este se encuentre amarrado en puerto.

Empiezo por decir que un buque está reglamentariamente dotado para hacer frente a un incendio que se pueda producir a bordo, incluso con más medios que cualquier edificio que se ve obligado a llamar y esperar la llegada del servicio de bomberos. En los buques es obligatorio hacer ejercicios de contraincendios cada cierto periodo de tiempo. Naturalmente estos ejercicios no se efectúan con fuego real, sino simplemente se muestra como se manejan los extintores, las mangueras y el cometido de cada tripulante, el puesto que les corresponde ocupar. Todo esto de acuerdo con un cuadro orgánico que ha sido aprobado por la autoridad de marina y sin el cual el buque no obtiene el permiso para navegar.

Por otra parte, los capitanes teníamos la obligación de efectuar unos cursos de contraincendios impartidos por escuelas homologadas,  en estos cursos se hacían ejercicios contra toda clase de incendios y una vez superados nos daban el correspondiente Certificado, uno más de los muchos que exigían para poder ejercer el mando. Expuesto todo esto, parece imposible que un buque pueda arder, mucho más teniendo a su alrededor tantísima agua que resulta ser el medio más natural para poder sofocar un incendio. Desde el punto de vista psicológico –a mi forma de entender – la gran diferencia entre un incendio que se produce en un barco y otro que se produce en tierra, es que en el primero no hay forma de escapar del lugar de los hechos, si el buque arde la única escapatoria es el mar. En tierra, si un edificio se quema, basta con salirse a la calle, así de sencillo. Con ello deseo indicar que la mentalidad y el comportamiento de las personas que sufren un accidente de esta índole no puede ser la misma, ya que somos humanos y los humanos lo primero que hacen y dan prioridad es salvar la vida. También quiero hacer hincapié sobre un tema que a mi perecer tiene muchísima importancia, los materiales que se emplean hoy en día en la construcción. Los edificios siguen fabricándose de ladrillos y los baros con hierro como materia base, pero todo lo que comprende la habitabilidad está formado por paneles de conglomerado recubierto de poliéster. Este material por mucho que pretendan decir que es ignifugo, cuando se quema produce un humo tan denso como el que se produce cuando se queman cámaras de coche, completamente irrespirable.

Dicho esto paso a relatar lo sucedido el día 31 de Diciembre de 1967, fecha fatídica en la cual el “Sierra Estrella” sufrió un incendio que desgraciadamente no pudo ser sofocado.  Eran las 18 horas aproximadamente y nos preparábamos para cenar cuando se escuchó la voz del 3er Maquinista que gritaba   FUEGO, FUEGO, FUEGO……, ya que al abrir su camarote comprobó  que estaba ardiendo en llamas. El primero en acudir fue el Contramaestre con un extintor que lo gastó sin éxito. Yo que acudí al lugar para comprobar in situ la magnitud de los hechos, comprobé con mis propios ojos como las llamas que salían del camarote se propagaban a una velocidad de vértigo lamiendo los mamparos del pasillo, como si estuvieran impregnados de gasolina. Inmediatamente subí al Puente para hacer las señales reglamentarias y poner en marcha los aparatos de telefonía con objeto de alertar de nuestra situación a los posibles buques que pudiesen encontrarse  en nuestra cercanía. La rapidez con la cual se propagó el incendio en toda la zona dedicada a  habitabilidad hizo imposible que se pudiera atajar con el uso de los extintores. Se ordenó parar la máquina para quitarle arrancada al buque. El personal se vio obligado a salir a cubierta porque en el interior resultaba completamente irrespirable. Yo aguante todo lo posible atendiendo a la telefonía hasta que el humo llegó al Cuarto de Derrota y tuve que salir a respirar fuera porque estaba completamente asfixiado. El marinero que se encontraba en el timón salió de estampida cuando las llamas aparecieron en el puente lamiéndole el culo, en su precipitada salida me empujó y caí a la cubierta de botes donde quedé tendido con un fuerte dolor de cintura y sin poder respirar con normalidad. Le informé al 1er Oficial D. Luis Ojeda que se hiciera cargo de la situación ya que yo me consideraba incapacitado físicamente. Podíamos haber quedado a bordo recluidos en el castillo de proa donde difícilmente podría llegar el fuego. Pero a mi entender y con muy buena visión de la situación, se  opto por arriar el bote de babor al agua, ya que de no hacerlo pronto sería pacto de las llamas y la situación sería aún más complicada. Primeramente me embarcaron a mí en el bote ya que mi estado no me permitía bajar por la escala de gato. Una vez< el bote en el agua embarcó el resto de la tripulación y quedamos amarrados por largo a la escala de gato en espera de acontecimientos, ya que ningún buque había contestado a las llamada de socorro que efectué con anterioridad. La mar se encontraba prácticamente en calma aunque soplaba una leve brisa.

Yo me encontraba cada vez peor a causa del fuerte golpe recibido y a la falta de aire en mis pulmones por el humo inhalado, pensaba que de prolongarse la situación no lo resistiría, entonces le pregunté al 1er Oficial si estaba dispuesto a escuchar mi testamento, lo cual realizamos tranquilamente  porque yo tenía apoyada mi cabeza sobre sus rodillas. Todavía había luz del día cuando avistamos a un buque que se dirigía hacia nosotros. Una vez en las proximidades, el 1er Oficial le comunicó al Capitán que yo necesitaba asistencia médica y acordaron subir el bote con sus puntales para poderme desembarcar a mí. Una vez a bordo se negaron a arriar nuevamente el bote alegando que ellos se encargarían de sofocar el fuego, cosa que no hicieron porque se limitaron a dejar que se extinguiera por si solo y después lo abordaron para dar el remolque.

El 2º Oficial del “ Kapland” que así se llamaba el buque que nos auxilió, a través de una emisora de Hamburgo recibió las explicaciones necesarias para efectuarme un punción de pulmón, la cual realizó con éxito ya que a partir de ese momento comencé a respirar con normalidad, pero me dejó un dolor en las costillas que me duró bastante tiempo. El Kapland remolcó al “Sierra Estrella” hasta el puerto de Monrovia donde quedó amarrado. La tripulación quedo hospedada en un hotel y yo fui ingresado en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios donde permanecí algunos días mientras me hacían algunas pruebas y posteriormente pasé a reunirme con el resto de la tripulación hasta el momento de ser repatriados a España. Cuando me encontré en mejores condiciones hice la correspondiente PROTESTA DE MAR en la Embajada española y allí nos proporcionaron los correspondientes pasaportes después de efectuar los trámites necesarios. Nos trasladaron a Madrid y desde allí cada cual a su domicilio. Yo permanecí algunos días haciéndome más reconocimientos, donde me detectaron una vértebra dañada y haciendo declaraciones en la compañía sobre el incendio y donde ya el Jefe de Personal tenía una idea preconcebida sobre lo sucedido. Él pensaba que todo se había desarrollado debido al efecto de un pánico colectivo de toda la tripulación, que esa era la razón por la cual se había abandonado el buque, con lo cual me dio a entender que se pensaban cortar cabezas. Yo como me encontraba de baja por accidente me fui a mi domicilio de Amberes pensando que Marítima del Norte se había terminado para mí. Estando en mi domicilio recibí la visita del Seguro para prestar declaración de lo ocurrido.

Estando en casa convaleciente recibí dos buenas noticias: La primera, que el Jefe de Personal había cambiado su opinión de pánico colectivo debido a que en otro buque de la Compañía se había producido un fuego de menor magnitud pero se pudo comprobar con la rapidez con la cual se propagaba el fuego como consecuencia de los materiales de construcción empleados. Dado lo cual, una vez que recibí el alta médica me incorporé a la reconstrucción del Sierra Estrella que se estaba efectuando en el puerto de Santander. La segunda buena noticia fue que la demanda efectuada por EL Kapland alegando Salvamento fue denegada y solo se quedó en remolque, como consecuencia de unas declaraciones que efectuó el propio Capitán en un periódico de Monrovia y que coincidían más o menos con lo expuesto en mi PROTESTA, aunque pienso que esta ni siquiera la tuvieron en cuenta.

Hasta aquí todo lo que puedo contar de este triste accidente, pero antes de dar por terminado este tema, deseo expresar que gracias a estos artículos he recuperado la comunicación y la amistad del que fue mi primer oficial en aquel triste episodio. D. Luis Ojeda, que hasta hace muy poco tiempo ha ocupado la plaza de catedrático de Meteorología en la Escuela oficial de Náutica de Tenerife, para él un fuerte abrazo. 


Capitán  A. de Bonis       

lunes, 8 de mayo de 2017

SOBRE LA RESPONSABILIDAD DEL PRÁCTICO

El jueves pasado, dia 4 de mayo, durante la comida en el Club Mediterráneo salió a la palestra la responsabilidad del práctico y la del capitán.

Así que voy a poner unas cuantas notas y espero que se puede sacar alguna conclusión clara al respeto.

1º. El artículo 612 del R.D. de 22 de agosto de 1885 del Código de Comercio, vigente hasta el 24 de septiembre de 2014, fecha en la que entra en vigor de la Ley 17/2014 del 24 de julio de 2014.

Este artículo trata de las obligaciones inherentes al cargo de Capitán y en la cláusula 6ª y 7ª dice:

6ª. Pedir Práctico a costa del buque en todas las circunstancias que lo requieran las necesidades de la navegación, y más principalmente cuando haga de entrar en puerto, canal o río, o tomar una rada o fondeadero que ni él ni los oficiales; y tripulantes del buque conozcan.

7ª. Hallarse sobre cubierta en las recaladas a tomar el mando en las entradas y salidas de puertos, canales, ensenadas ríos, a menos de no tener a bordo Práctico en el ejercicio de sus funciones. No deberá pernoctar fuera del buque, sino por motivo grave o por razón de oficio.

Lo especifica claramente, deberá pedir Práctico y deberá estar a bordo el Práctico en el ejercicio de sus funciones. Sigo pensando como Capitán, que independientemente de lo dicho, es el Capitán el que mas conoce al buque y el que si observa que el Práctico da una orden que no es correcta o que piensa que no es la idónea, deberá revocar la orden y dar las oportunas para evitar cualquier tipo de accidente, y en este caso cesaría la responsabilidad del Práctico ya que el Capitán no siguió los órdenes del mismo.

A continuación una sentencia del accidente ocurrido en el atraque de un buque en Valencia.

"Responsabilidad del Práctico del Puerto y la Autoridad Portuaria por la colisión de un barco con un muelle en la maniobra de atraque.

1º) La sentencia de la AP Valencia, sec. 9ª , S 27-5-2003, nº 333/2003, rec. 886/2002, resuelve que analizada la prueba obrante en autos, que la tripulación del buque siguió las órdenes dadas por el Práctico del Puerto, siendo la causa de la colisión la ejecución de la maniobra de atraque demasiado cerca del muelle o a excesiva velocidad para las características del barco, por lo que no se logró detener el buque a tiempo y, por tanto, ninguna culpa o negligencia puede imputarse al capitán y a su tripulación, siendo la función del Práctico la dirección de las maniobras pertinentes para llevar a cabo el atraque, lo que no hizo correctamente, derivándose su responsabilidad, y liberando de la misma al capitán y a la tripulación del barco al haber seguido sus instrucciones.

En suma, la sentencia confirma que la causa de la colisión es imputable al Práctico del Puerto pues se produjo por un mal planteamiento de la maniobra de atraque, careciendo de responsabilidad la tripulación y por lo tanto la propiedad del buque dado que el Práctico depende de la Autoridad Portuaria.

2º) La Sentencia de instancia desestimó la demanda y contra dicha resolución se alzó la parte actora alegando, entre otras cuestiones, que la culpa de la colisión era imputable a la tripulación del buque pero, aunque no fuera así y la inadecuada maniobra que realizó el buque se debiera a las incorrectas instrucciones del Práctico del Puerto, igualmente debe condenarse a las demandadas porque el práctico se contrata a costa del buque, y asesora al capitán, pero es éste quien mantiene la dirección y el control de la nave, y el artículo 118 dela Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante determina la responsabilidad del Práctico.

3º) Pero de la prueba practicada se deduce que la tripulación siguió las órdenes dadas por el Práctico del Puerto, y que la causa de la colisión fue ejecutar la maniobra de atraque demasiado cerca del muelle o a excesiva velocidad para un buque de unos 200 metros de eslora y cargado, por lo que no se logró detener el buque a tiempo, por lo tanto, ninguna culpa o negligencia puede imputarse al capitán y a su tripulación.  

Partiendo de esta premisa, y como invoca la parte actora, hemos de determinar la relación o vinculación que existe entre Práctico del Puerto y la tripulación, cuando con su presencia a bordo del buque se están ejecutando maniobras de atraque y, en ese punto, igualmente compartimos el criterio de la Sentencia de instancia dado que tanto la necesidad de intervención del Práctico del Puerto como la designación de la persona que desempeña dicha función es determinado por la Autoridad Portuaria, en el ejercicio de sus funciones que le vienen encomendadas por la ley 27/1992, entre otros conceptos, en su artículo 66 y en el articulo 102,5, en el que expresamente se determina que la titularidad del servicio de practicase es a cargo de la Autoridad Portuaria, sin perjuicio de que se ejerza en régimen de gestión directa o indirecta. Y, hallándose el Práctico en el interior del buque, es él el que debe dirigir las maniobras pertinentes para llevar a cabo el atraque, sólo naciendo la responsabilidad para el capitán y para la tripulación si incumplen sus órdenes o instrucciones, lo que aquí no se ha dado, como igualmente se desprende de lo dispuesto en el artículo 612 del Código de Comercio y en el artículo 24 del Real Decreto 393/1996, de 1 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento General de Practicaje, de conformidad con lo establecido en la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, en el que entre otras cuestiones se indica:

2.- Si perjuicio de la responsabilidad civil que para el capitán o naviero se establece en el artículo 618 del Código de Comercio, el práctico será el responsable de los daños causados al propio buque o a terceros, con el limite señalado en el apartado anterior, producidos por inexactitud, error u omisión en el asesoramiento de la derrota conveniente de la nave y de los rumbos o maniobras náuticas precisos para velar por la seguridad de la navegación....... En todo caso, si el capitán se negase a seguir las indicaciones del práctico y, como consecuencia de ello, se produjesen daños al buque o a terceros, no alcanzará responsabilidad al práctico, criterio que recoge la Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de diciembre de 1991."

Sobre el accidente ocurrido en Carboneras el 26 de enero de 2008, un buque atracando, la concha de popa del buque toca a una grúa inservible y mal colocada, tirándola al suelo.

"JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA-MERCANTIL Nº 7 DE ALMERÍA

SENTENCIA

En Almería, a treinta de abril de 2010.

VISTOS por mi, Juan Antonio Lozano López, titular del Juzgado de Primera Instancia nº 7 de los de Almería, con competencias en materia mercantil, los anteriores autos de juicio ordinario, registrados con el número más arriba indicado, en los que fueron parte, HOLCIM ESPALA, S.A., como actora-reconvenida, representada por el Procurador D. JAVIER ROMERA GALINDO y asistida por el letrado D. ANTONIO QUIRÓS DE SAS, ISLAMIC REPUBLIC OF IRAN SHIPPING LINES, como demandada-reconveniente, representada por la Procuradora Dª. NATALIA FUENTES GONZÁLEZ y asistida por los Letrados D. FELIPE ARIZÓN GÓMEZ DE LA BARCENA y Dª MARÍA DOLORES PÉREZ MAZUECOS, SERVICIOS AUXILIARES DE PUERTOS, S.A. (SERTOSA), como demandada, representada, representada por la Procuradora Dª MARÍA DE LOS ANGELES ARROYO RAMOS  y asistida por el Letrado D. JAVIER PORTALES RODRÍGUEZ y la CORPORACIÓN DE PRÁCTICOS DEL PUERTOS DE GARRUCHA-CARBONERAS, como demandada, representada por la Procuradora Dª ISABEL VALVERDE RUIS y asistida por el Letrado D. SANTIAGO MARÍA ZABALETA SARASÚA, en acción de reclamación de cantidad, intereses y costas por daños ocasionados por abordaje en puerto a una grúa de su propiedad mientras se procedía a atracar un barco cuyo armador, `práctico y remolque eran o pertenecía a los tres demandados, y acción reconvencional, de reclamación cantidad, intereses y costas, por pérdida de flete sin cancelación de embarque y sin declaración de fuerza mayor, todo atendiendo a los siguiente


ANTECEDENTES DE HECHO

1.- A 17 de marzo de 2008, el actor mas arriba indicado presentó demanda, en la que, tras alegar hechos y fundamentos, terminó solicitando que en su día se dicte sentencia por la que se condene solidariamente a los demandados al pago de 446.797,63 €, intereses legales y costas. Fundó su demanda en su condición de concesionario y explotador de una terminal de carga en el muelle este del Puerto de Carboneras, donde el día 26 de enero de 2008 procedió a a tratar el buque "Iran Hamzeh", cuya armadora era la mercantil Islamic Republic of Iran Shipping Lines; para la maniobra de atraque, el Capitán solicitó práctico, integrado en la Corporación´pon de Prácticos del Puerto Garrucha-Carboneras, con dos remolcadores de los Servicios Auxiliares de Puertos, S.A. (Sertosa), siendo así que, al realizar la maniobra, por una imprudente actuación de .............

Se puede ver la sentencia completa en www.arizon.es/archives/JUZGADO-DE-PRIMERA-INSTANCIA-N-7.pdf

FALLO

Que desestimando integramente la demanda, presentada por D. JAVIER ROMERA GALINDO, en nombre y representación de HOLCIM ESPAÑA, S.A., contra ISLAMIC REPUBLIC OF IRAN SHIPPING LINES, SERVICIOS AUXILIARES DE PUERTOS, S.A. (SERTOSA) y la CORPORACIÓN DE PRÁCTICOS DEL PUERTO DE GARRUCHA-CARBONERAS, y desestimando íntegramente la demanda reconvencional, presentada por Dª NATALIA FUENTES GONZÁLEZ, en nombre y representación de ISLAMIC REPUBLIC OF IRAN SHIPPOING LINES, contra HOLCIM ESPAÑA, S.A.

1.-  Absuelvo a todos los mandados de las pretensiones formativas, respectivamente, en su contra.

2.- Sin imposición de costas.

Llévese el original de esta resolución al libro de sentencia y autos definitivos, dejando testimonio literal de la misma en las actuaciones.

Firme que sea esta resolución, y ejecutado lo acordado, procédase al archivo definitivo de las actuaciones, previas las inscripciones correspondientes en los libros registro de esta Juzgado.

Contra la presente resolución cabe imponer recurso de apelación, ente este Juzgado, en el plazo de cinco días desde su notificación y para resolución por le Alma. Audiencia Provincial de Almería."

En principio no se condena a nadie, se absuelve a todos, pero al apelar, en la Sentencia de Apelación, en el apartado CUARTO se dice lo siguiente:

"CUARTO.- Partiendo de esta premisa, hallándose el Práctico en el interior del buque, es él el que debe dirigir las maniobras pertinentes para llevar a cabo el atraque, naciendo sólo la responsabilidad para el capitán y para la tripulación si incumplen sus órdenes o instrucciones, lo que aquí no se ha dado, como igualmente se desprende de lo dispuesto en el artículo 612 del Código de Comercio y en el Artículo 24 del Real Decreto 393/1996, de 1 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento General de Practicase, de conformidad con lo establecido en la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, en el que entre otras cuestiones se indica "2. Sin perjuicio de la responsabilidad civil que para el capitán o naviero se establece en el art. 618 del Código de Comercio, el práctico será el responsable de los daños causados al propio buque o a terceros, con el límite señalado en el apartado anterior, producidos por inexactitud, error u omisión en el asesoramiento de la derrota conveniente de la nave y de los rumbos o maniobras náuticas precisos para velar por la seguridad de la navegación. En todo caso, si el capitán se negase a seguir las indicaciones del práctico y, como consecuencia de ello, se produjesen daños año buque o a terceros, no alcanzará responsabilidad al práctico. En consecuencia y sin perjuicio de seguir siendo el Capitán del buque quien efectivamente es práctica y normativamente, el jefe de la nave, en casos como el contemplado y por aplicación precisamente de los dispuesto en el art. 612 del Código de Comercio, el del buque "Irán Hanzed" cumplió lo previsto en el num. 6º del art.. 612 del CCo, pidiendo y obteniendo Práctico, cumpliendo lo cual y conforme a los dispuesto en el ordinal 7º, es dicho Práctico y no el Capitán el encargado de dirigir las maniobras pertinentes.

La demandante recurrente atece deducir la responsabilidad del capitán del hecho de que el "esprin" de popa quedara bajo la defensa del puerto, sin embargo entendemos de que la prueba practicada (informe de Sr. Martí, y las declaraciones del propio capitán y práctico en la prueba anticipada) ha quedado claro para este Tribunal que ese hecho ninguna relevancia tuvo en el siniestro, puesto que según los informe emitidos por técnicos en la materia que fueron ampliados y clarificados en el juicio, los espines no tienen el cometido de impedir que el buque se aleje del muelle, sino que su función es evitar movimientos hacia tras y hacia delante del buque (hacia proa o hacia popa) es decir, impedir un desplazamiento longitudinal al muelle, es por ello por lo que en el caso presente el esprin no tuvo incidencia alguna en la producción del siniestro. En relación a la función del esprin la sentencia recurrido lo explica certeramente en el fundamento de derecho nº 32, así como la no influencia del mismo sobre la circunstancia de que el buque se separara del muelle, la fuerza hacia adentro del buque la proporcionó el remolcador no, el esprin. La prueba también ha acreditado que el hecho de quedar ele esprin debajo de la defensa es algo intrascendente puesto que según se ha informado en el juicio, ocurre con frecuencia en las man obras de atraque.

En conclusión, el capitán actuó conforme a lo que se esperaba de un buen marinero, actuando conforme a los términos marcados por el práctico; es por todo ello, por lo que hacemos nuestros los razonamientos de la sentencia de primera instancia en todo lo referente al cumplimiento por el capitán del buque de sus obligaciones, así como el relato histórico de la maniobra emprendida desde el comienzo de la mima.

El servicio de practicase, regulado en el Reglamento General de Practicase aprobado por el Real Decreto de 1 de marzo de 1996, se configura como servicio obligatorio de asesoramiento que se presta para dirigir con seguridad un buque de acuerdo con las disposiciones particulares de cada puerto, regulándose en el art. 20 la responsabilidad derivada de dicho servicio, donde se prevén los caos de daños causados al propio buque o a terceros, producidos por inexactitud, error u omisión en el asesoramiento de la derrota conveniente de la nave y de los rumbos o maniobras náuticas precisos para velar por la seguridad de la navegación. Por lo tanto, en el marco legal aplicable, el capitán cumple, como hemos visto, con la obligación del artículo 612-6 del Código de Comercio solicitando el servicio del práctico, y este asuma la obligación de dirigir las maniobras pertinentes, constituyéndose entre ambos una relación en la que se transfiere la responsabilidad al práctico siempre que el capitán cumple sus órdenes.

En el concreto caso enjuiciado consta acreditado que la maniobra de atraque fue diseñada correctamente, ellos con independencia de que en aquel momento fuera realizada por dos remolcadores y hoy día lo sea con tres, pues dicha circunstancia, ni obedece a una causa relacionada con el accidente que nos ocupa, ni parece que sea una afirmación contrastada, tal como se desprende de la declaración prestada en el juicio por el Sr. Caparrós.

La maniobra fue diseñada y ejecutada correctamente, describiéndose con detalle las instrucciones que el práctico daba a los remolcadores, sin que de ello se observe falta de coordinación entre estos. La prueba testificar y pericial pone de manifiesto la corrección de la maniobra diseñada por el práctico dando órdenes, concretamente al remolcador "Albireo"; diseño y ejecución de órdenes que se detallan con amplitud en los fundamentos de derecho 25, 26, 28 y 29 de la sentencia recurrido a los que nos remitimos expresamente y hacemos nuestro.

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Según la detallado anteriormente se observa claramente como es el práctico el que asume la obligación de dirigir la nave ya que se le transfiere la responsabilidad, aunque sigo pensando que el capitán si observa que alguna orden del práctico no es la correcta debe intervenir para corregirla, aunque cargue con la responsabilidad al no seguir las órdenes del práctico.

A partir del 24 de septiembre de 2014, entró en vigor la Ley 14/2014, Ley General de la Navegación Marítima y en al Capítulo III, del contrato de praticaje hay que ver los siguientes artículos.

Artículo 325. Contrato de practicase.

Por el contrato de practicase una persona denominada práctico se obliga, a cambio de un precio, a asesorar al capitán en la realización de las diversas operaciones y maniobras para la segura navegación de los buques por aguas portuarias adyacentes.

Artículo 326. Deberes recíprocos.

1. Capitán y práctico quedan obligados a planificar conjuntamente la maniobra del buque y, a tal efecto, a intercambiar la información necesaria para ello.

2.- Asimismo, capitán y práctico deberán colaborar recíprocamente durante toda la ejecución de las maniobras.

Artículo 327. Preeminencia del capitán.

La presencia del práctico no exime al oficial encargado de la guardia de los deberes que le incumben en relación a la seguridad de la nagevación, ni sustituye la superior autoridad del capitán, en todo lo que tiene que ver con el gobierno y dirección náutica, sin perjuicio de que el asesoramiento del práctico pueda manifestarse mediante instrucciones directas de maniobra o incluso la ejecución de esta por si mismo, mediando consentimiento expreso y tácito del capitán.

Artículo 328. Responsabilidad por daños durante la elección del practicaje.

1.- Los daños y accidentes causados al buque o a terceros por inexactitud u omisión en el asesoramiento que el práctico debe prestar al capitán serán imputables a  aquel, sin perjuicio de la concurrencia de culpa que pueda apreciarse cuando el capitán haya incurrido en error o negligencia en el seguimiento de las instrucciones recibidas.

2.- De los daños causados imputables exclusivamente al práctico responderá este.

3.- De los daños causados por culpa compartida responderán solidariamente, además, el capitán y el armador.

4.- En los supuestos establecidos en los apartados anteriores resultarán de aplicación las reglas de limitación de responsabilidad de armadores y prácticos.

Con esto termino estas explicaciones, según el Código de Comercio, artículo 612-6, creo que está mas claro la responsabilidad el practico, y con la nueva ley, se mezclan más la responsabilidad de práctico y capitán, lo que creo mas razonable, pero el práctico puede ser el responsable en definitiva.

Rogelio Garcés Galindo
Capitán de la Marina Mercante.
Master Mariner
Comisario de Averías