lunes, 18 de marzo de 2013

RECORDANDO …………… La Mar del Norte


Después de una década enrolado en el Vapor “Norte”, ocupando plaza de Alumno, 3er, 2º y 1er Oficial, se me ofreció la oportunidad de cambiar de buque. Estábamos reparando en Astilleros  de Santander y nuestro agente allí era Don Francisco García,  Armador del "Rita García". Una mañana se presentó a bordo y me preguntó si me interesaba embarcar a bordo del "Rita García" que se encontraba descargando en Santander y que tenía que cubrir la plaza de 3er oficial. Para mí fue un gran dilema tener que decidir si aceptar su oferta o rechazarla, aparte de los diez años que me unían al "Norte", en él se encontraba también mi padre por aquel entonces Capitán del mismo.  Mi vida profesional se encontraba estancada porque durante todo ese tiempo no había efectuado ni una singladura que no fuera de cabotaje, cosa que me impedía optar a presentarme a los exámenes de Capitán y esa fue la razón principal  por la cual me decidí a efectuar el cambio, echando por la borda una serie de sentimientos difíciles de olvidar. Recuerdo perfectamente que bajé la escala del Norte llorando como si fuera un chiquillo el día que desembarqué por última vez. Resulta increíble cómo te pueden atar unos hierros viejos, pero teniendo en cuenta que allí habían transcurrido casi los mejores años de mi juventud, momentos buenos y malos que unen a las personas, vivido tiempos felices y que dejaba atrás gente a la cual me unían grandes lazos de amistad y familiar, resulta más fácil comprender mi estado de ánimo.
Tenía amigos de mi época que ya tenían el titulo de Capitán porque habían tenido la oportunidad de embarcar en  buques que hacían viajes de altura, y que cuando nos encontrábamos en algún puertos y me contaban los viajes que solían hacer se me removían un poco las tripas , la verdad es que sentía envidia y era como si tuviese clavada una espinita, sobre todo cuando me hablaban del Mar del Norte, contaban tantas cosas que todo me parecía una quimera.
No entré con buen pie en el "Rita García", mi primer día de embarque sufrí un accidente mientras me encontraba en el muelle contando carga, una carretilla de las que transportaban los sacos me embistió por detrás y me hizo perder el conocimiento y por poco no me hace perder la oportunidad de cambiar de buque, ya que ni siquiera aún me encontraba enrolado, pero como el accidente no tuvo graves consecuencias se limitaron a meterme en el camarote para que descansara y cuando me desperté ya estábamos navegando hacia un puerto del Mediterráneo, que no recuerdo cual fue, para completar la descarga.  Una vez finalizada la misma se recibieron órdenes de proceder al puerto holandés de Dordrecht, lo cual significaba que por fin iba a tener la oportunidad de comenzar mis viajes de  altura y entrar en el Mar del Norte.
La única diferencia técnicamente hablando que existía entre el "Rita" y el "Norte", era que el "Rita" disponía de un gonio, muy buena ayuda a la navegación, pero que solo lo podía emplear el Capitán o el Radiotelegrafista, como solía ocurrir en aquella época, método que posteriormente se trasladó al uso del Radar cuando este se implantó en los barcos y donde algunos capitanes solo se creían que estaban capacitados para su buen uso. El Capitán del "Rita García" era uno de ellos, él y solo él estaba capacitado para el manejo del gonio, en aquel entonces aún no teníamos Radar. Por esa razón, desde el mismo momento que doblamos Ushant y nos adentramos en el Canal de la Mancha, los oficiales teníamos la sensación de quedar reducidos a simples serviolas haciendo guardia en el alerón del puente. Gracias al 2º Oficial que me informaba y me tenía al tanto en lo que respecta a navegación, ya que él si había navegado por la zona, me fui dando cuenta de los pormenores de la ruta a seguir, del efecto de las corrientes y de todas aquellas cosas a tener en cuenta para salir airoso en mi primer viaje. Era la primera vez que yo veía un buque faro (chata), la primera vez que comprobaba la influencia que podían tener las fuertes corrientes en el Canal de la Mancha y sobre todo comprobar el grandísimo tráfico marítimo, que como en aquella época aún no estaba regulado la separación del tráfico, obligaba a maniobrar con muchísima más frecuencia. Durante el año que permanecí embarcado en el "Rita García", amén de algunos viajes al continente americano, el resto estuvimos metidos en el Mar del Norte, frecuenté los puertos de Hamburgo, Rotterdam, Dordrecht, Terneuzen, Sluiskil, todos ellos para cargar productos fertilizantes. Me curtí lo suficiente para poder decir que llegué a ser conocedor del Mar del Norte. Entre las muchas cosas que me causaron sorpresa fue el trabajo que realizaban los Prácticos, cómo arriesgaban la vida en sus botecitos para poder abordar y embarcar en caso de mal tiempo. El número de Prácticos que había en el río Elba para subir hasta el puerto de Hamburgo ( si mal no recuerdo 150). Cómo en Rotterdam el practicaje estaba dividido en dos : de salida y de entrada. La forma eficiente del trabajo que hacían auxiliados por los medios más modernos en navegación bajo control de radio. Recuerdo perfectamente como un viaje cerrados completamente en niebla en el río Mosa, amarramos a boyas cuando ni siquiera se veían auxiliados desde tierra a través de radioteléfono. Evidentemente, navegar por el Mar del Norte y hacer cabotaje en España como yo había venido haciendo hasta ese momento era muy diferente, sobre todo por la climatología tan dura a la cual está sometida la zona la mayor parte del año. Recuerdo una noche que estábamos cerrados en niebla y que colisionaron dos buques en las proximidades de Dover, antes de que pudieran ser balizados los restos del naufragio, ya habían colisionado otros dos con los primeros. Las guardias resultaban estresantes, sobre todo cuando con poca visibilidad tenías que navegar en demanda del puerto de Hamburgo siguiendo la ruta marcada por las boyas que te aseguraban que, más o menos, estabas libre de las minas depositadas durante la segunda guerra mundial. Un año, aproximadamente, permanecí embarcado en el "Rita".  Se me presentó la oportunidad de cambiar de compañía y la aproveché, ya que cambiaba a una recién creada y que ya contaba con ocho unidades. Mi primer embarque se produjo en el "Sierra Urbión" una motonave que por aquel entonces cubría una línea regular con carga general entre  el norte de Europa, norte de España y Marruecos. Los puertos principales que tocábamos eran Hamburgo, Rotterdam y Amberes, Bilbao, Kenitra, Casablanca y Tánger. La línea estaba pensada en poder dar salida a la naranja que se producía en la zona del Lukus de Marruecos con destino a Alemania.  Nuestro cometido principal era hacer llegar las naranjas al puerto de Hamburgo durante un fin de semana , para que los Lunes pudieran entrar en la subasta del mercado de fruta.  La experiencia adquirida a bordo del "Rita", sirvió para no tener ninguna clase de problema en cuanto a navegación se refiere.   Con la buena suerte de encontrarme con un Capitán con un talante completamente diferente al anterior y con quien terminé de formarme profesionalmente ya que de él aprendí todo lo relacionado con la carga general,  asignatura que aún tenía pendiente.
Desde que yo me adentré en el Canal de la Mancha y Mar del Norte por primera vez en el año 1961, hasta que desembarqué por jubilación en 1988, muchísimo cambiaron las cosas.  Pienso que uno de los cambios mejores, fue el que se experimentó en el Canal con la regulación del tráfico marítimo, eso a mi parecer disminuyó muchísimo el riesgo de colisión. Solamente quedaba la zona de cruce entre el Continente y la Isla en las proximidades de Dover como extremadamente peligrosa, el peligro siempre existe en la mar porque somos humanos y por supuesto nunca perfectos pero las nuevas tecnologías que se iban integrando en los barcos hacían que progresivamente los peligros fuesen disminuyendo.  Cuando yo me mojé por primera vez solo disponíamos de un compás, de un sextante (que no servía para nada), de un gonio ( que no me dejaban usar), y los elementos personales que cada humano posee. Cuando transité por última vez por la zona, el buque disponía de Giroscópica, Gonio, dos Radares, Navegación y Comunicación por Satélite. La gran diferencia es bien patente.
Como de toda hay en la viña del Señor, aquí no iba a ser menos, si a eso añadimos el tiempo pasado en la zona da para muchísimas cosas, buenas y malas. Como malos recuerdos tengo grabado la colisión que sufrimos en el río Escalda cuando navegábamos a bordo del "Sierra Blanca" en demanda del puerto de Amberes, con niebla y practico a bordo. Otro de igual índole fue el que ocurrió en el puerto de Ámsterdam cuando estábamos maniobrando para salir de la dársena y fuimos embestidos por una gabarra, a consecuencia de lo cual nos obligó a permanecer una semana reparando en puerto. Como bueno, el mejor, el haber conocido a mi esposa en el puerto de Amberes hace cincuenta años.
Cuando en el año 1965 tomé el mando del "Sierra Blanca", ya estaba completamente habituado a la navegación por la zona. En posteriores embarques a bordo de otros buques de la Compañía tuve la ocasión de visitar muchísimos más puertos, puedo decir que hice escala en todos los puertos alemanes de importancia, los holandeses, belgas y franceses. De Inglaterra solo tuve la ocasión de hacer escala en Dover, pero como compensación, la costa inglesa me sirvió en muchas ocasiones como refugio para arribar con malos tiempos. 
 
Antes de finalizar este relato no puedo olvidarme de un suceso que pudo cambiar mi vida profesional y personal en caso de que se hubiera llegado a consumar. Estaba embarcado en el "Rita García" y nos encontrábamos en el puerto de Rotterdam, allí coincidí una noche con mi amigo Rafael Lara en el Stella Maris, éste se encontraba embarcado en un buque de bandera panameña  llamado "Cinderella" que en ese momento se hallaba reparando en Rotterdam.  Me informó y me ofreció embarcar con él ya que la plaza de tercer oficial estaba libre y  el sueldo que se cobraba duplicaba al que yo recibía en el "Rita". Al día siguiente fui a bordo y me presentó al Capitán,  éste quedó de acuerdo con enrolarme . Volví al Rita para hablar con mi Capitán y plantearle mis deseos, pero la negativa fue rotunda y clarísima:  NOOO. Me explicó  que no podía desembarcarme porque no había tiempo para que el Armador enviase un sustituto, y en caso de que lo hubiese, yo tendría que hacerme cargo de abonar los gastos del viaje, por muchos argumentos que intente explicarle no conseguí convencerle . Tuve que volver al "Cinderella para decirles que no era posible aceptar su ofrecimiento. Aunque en ese momento cogí un cabreo de órdago, más tarde le di gracias a Dios por haberme negado el desembarque, ya que hubiera significado un cambio radical tanto en mi vida profesional como personal. Ese mismo viaje recibí telegrama de Marítima del Norte ofreciéndome plaza de 2º Oficial a bordo del "Sierra Urbión" , a nuestra llegada al puerto de Valencia desembarqué y me trasladé a Bilbao donde inicié otra etapa de mi vida profesional.  Sin nada más que recuerde por el momento,  un saludo afectuoso para todos aquellos que tengan la paciencia de leer estos recuerdos.

                                                                Capitán A. de Bonis

miércoles, 13 de marzo de 2013

La parte árida y desconocida de una profesión: la de "Practicaje".

                 
                                       Lancha de Práctico en demanda de buque                
                                                
                        
En diversas ocasiones y de diferentes formas en nuestros días, y gracias a los medios de comunicación social, como son radio, prensa y televisión, se nos ha venido mostrando aquellas partes más atrayentes de una profesión muy marinera llamada "Practicaje". La labor encomendada a unos marinos llamados en España "Prácticos" y en otras naciones "Pilotos", podemos decir que es tan antigua como la propia navegación, pues se deriva inmediatamente de ella misma. Todo se inició cuando alguno de aquellos hombres de mar, dedicados al comercio o a la pesca, mostró a otros navegantes los secretos de ciertas rutas, bajos, corrientes o meteorología, que su experiencia le había hecho conocer, así es curioso encontrar como en algunas páginas de la "Vida de San Pablo", de Holzner, se citan los itinerarios o viajes que los Prácticos romanos confeccionaban para uso de los navegantes y de los que nos da una clara idea la famosa Tabla Peutinteriana. Aquella misma misión, actualizada con la construcción de modernas naves y completos recintos portuarios, es lo que vienen realizando esos experimentados Capitanes de La Marina Mercante que han obtenido el nombramiento de Prácticos. El pilotaje y la maniobra de los buques son tareas francamente interesantes, resultando, quizás, lo más absorbente entre las actividades del marino. La ejecución con destreza y seguridad de estos cometidos, con dureza de viento y mar, en canales estrechos o de poco calado, proporcionan una satisfacción solo comparable a aquellas que puedan tener los profesionales mas exigentes. Es bien conocido que tanto el mar como los buques son constantemente variables, y aún el mismo barco, en determinadas ocasiones, parece como si tuviera temperamento real, al no reaccionar ni obedecer siempre de igual manera. Se dice que la brillantez de algunas personas en el manejo de los buques, es cualidad innata de las mismas, pero aún siendo así, es del todo necesario un gran conocimiento de los barcos y de sus medios de propulsión y gobierno, como de las aguas en donde se mueven. De esta forma se logra tener un temperamento frío, rapidez de reflejos y la necesaria convicción de lo que se está haciendo. Una vez conocidos estos principios, la experiencia será la aliada de la seguridad. Pero a pesar de ello, el Práctico sabe del riesgo y de su responsabilidad. El considerable aumento del tonelaje de los barcos, la natural disminución del espacio maniobrable en los puertos y del incremento de las maniobras dentro de ellos, hace necesario una constante atención en el desarrollo de la maniobra, previniendo que cualquier anomalía en el gobierno o en la propulsión, pueda ocasionar daños muy costosos en las instalaciones, en los buques y hasta en las personas. Este sentido de responsabilidad ante el riesgo y ese continuo estado de tensión, son los que han hecho que organismos de diferentes países hayan realizado, dentro y fuera del trabajo, un profundo estudio de salud y del comportamiento de los profesionales del practicaje.


                            
                                          Buque tanque navegando avante libre.


CAUSA DE STRESS EN LOS PRÁCTICOS.-
Siempre que un Práctico maniobra un barco de gran tonelaje, su corazón eleva sus latidos, al nivel, por ejemplo de un conductor que acaba de realizar una maniobra extrema para evitar un accidente de coche en carretera. Tras efectuar la navegación en su lancha hasta llegar al costado del buque, muchas veces con malas condiciones de mar, el Práctico tiene que trepar por muchos peldaños de una "escala de gato" y subir a veces muchos escalones interiores hasta llegar al puente de gobierno. En ese momento, con un aumento de palpitaciones lógico, él se presta a realizar la correspondiente maniobra. A veces, por causa de la oscuridad de la noche, debe adaptar rápidamente su vista y tomar posición del lugar en donde se encuentra. Su trabajo no tiene una continuidad regular. Trabajan de día y de noche, con diferente climatología, siendo sus horas de sueño, comida y ocio, tan irregulares como su mismo trabajo. Quizás el esfuerzo físico realizado para abordar los buques y efectuar su presencia en el puente de mando, sirva para contrarrestar esas fuertes tensiones que hacen temer por la salud del Práctico y, por tanto, del buque bajo su control. Las pruebas médicas acumuladas durante los últimos años en Inglaterra y en otros países, sugieren que los Prácticos están muy expuestos a enfermedades del corazón y constantes desórdenes gástricos. El reconocimiento a su labor no está siempre presente. Sus amistades o vecinos, que solo le ven cuando está fuera de su trabajo o le hablan por teléfono cuando está en casa, lo consideran un privilegiado que se encuentra de ocio cuando ellos tienen que ir o se encuentran trabajando. Para un Práctico es muy fácil dar la apariencia de estar bien remunerado por un trabajo menor de lo normal, no sólo por esas amistades y vecinos de que hemos hablado, sino también por los armadores y tripulantes de los buques. Generalmente quienes mejor aprecian la labor del Práctico, son aquellos profesionales de reconocida valía, amantes de las maniobras y conscientes de los riesgos que conllevan. Dejando aparte las impresiones que algunas personas puedan tener sobre el hombre que realiza esa labor de practicaje, ¿qué hechos y cambios se han producido en las condiciones de trabajo del Práctico, para que su salud de haya visto afectada y, con ello, la seguridad de los barcos?. Esta pregunta es la que, después de dos años de estudios por un equipo de médicos y de psicólogos encabezados por la Dra. Patricia Shipley, del Departamento de Psicología Ocupacional, se han contestado en el Colegio Birkback de la Universidad de Londres. El equipo examinó a un determinado número de Prácticos mientras trabajaban y en la clínica, haciendo preguntas a todos los Prácticos de Gran Bretaña para completar un detallado cuestionario sobre salud, ocupaciones y forma de vida de los mismos. Un sumario provisional de las investigaciones realizadas se ha presentado aquí, basado en el punto de vista de los propios investigadores.


                                      
                          Práctico embarcando a un buque por la escala combinada.                


ORIGEN DEL AUMENTO DE LAS PULSACIONES.-

No hay duda de que el trabajo del Práctico puede ser mental o físico, ambos con mucha tensión. La tensión correspondiente al estado emocional, pudo ser medida en términos de incremento de las pulsaciones del corazón, tomando para ello a 32 Prácticos y sometiéndoles a diversas medidas, la tabla 1 da una ilustración de los valores máximos dados por los Prácticos en el transcurso de las maniobras. Es necesario precisar que las condiciones meteorológicas fueron generalmente buenas al efectuar estas mediciones, si bien era invierno. Los investigadores señalaron que posiblemente las medidas hubieran sido más altas con mal tiempo. El corazón late más rápidamente cuando se efectúa la maniobra de atraque, aunque esto no lo muestra el cuadro. De entre un limitado número de resultados comparados, es significativo que, mientras los demás factores permanecen generalmente iguales, los latidos del corazón son más frecuentes cuanto mayores son los buques. Esto corrobora las opiniones recibidas de muchos Prácticos, mostrando la ventaja de tomar, en buques de cierto tonelaje y en ciertas ocasiones, un Práctico asistente o ayudante. No obstante, llevando un barco dos Prácticos, han sido siempre mayores las pulsaciones del principal que las del asistente.


                           
                                Lancha en maniobra de desembarque de Práctico.            
PROBLEMAS DE ABORDAJE.-

En base a los mismos criterios anteriores y como ya se ha explicado en otro apartado, el embarcar o desembarcar de un barco puede someter a un Práctico a una severa carga emocional y física. Física por el esfuerzo que supone llega hasta el puente de gobierno y emocional por el riesgo de accidente para pasar de un barco a la lancha o viceversa. Después de la segunda Guerra Mundial, las modificaciones en los buques han tendido a incrementar la altura de sus costados, tanto por la introducción de barcos más grandes como por la tendencia moderna de aumentar la obra muerta, y el límite está en la capacidad que tenga el Práctico para subir. Se ha hecho un diagrama mostrando la relación entre pulsaciones y altura subida, con resultados llamativos para aquellos Prácticos de mucha edad o físicamente mal preparados. De todos modos, muchos de los mejores y experimentados Prácticos no son personas jóvenes y se encuentran realizando esta extenuante actividad como asunto rutinario. Hasta cierto punto ellos pueden adaptar su estilo o maña, para compensar estas dificultades, pero hay razones para exigir mejores y mayores medidas de seguridad en los medios de acceso a bordo. No siempre se cumplen las disposiciones vigentes ni se realizan las preceptivas inspecciones. Una de las utilidades que estas pruebas ha dado, es la comparación con otros grupos de profesionales. Ha sido posible hacer interesantes estudios de stress en Prácticos y otras personas de niveles similares en trabajo y responsabilidad, como controladores aéreos, pilotos de aerolíneas y directivos industriales por ejemplo, llegando a la conclusión de que, los Prácticos están sometidos a un mayor número de latidos, señalando también que los Prácticos están más tiempo de pie que sentados. No se llega a señalar rotundamente que las deficiencias físicas de un Práctico puedan dañar seriamente su salud, pero en verdad un Práctico poco preparado físicamente o poco adaptado psicológicamente, puede estar en peligro.

                                     
                                     Buque tanque en maniobra de amarre a boyas.


MALAS CONDICIONES FÍSICAS.-

Si no se ha encontrado una baja preparación física, sí enfermedades cardiovasculares y de mal funcionamiento del hígado en buena parte de los Prácticos del distrito de Londres. Este grupo podría ser no representativo, pero este descubrimiento confirma los estudios de epidemiología precoz sobre la mortalidad en los Prácticos y son casi un exacto reflejo de las condiciones de salud de los Prácticos de Londres a su vez. En su informe el equipo de investigación sugirió que el estilo de vida llevado antes en la Marina Mercante y seguido por algunos Prácticos, no es el más conveniente para su salud. Desde muy temprana edad navegando, con un régimen de comidas posiblemente diferentes a las de su hogar, nada que los disuada de fumar, sobrealimentación y muy poco ejercicio físico. Del cuestionario psicológico completado por más de 1.000 Prácticos del Norte de Europa, dan la idea del Práctico ideal como un hombre que no se sobreinquieta cuando se presentan riesgos o incertidumbres, que pueden relajarse con rapidez cuando finaliza su trabajo, cuyos ritmos corporales pueden adaptarse a las irregularidades de sus horas de trabajo y pueden compaginar su labor con su vida doméstica y social. Este ideal debe postergarse, porque el riesgo y la incertidumbre están en el corazón del Práctico. El no sabe nunca cual será su próxima maniobra, cual será el buque y que condiciones atmosféricas habrá. Durante sus largos años de trabajo el Práctico deberá ir haciendo frente a los cambios introducidos en la nueva y mayor tecnología de a bordo.


                                           
                                                   Práctico desembarcando                           


ASPECTOS SOCIALES.-

La irregularidad en las horas de descanso puede conducir en una dificultad en el dormir y,en todo caso, un mal descanso. Aparte, hay claras evidencias que muestran que la salud de individuos susceptibles puede ser dañada por la irregularidad de las horas de trabajo. Y no es este el único problema. Hay esposas que no se adaptan a la rutina de la llegada a deshoras de su marido, comer con retraso, interrupciones de sueño y cancelación de compromisos sociales, y no hay razón para creer que ello no puede suceder a las esposas de los Prácticos. Con frecuencia ocurre que los Prácticos y sus esposas emplean menos tiempo en actividades sociales que otros grupos profesionales similares. Normalmente los Prácticos desean una prolongada jornada de trabajo a cambio de una mayor duración del tiempo de descanso. Necesitan relajar su tensión y adaptarse por un tiempo a una vida regular.


CONCLUSIÓN.-

Este estudio quizás ha demostrado que el mundo de los Prácticos no es perfecto. El informe fue complementado y el equipo Birkback hizo muchas y detalladas observaciones, para después efectuar las correspondientes recomendaciones que contribuyan al mejoramiento general. Las principales son las siguientes:
               a)   Reconocimientos médicos periódicos, para detectar y tratar cualquier enfermedad.
               b)  Alejar  los problemas de su vida laboral.
               c)  Asesorar, ayudar y enseñar a los Prácticos, para que sean capaces de superar las incertidumbres y problemas con facilidad.
               d)  Dotando a los Prácticos del tiempo y condiciones adecuadas de descanso.
               e)  Remunerando suficientemente la labor realizada, en razón de su trabajo, riesgo, responsabilidad y tiempo. Asegurándole una capacidad económica para hacer frente a cortos, largos o definitivos periodos de inactividad por accidentes o inutilidad física.
                  
    
TABLA  1.- Servicios de practicaje en que los Prácticos dieron 140 pulsaciones por minuto o más.


        Latidos                              Tipo de maniobra                             Tonelaje del buque

           160                        Buque grande maniobrando                           105.787

           146                        Amarre a una boya                                           21.876

           153                        Atraque a un pantalán                                      31.500

           130                        Desatraque                                                       11.356

           165                        Atraque a un muelle                                         11.828

           151                        Peligro relativo de colisión                               22.160

           170                        Entrada en puerto de esclusa                             21.592



NOTA: La medida de los latidos de los Prácticos en reposo fue menos de 80 latidos
             por minuto.


                                        Marzo de 2013. Bernardino López.-