miércoles, 19 de marzo de 2014

AGRADECIMIENTO AL CAPITAN D. ARTURO DE BONIS MACIAS.


No puedo pasar sin escribir en este nuestro blog del Círculo Marítimo la nota de agradecimiento al capitán D. Arturo de Bonis Macias, por su inestimable colaboración con sus magníficos y amenos escritos publicados en el mismo, los cuales me han hecho pasar y al mismo tiempo revivir nuestros buenos, regulares y malos "tiempos en la mar", así como recordarlos con nostalgia y como él mismo escribió en uno de ellos: "de volver a nacer hubiera elegido ser marino otra vez", afirmación que comparto integramente.
      La mar y sus gentes, tienen algo que "engancha" y al mismo tiempo te llena y aún más recordando esos momentos puntuales  que jamás se olvidan.
     Quiero desde aquí animar a mi amigo Arturo a seguir escribiendo en este nuestro blog, pues sé, con certeza absoluta, que aún le quedan muchos y variados temas interesantísimos que contarnos y al mismo tiempo hacernos pasar con ellos muy agradables momentos de lectura
     Quiero repito, agradecerte el habernos hecho pasar muy buenos momentos con tus vivencias tan amenas, interesantes y entrañables
      Muchas gracias Arturo, espero seguir leyendo tus articulos.


                                               Capitán: Bernardino López
         
        
                     

sábado, 15 de marzo de 2014

RECORDATORIO (VII)

Éste será mi último recordatorio, algunos de los lectores dirán: por fin, ya iba siendo hora. De cualquier manera, si alguien no estaba contento con tanto rollo, que se queje a nuestro amigo Carlos Navarrete, administrador y responsable del blog, que me ha estado dando cuerda durante todos estos meses para que no parase; pero a mí me ocurre lo mismo que les sucede a los muñequitos que se mueven tocando el tambor con las pilas “duracell”, al final las pilas se agotan y todo se para, la vaca ya no da más leche. Yo, después de escribir en MIL AÑOS DE MAR y los artículos recordatorios del blog me he quedado completamente vacío. A los que han leído los artículos, les agradezco la paciencia esperando no haberles aburrido demasiado.
Ahora ya solamente me queda hacer un recorrido por la pesca de arrastre para dar por terminado mis vivencias con los profesionales de este sector. La verdad es que el contacto con este tipo de pesqueros, ha sido mucho menor que con los marisqueros y atuneros, no obstante, lo suficiente como para poder dedicarles unas cuantas líneas.
Aquí no fue pionera Marítima del Norte ya que cuando iniciamos los transbordos en Walvis Bay aquello ya llevaba funcionando algún tiempo. No recuerdo exactamente el momento en  que se inició el boom de la “Rosada”; desde luego fue en un abrir y cerrar de ojos, de pronto se corrió la voz y aparecieron barcos y más barcos arrastreros españoles que, unidos a los de otros países, convirtió a Walvis Bay en  una base importante de buques de pesca. Durante bastantes años nuestros buques estuvieron realizando transbordos a los pesqueros de la empresa Pescanova y otros independientes y transportando la carga a la factoría que Pescanova tiene en Chapela (Pontevedra). Estos transbordos a veces se realizaban en Ciudad del Cabo, de acuerdo con las necesidades y preferencia de los pesqueros.
Buque factoría "Galicia"
De Walvis Bay recuerdo que aparentaba una ciudad completamente vacía, más bien muerta, la cuestión del apartheid se llevaba de una forma muy estricta.  La aduana hacía unos controles muy rigurosos a nuestra llegada, incluso la revista “Interviú” era necesaria ser declarada por el contenido de desnudos y guardadas en el sello hasta nuestra salida de puerto. Por el contrario, esto era el reverso de la moneda de las famosas reuniones que se solían tener en casa de la “panadera” donde un circulo (bastante grande) se reunía para ver las películas porno que ella proyectaba para tener contenta a su clientela. Una o dos cafeterías en el centro de la ciudad, donde se podía tomar café o helados servido por negros que portaban guantes blancos. Los Capitanes solíamos ser invitados en casa del agente de Pescanova, el Sr. Jalón, donde su esposa nos obsequiaba con algún que otro refrigerio y se pasaban las tardes-noches con reuniones bastante amenas.
De repente la flota de Pescanova le dijo adiós a Namibia y puso rumbo al W. donde encontraron nuevos caladeros cerca de las costas argentinas, por lo visto bastante fructíferos  ya que se comentaba que hacían largadas de 50 toneladas, y como puerto base se estableció el puerto argentino de Bahía Blanca.
Precisamente en Bahía Blanca, coincidiendo con unas Navidades, nos reunimos tres buques de Marítima del Norte y siete de la flota de Pescanova para realizar transbordos. Todos los mandos de Pescanova se fueron a Buenos Aires para reunirse con las familias que habían llegado de España con motivo de las fiestas. Solamente un Capitán de Pescanova quedó en Bahía Blanca al mando de toda su flota para organizar las operaciones de transbordo. Allí se formó un “cacao” de padre y muy señor mío. Cuando Pescanova pidió responsabilidades por la tardanza en los transbordos, a nuestro querido “amigo” no se le ocurrió nada más que decir que los Capitanes de los “Sierras” nos habíamos dedicado a la “dolce vita”, acusación completamente falsa; la cosa no llegó a mayores debido a que fue fácilmente demostrable -por nuestra parte- que todo fue mala intención del Capitán de Pescanova por exonerar su responsabilidad, ya que la mayor parte del día se lo pasaba “mamao”. Varios viajes más realicé a Bahía Blanca sin que se produjese ningún incidente.
Muchos y variados viajes he realizado con las bodegas llenas de pescado, empezando por transbordos efectuados en aguas de Villa Cisneros del buque factoría Galicia (antiguo trasatlántico “Habana” reconstruido por Pescanova) con  destino a España. Otros efectuados en aguas de Irlanda a buques rusos con destino a Nigeria; desde Montevideo para Nigeria; desde Puerto Deseado (Argentina) para España.
De Puerto Deseado lo único que puedo decir es que muchísimas ganas de llegar a puerto tendría él que le puso el nombre a esa ratonera. Las entradas y salidas están supeditadas a la pleamar. Cuando se arriba por primera vez y después de bajar la marea miras por dónde has entrado, los pensamientos no son de lo más agradables. Las salidas no están aseguradas ya que con Práctico a bordo , a veces se tienen que suspender si no calma el viento que suele soplar casi las 24 horas del día con fuerza 6 o 7, salvo en el repunte de la marea que suele  calmar y se aprovecha para maniobrar. Varias veces he hecho escala en ese puerto y la verdad es que el nombre no corresponde a las circunstancias que lo rodean.
Congelador "Conde de Gondomar"
Otros de nuestros destinos fue el Estrecho de Magallanes donde se solía transbordar en Punta Arenas y, cuando Pescanova creó Empresas Mixtas en Chile que le permitía pescar en los canales patagónicos, llegamos hasta el puerto de Chacabuco al que se arribaba después de navegar dos días por dichos canales. Navegar por los canales era una gozada, el único inconveniente es que para entrar en ellos era necesario cruzar el Golfo de Penas, la salida al Pacifico del Estrecho de Magallanes y eran diez horas de verdadera pena atravesados a la mar que se pasaban canutas.
De lo que guardo mejor recuerdo de esta etapa de mi vida profesional, son mis estancias en el puerto angoleño de Tombwa (antiguo Port-Alexandre). La empresa de “Gabrielitos”, aprovechando lo que quedaba de la infraestructura en este puerto de las pesquerías que había cuando era colonia portuguesa, montó un puerto base para su flota que operaba en la zona. Desde Vigo, Huelva y Las Palmas les llevábamos todos los pertrechos necesarios, incluido víveres, entrepot y gasoil para poder mantener aquel puerto base en medio de aquel desierto de arena donde no había de nada en absoluto. Tombwa era un remanso de paz. Nuestras estancias solían durar diez días entra la descarga de pertrechos y el transbordo del pescado. En ciertas épocas del año la bahía se convertía en un paraíso para los pescadores de calamares, pues no había nada más que echar la potera y al momento ya había alguno enganchado,  era una verdadera gozada. Existía cierto pique entre algunos miembros de la tripulación por ser el “Number One” Había noches que antes de las 12, hora de retirada, ya se habían conseguido hasta doscientos kilos de calamares, que no teníamos ningún problema en conservar pues se metían en bandejas y al frigorígeno más cercano se ha dicho.
Estos fueron mis últimos contactos con los pesqueros y con la gente de la pesca. Mi último viaje fue uno mixto y por cierto el más largo de mi vida profesional; 32.000 millas desde nuestra salida de Vigo hasta nuestro regreso al mismo puerto. Vigo-Irlanda en lastre. Irlanda-Durban con carne. Durban- Punta Arenas en lastre. Punta Arenas-Montevideo-Vigo con pescado. De Vigo a Huelva con pertrechos para pesqueros, y si hubiera sido en otra época podría decir: “Y aquí colgué el sextante”, pero ni una sola vez fue necesario utilizarlo durante las 32.000 millas. Desde que embarqué por primera vez en el año 1951 hasta el 1988 en que dije adiós a los barcos, muchísimo habían cambiado las cosas. Los GPS ya se habían impuesto de una forma rotunda y los sextantes se estaban apolillando irremediablemente. No obstante me gustaría hacer un pequeño comentario a este respecto. Cuando no existían los GPS, nos conformábamos con el horario de la mañana y la meridiana del mediodía y todos tan felices y contentos hasta el día siguiente. Cuando aparecieron los satélites que nos proporcionaba una situación exacta cada cuatro horas aproximadamente (dependiendo de la zona), cuando por cualquier causa erraba la situación, ya nos poníamos nerviosos; está visto que al género humano no hay por donde agarrarlo, cuanto más tiene más quiere, no solamente tratándose de dinero.
Y tanto hablar de pesqueros y de pescadores no puedo cerrar mi recordatorio sin expresar mi punto de vista después de tantos años metido en este mundo tan especial. En primer lugar decir que el pescado no tiene precio. Recordarle a la señora que se quejaba en un restaurante porque le habían puesto la rosada congelada, que hay ciertas especies de pescado que no se pueden consumir frescos, uno de ellos es la rosada que se pesca a muchas millas de España y eso hace imposible que llegue fresca a nuestro plato. Expresar mi admiración por todos aquellos que han dedicado su vida al mundo de la pesca, ya que si el ser marino conlleva un enorme sacrificio, al pescador hay que darle un plus por la dureza en que se desarrolla su profesión. En la actualidad los buques pesqueros están dotados de una tecnología que antes no tenían; antiguamente sólo contaban con la experiencia, la vista, el oído y hasta el olfato para poder triunfar en su profesión, eso les hacía ser muy cautelosos y no se fiaban ni de su sombra a la hora de hablar de capturas, las claves de pesca que se intercambiaban entre los más íntimos no se las creían ni ellos mismos. Yo he conocido como un padre y un hijo, ambos patrones de pesca se mentían a la hora de pasarse las notas de pesca, incluso a los propios Armadores siempre les informaban de las capturas por defecto para el caso de que vinieran mal dadas. Todos esos detalles los conocía porque como dije una vez, mi despacho era un confesionario donde no se podía mentir a la hora de firmar las hojas de transbordos. Y otro detalle más, dicho por ellos mismos, si quieres triunfar en la pesca, cuando embarcas debes dejar el corazón en tierra y pensar solamente en que el saco venga siempre lleno y cuantas más veces mejor. La pesca es así y debido a todas esas circunstancias el pescado no tiene precio o por lo menos el precio justo.
¡Adiós, amigo Carlos, hasta más ver!.
Capitán A. de Bonis


lunes, 10 de marzo de 2014

RECORDATORIO (VI)

Yo de atunes no tenía ni la más remota idea, solo sabía que existía una almadraba en las proximidades de Tarifa que se dedicaba a la captura de estas especies  y que, llegada cierta época del año, desde el puerto de Bermeo salían barcos y más barcos armados con cañas que se dedicaban a la pesca del bonito. Algunas veces vi recalar a estos cañeros en el puerto de Gijón en mi época del carbonero y los recuerdo porque verdaderamente se hacían notar en El Musel, y para de contar. Hoy día no tienes problemas, entras en Google con las palabras “túnidos” ó “buques atuneros” y en 30 segundos ó menos , te ofrecen más de siete mil artículos que te informan de todo lo relacionado con el mundo de los atunes. Yo que  he leído algunos de esos artículos me ha sorprendido lo poco que conocía del tema a pesar de haber transportado miles de toneladas por el Pacifico y todo el Atlántico, llevando la pesca capturada por atuneros españoles y franceses a diferentes factorías repartidas por Puerto Rico, España, Francia e Italia, donde se elaboran esas enormes piezas de pescado hasta dejarlas reducidas a la “casi nada” porción de 112 gramos metidos en una lata.
No obstante, al igual que he narrado mis experiencias vividas con los marisqueros, deseo hacer lo mismo con las vividas con los atuneros que, por supuesto, no figuran hasta el momento en ninguno de los artículos publicados por Google.
Estaba embarcado en el “Sierra Estrella” cuando, desde el departamento comercial de Marítima del Norte, me comunicaron que debía contactar por radio con el Patrón de un buque atunero llamado “Algeciras” que se encontraba pescando en aguas del golfo de Guinea o proximidades. Hacia esa zona arrumbamos y una vez que el contacto fue establecido acordamos entrar en el puerto de Abidjan (Costa de Marfil) para efectuar el transbordo de la pesca que tenía que, si mal no recuerdo, se trataba de unas 120 toneladas. Así lo hicimos; entramos en Abidjan donde ya se encontraba el “Algeciras” esperándonos, nos abarloamos y ese fue mi primer contacto con el mundo del atún. Mundo que -ya por anticipado digo-  resultaba completamente diferente al de la pesca de marisco. El “Algeciras” era un atunero relativamente pequeño comparado con los que en la actualidad se construyen para este tipo de pesca. El Patrón, un vasco nacido en Fuenterrabía, fue mi primer informador de todo lo relacionado  con esta actividad pesquera, por aquel entonces poco desarrollada y donde primaba la flota  francesa muy superior a la española tanto en número de buques como en tecnología. Los franceses siempre nos llevaron delantera porque se gastaban los cuartos en buques científicos que investigaban todo lo relacionado con la pesca del atún.
Creo recordar que el Patrón del “Algeciras” se llamaba más ó menos Endualle o algo parecido, pero de lo que estoy segurísimo es que el mote que tenía entre los propios pescadores franceses era el de “Napoleón”, como se puede suponer este mote correspondía a que por ellos mismos estaba considerado un fuera de serie. Durante el tiempo que duró el transbordo hicimos bastante y buena amistad. Me contó que el hecho de saber francés le permitía enterarse de mucha información que se cruzaba entre los pesqueros franceses y por supuesto de la cruzada entre los españoles. Cuando en aquellos años los buques no disponían de la gran tecnología de que hoy disponen, la información que podían recoger de otros barcos era primordial y naturalmente esta información era a base de ejercer de espía de una forma continuada las 24 horas del día, intentando interceptar las comunicaciones entre unos y otros con la intención de saber dónde aparecían las manchas de atunes. También me explicó cómo se pescaba con el cerco de jarreta y el uso que se le daba a la embarcación auxiliar llamada panga. De las condiciones de temperatura del agua del mar para que pudiera darse la posibilidad de encontrar pesca, de los signos externos que se daban para poder localizarla y muchísimas cosas más, y como “secreto”. la posibilidad de usar pólvora (petardos) para hacer salir a la superficie cuando se suponía que el pescado estaba en el fondo. Según él, esta circunstancia se daba con mucha frecuencia en la desembocadura del rio Congo. Lo único que no me contó fue lo de la pesca “al objeto” porque aún no se había descubierto. Finalizado el transbordo salió a la mar y a los diez días estaba nuevamente abarloado al “Sierra Estrella”. No recuerdo si realizó una o dos salidas más, pero desde luego sí recuerdo perfectamente que en menos de un mes nos llenó el barco, unas 450  toneladas aproximadamente. Esta carga fue descargada en el puerto de Algeciras, para abastecer la fábrica de conservas Garavilla. De esta descarga recuerdo una anécdota graciosa; un periódico local publicó en las reseñas de movimientos portuarios la siguiente nota: Se encuentra en puerto el buque frigorífico “Sierra Estrella” descargando un cargamento de “tunecinos” congelados…y el cronista se quedó tan pancho.
También efectué varios viajes entre Arrecife de Lanzarote y Algeciras para transportar el atún que los barcos cañeros pescaban y vendían directamente a la factoría de Garavilla en Arrecife, ya que ellos controlaban a la flota bermeana  que se desplazaba a la zona de Canarias.
Pero el verdadero boom del atún comenzó cuando varias compañías de Bermeo empezaron a sacar barcos para la pesca de cerco. Recuerdo principalmente a Echebastar, Pevasa y los Albacoras. Toda esta flota se iba desplazando a lo largo de la costa africana de acuerdo con la época del año, montando bases en puertos que empezando por Dakar se proyectaban hacia el sur: Freetown, Abidjan, Punta Negra. Incluso recuerdo que se efectuaron algunos transbordo en el puerto de Mossamedes en Angola. En todos estos puertos citados se efectuaban los transbordos para transportar la pesca a los sitios más dispares, unas veces a Italia, otras a España, muchísimas veces a Puerto Rico (Mayagüez y Ponce), todo dependía del mercado y el mercado aunque parezca mentira estaba controlado por los italianos.
Yo, la pesca del atún la consideraba la pesca de la paciencia, a diferencia de la de arrastre que puede ser considerada la de la constancia. A esta conclusión llegué después de pasarme días y más días fondeados en Abidjan esperando que los atuneros tuvieran la suerte de encontrar los deseados atunes. En Abidjan se concentraba la mayor parte de la flota; a la mañana los patrones de pesca se reunían en la oficina que el agente tenía en el puerto y allí esperaban noticias de la batida que efectuaba la avioneta que tenían contratada, en la cual, además del correspondiente piloto iba acompañado de un patrón de pesca que era el responsable del ojeo. Este sistema lo consideraban más rentable que tener a toda la flota paseándose de un lado para otro. La avioneta tenía una autonomía de unas cuatro horas, lo cual le permitía hacer un buen recorrido. Cada día se turnaba el patrón que acompañaba al piloto. Entre los patrones había de todo: finos, entrefinos……(como dicen los gallegos), había uno que ocupaba el último escalafón del dicho gallego, que se negaba a montarse en la avioneta alegando que su órgano genital no entraba en el tubo que tenía habilitado en la cabina para poder evacuar la orina en caso de necesidad. Había otro bastante zoquete que le hicieron creer que en la compañía donde solían volar para hacer los relevos del personal, si pagabas un suplemento tenías derecho a roce con la azafata. Las mañanas de espera se pasaban de una forma entretenida como se puede ver De vez en cuando se organizaban buenas reuniones en casa del agente alrededor de un buen marmitaco que como se puede deducir lo solían bordar siendo de Bermeo la mayoría. Un punto de coincidencia que tenían muchos de éstos patrones es que habían hecho el servicio militar enrolados de marineros en el “Azor”; por lo visto D. Francisco seleccionaba a la tripulación pensando en la fama de los bermeanos como pescadores de atún.
Con el tiempo, cada año salían barcos más modernos y cada vez era más difícil encontrar pesca, la novedad en aquella época fueron los helicópteros que ayudaron bastante a solucionar el problema. La flota se expandió y una vez fuimos a Cumaná para realizar un transbordo a un barco que se había abanderado en Venezuela por la sencilla razón de que el combustible lo tenía más barato que el agua. Pero el transbordo fue un desastre porque los venezolanos no estaban acostumbrados a manejar esas piezas de pescado y la solución final fue que los marineros tuvieron que hacer la estiba. Más tarde pasamos el Canal de Panamá y entramos en el Pacifico donde ya había llegado buena parte de la flota atunera española, con barcos aún más modernos y provistos de helicópteros y de spidos, unas lanchas rapidísimas que se empleaban para llegar lo antes posible a las manchas de pescado detectadas con lo cual se consideraba  que tenía prioridad. Los transbordos los efectuábamos en la isla de Taboga (en las inmediaciones del Canal), en Vacamonte  y en el puerto ecuatoriano de Manta. Casi un año pasé llevando atunes al puerto de Mayagüez proveniente de la flota que operaba en el Pacifico. Hoy día hasta los helicópteros pasaron a mejor vida; con los medios tecnológicos que disponen ya no los necesitan. En el Índico, en las proximidades de las  islas Seychelles, opera la mayor flota atunera que uno se puede imaginar que yo mismo me recreo viéndolos en los videos que se publican.

Capitán A. de Bonis