viernes, 19 de enero de 2018


LA MAR CADA VEZ MÁS LEJOS

No sé nada de estadísticas y considero que no son necesarias para escribir lo que pienso decir, que no es ni más ni menos qué,  tengo la impresión que la pasión por la mar, profesionalmente hablando se va apagando poquito a poco. La única referencia que me induce a pensar eso es la vista panorámica que me ofrece el puerto de Málaga cada vez que tengo ocasión de visitarlo. Me entristece ver como uno o dos buques solamente enarbolan la bandera española, uno de ellos el correo que une Málaga y Melilla, vulgarmente conocido como “el melillero”, un pequeño guardacostas de la Armada española y el resto de atraques están ocupados por dos remolcadores que esperan tristemente ser llamados cuando de vez en cuando llega algún buque de contenedores que con toda seguridad ninguno porta bandera española, eso  sí, el puerto de Málaga se ha convertido en el lugar preferente de esparcimiento de los malagueños, donde van a comer a cualquiera de los muchos restaurantes instalados últimamente en el recinto portuario. Ahora las personas que desean ver algo de mundo, se apuntan a un crucero y eso les basta para cumplir sus deseos de aventura marinera.

Esto que escribo no sé exactamente si será como el cuento de la pescadilla que se come la cola, no sé si será como consecuencia de que cada vez hay menos barcos y menos todavía con bandera española.  Hace algunos años cuando se visitaba el puerto se encontraba uno con todos los atraques ocupados con buques que hacían cabotaje, nunca faltaba algún buque de la Compañía Ybarra o Aznar, algún petrolero de Campsa, alguno descargando grano o carbón, se notaba la actividad. Hoy desgraciadamente los atraques se encuentran vacios, si se ocupan es con algún yate perteneciente a un magnate de petróleo o algún Crucero de esos que tienen seis o siete cubiertas, que se parecen a una caja de zapatos o a un bloque de pisos, estéticamente a mí me parecen feísimos. Dentro del recinto portuario  ya no hay nada que incite a la juventud a tener vocación marinera, ese gusanillo de ver mundo y visitar países exóticos como se solía decir en mis tiempos de estudiante.

Por el contrario, cuando se ven programas en la tele en los cuales la gente va para ganarse unos euros extras, siempre que se le pregunta qué piensa hacer con el dinero, casi un noventa por ciento contesta que su ilusión sería hacer un crucero con la familia, incluida la suegra, posiblemente con la intención de tirarla por la borda o dejarla abandonada en cualquiera de los puertos de escala. Perdonen los lectoras pero esto no es de mi cosecha, lo escuché como chiste en uno de esos concursos que existen en la tele.

Vuelvo a retomar el tema, a los marinos les sucede lo mismo que a los curas, cada año que transcurre, las vocaciones van decreciendo. Los Seminarios están casi vacios y las Escuelas de Náutica (hoy día Universidades) padecen la misma enfermedad. En cuanto a los marinos se refiere, las razones pueden ser varias, una de ellas, es que hoy en día existen estudios más interesantes y que están mejor remunerados, el mayor número se dedican a estudiar informática, que de momento es donde parece que se encuentra el futuro. Por otra parte, estudiar una carrera sabiendo a priori que después no vas a encontrar trabajo porque no existen barcos donde desarrollarla, resulta un poco absurdo.

Las navieras españolas, casi todas, incluyendo las estatales han buscado refugio en países donde la fiscalidad, dicen que les permiten respirar, les llaman banderas de conveniencia y se olvidan por completo cuando años atrás construyeron buques y más buques aprovechándose de las ayudas del Estado que concedía prestamos a muy bajo interés. La entrada en el  M.C.E.  terminó por darles la puntilla, al estar obligados a competir en el negocio marítimo sin ninguna ayuda por parte de Estado español, como por ejemplo: Las Primas a la Navegación. Resultado de todo cuanto he dicho: que ya resulta difícil ver una Compañía Naviera cuyos buques enarbolen el pabellón español y que el interés de la juventud haya cambiado completamente  porque la vida del marino, aunque siempre ha estado rodeada de una aureola de misterio, de aventura y de exotismo, la pura verdad es que siempre ha sido una vida llena de sacrificios, sobre todo en el aspecto familiar, donde no existen Domingos ni fiestas que guardar. Yo, personalmente durante mis 38 años de vida profesional puedo contar con los dedos de una mano las veces que he tenido la ocasión de pasar las fiestas de Navidad en familia y justamente el mayor accidente que he sufrido en la mar fue un 31 de Diciembre de 1967, cuando el buque frigorífico “Sierra Estrella” sufrió un incendio que nos obligó hacer abandono del buque en plena mar. O sea, que a mis 84 años y con la mente aún muy clara, comprendo perfectamente que la juventud haya cambiado de una forma tan radical, dándole la espalda a la mar, lo comprendo y lo acepto pero no  puedo tampoco de dejar de sentir cierta tristeza al comprobar que se ha perdido ese sentido de aventura,esos deseos de querer explorar otros países, esa nostalgia que se siente en el puente de un buque cuando te encuentras a solas con tus pensamientos y rodeado de estrellas como única compañía. También hoy día ha cambiado mucho la navegación, las nuevas técnicas han llegado a los barcos, dotándolos de unos adelantos que te proporcionan más seguridad pero al mismo tiempo le han restado ese punto especial de saber que todo dependía de tu pericia y conocimientos náuticos para que el buque llegase a buen puerto. La frase famosa de que la humanidad se componía de tres especies, los vivos, los muertos y los que navegan ya no está vigente o al menos los últimos casi se puede decir que están pasando a formar parte de los segundos.

Sin más consideraciones que añadir por mi parte en este tema, un saludo como siempre.
Capitán A. de Bonis