Futbol
Perdonar
los asiduos lectores que haya cambiado de tema, este de futbol posiblemente no
les interese a casi nadie y mucho menos si no son malagueños o malaguistas. De
cualquier forma se puede considerar como unas pequeñas vacaciones para los
lectores y para mí como escritor, pienso que será un pequeño descanso dejar a
un lado tanto mar y tanto barco, dejemos un rato que naveguen por su cuenta.
Y cuál es
el motivo de este cambio?. Sencillamente porque esta mañana he visto en el
periódico local “SUR” una foto que recoge el homenaje ofrecido al jugador más
longevo del C.D. Málaga, llamado BORREDÁ, y eso me ha hecho pensar en mi
juventud, no solamente por ser jugador del Málaga, sino por otras
circunstancias, extrañas circunstancias que se dan en la vida de vez en cuando.
Ni que
decir tiene que soy un forofo del balompié, no hay partido que den en la tele
que yo no castigue a mi sillón reclinable y me trague sea lo que sea y el
tiempo que sea siempre que se trate de un balón y a veintidós tíos corriendo
detrás de él, esto de la tele es cosa obligada porque a mis 84 tacos ya mi
estado físico no me permite asistir al estadio para ver los partidos en directo
como me gustaría hacer. Todo esto tiene su explicación bien sencilla. Nací en
el año 1933 en la Plaza del Teatro, en Málaga, zona bastante castigada por los
bombardeos de la guerra civil que finalizo en el 1939, cuando yo tenía 6 años.
La zona estaba plagada de solares, lo que nosotros llamábamos “Derribos”
producidos por las bombas que tiraban los aviones que intentaban atinar en la
Iglesia de Los Santos Mártires muy próxima a la Plaza del Teatro y que la
mayoría se perdían en el intento.
La juventud
que en aquella zona vivíamos la única diversión que teníamos era jugar al
futbol con pelotas de trapo que nosotros mismos nos fabricábamos usando
calcetines y medias viejas que rellenábamos con más trapos viejos o con hojas
de periódicos. Siempre que teníamos tiempo libre estábamos dándole que te pego
a la pelota. Quiero decir que aquella generación llevábamos el futbol en la
sangre porque otra cosa no existía.
A esa edad
ya era socio de C.D. Málaga y recuerdo
que me costaba el carnet de socio dos
pesetas al mes, lo cual te daba derecho a ver los dos o tres partidos que se
jugaban a lo cual había que añadir el emblema de auxilio social que costaba una
peseta cada vez que entrabas en el campo. El emblema como su nombre indica era
para sufragar los gastos de los comedores sociales y muchas otras cosas que nos
dejó como secuela nuestra gloriosa guerra civil. Era obligatorio pagarlo para
entrar en todos los espectáculos.
El Málaga
entonces era equipo de tercera división, hasta entonces se había jugado en los
Baños del Carmen y como cosa curiosa, como anécdota, se cuenta que cuando un
árbitro no era del gusto de los aficionados al final del partido terminaba en
la charca que había al lado del campo o directamente al mar que estaba a dos
pasos. Esos terrenos quedaron después para hacer concurso de saltos de caballos
durante los juegos de invierno que se celebraban en el mes de Febrero y que no
sé por qué puñetas desaparecieron. Recuerdo a bastantes jugadores que formaban el
equipo, Mendaro (portero), Salazar y Montoro (defensas), Junco, García y Lecue
(medios), Casanova, Teo, Peralta , Pastor y Emilio (delanteros). Si mal no
recuerdo con este equipo el Malaga se proclamó Campeón de Campeones de la tercera división y ascendió a segunda, siendo el entrenador el famoso “Chales” que
había que ganar o ganar aunque fuese dándole mordiscos en las partes nobles del
contrincante.
De los
anteriores jugadores destacaban varios, entre ellos: Emilio, extremo izquierdo
y encargado de tirar todas las faltas
porque en nada tenía que envidiar a Ronaldo. Otro que destacaba era García,
pero este por muy distinta causa, de vez en cuando había que sacarlo de los
calabozos de la policía para que pudiese jugar el partido porque estaba metido
en todos los berenjenales.
Una vez en
segunda división se convirtió en el equipo ascensor, ya que lo mismo estaba en
segunda que en primera. Por consiguiente hay buenos y malos recuerdos, entre
los primeros se encuentran los nueve goles que metió él solito al Hercules de
Alicante, estoy hablando de Perico Bazán, que cuando tiraba a puerta y daba el
balón en la madera se escuchaba el "crujio" en toda la Rosaleda. Recuerdo a Becerril, a Roldan, a Saso, a Zamora
como Entrenador el primer año que estaba el Málaga en Primera, a Gonzales,
defensa derecho que había pertenecido al Granada y que cuando venía a jugar a
Málaga se le llamaba de todo menos bonito, pero que cuando fichó por el Malaga
se convirtió en un ídolo y terminó jugando en el Madrid, lo mismo que Becerril.
A todos cuanto recuerdo no los puedo meter en la lista porque se haría
interminable. Yo solamente quiero hacerme una pregunta, cuanto habría que pagar
hoy día por un jugador como Bazán, por ejemplo. A mí me atacan los nervios
cuando veo a un jugador que ha metido un gol y enseguida se va hacia la grada
besando el escudo que lleva en la camisola como si fuera el equipo de sus
amores y fuera capaz de dar hasta su sangre por él, mientras su representante
(porque todos tienen su representante) está intentando colocarlo en otro equipo
donde él y el jugador puedan ganar un milloncete más.
Pero mi
escrito de hoy como he dejado dicho anteriormente se debe a una extraña
circunstancia. Yo me preparaba para ingresar en la Escuela de Náutica en una
academia que se encontraba al comienzo de la calle Mariblanca, haciendo esquina
encima de una farmacia, el Director y único profesor se llamaba D. Ricardo
Puente, ingeniero de telecomunicaciones y apartado de su carrera por tener
ideas masónicas (según contaban las malas lenguas). La academia se limitaba a
una habitación pequeña donde apenas cabíamos diez alumnos. El resto de las
habitaciones de la casa que regentaban dos hermanas muy viejecitas eran
ocupadas por distintos huéspedes. Y una de aquellas habitaciones contigua a la
nuestra estaba ocupada por el jugador del Málaga BORREDÁ que estaba obligado a pasar por
nuestra aula cuando quería salir de su habitación. Algo parecido a la
habitación que debe ocupar Ronaldo y compañía en la actualidad. Eso es lo que
me ha hecho escribir este relato, viendo y recordando a aquel muchacho que hoy
dia tiene 87 años y que como yo soy un sentimental empedernido han hecho que
las lagrimas afloren a mis ojos y me diga a mí mismo: Arturo, como ha cambiado
esta puñetera vida.
Capitan
Arturo de Bonis.
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