lunes, 7 de septiembre de 2015

ÁFRICA TEMA Nº DOS

Antes de seguir navegando hacia el Sur, deseo reseñar que cuando estuve al mando (de forma esporádica durante seis meses) del buque gasero “Sant Jordi”, me tocó  hacer escala en dos ocasiones en el puerto de Mohammedia  muy cercano al de Casablanca con el fin de descargar Etileno. En la primera ocasión toda la operación se desarrolló sin incidente alguno. El tiempo era muy bueno, la maniobra de atraque se efectuó con ayuda de dos remolcadores y Práctico que procedían de Casablanca. La operación de descarga se efectuó sin novedad en aproximadamente  doce horas y desde aquí procedimos al puerto de Tarragona para completar la descarga.
B/T "Sant Jordi"

En la segunda ocasión las circunstancias fueron completamente diferentes, debido al mal tiempo reinante en la zona, en el interior del puerto había muchísima resaca lo que impedía permanecer atracados sin dar continuos golpes contra el muelle, motivo por el cual tuvimos que volver a la rada y fondear en espera de mejoría del tiempo. El hecho estaba motivado a que las amarras de popa estaban engrilletadas a una boya y no encapilladas en noray fijo en el muelle, porque dicho noray estaba siendo usado para amarrar el yate imperial, el cual resultaba intocable. Diez días permanecimos fondeados en las proximidades del puerto con tres intentos de atraque fallidos porque las condiciones del tiempo no eran favorables y las condiciones de amarre tampoco habían cambiado; por lo visto, las necesidades de Etileno no eran las suficientes como para permitir encapillar nuestras amarras en el mismo noray en que las tenía el yate imperial. Como resultado de este absurdo contratiempo fue que recibimos órdenes para abandonar Mohammedia y proceder a un puerto sueco para efectuar la descarga y con esto digo adiós a Marruecos y al “Sant Jordi”, ya que desembarqué para volver a los “Sierras” en el puerto de Terneuzen, una vez que el buque tomó un nuevo cargamento.

Para poder seguir navegando hacia el sur no tengo más remedio que embarcar en uno de los muchos buques frigoríficos que tenía la compañía, no importa cual porque entre 1965 y 1988 en que me jubilé, creo que estuve en todos dedicados principalmente al transporte de marisco, túnidos, merluza y rosada desde Namibia y chicharros para el puerto de Lagos en Nigeria.

El primer puerto fue Villa Cisneros, más que puerto podríamos llamarle ensenada, rada o bahía, allí se encontraba fondeado el buque factoría de Pescanova, el que fue de Trasatlántica y llamado “Habana” que fue reconstruido por la empresa gallega. Los transbordos no se efectuaban abarloados sino que se hacía por medio de unas pequeñas lanchas en las que cabían justamente el motorista, una lingada con cajas de pescado y dos marineros que aguantaban la lingada en el trayecto entre el buque factoría y el mercante y después para engancharla y desengancharla del gancho del cable de la grúa, los transbordos resultaban lentos y penosos de acuerdo con el estado de la mar y en algunos momentos nos veíamos obligados a suspender cuando la fuerte marejada hacía peligrar la operación de transporte. Solamente en una ocasión hice esta clase de transbordo y nada más digno que relatar sobre el mismo, aparte de decir que desde ese momento me di cuenta de la dura vida que soportaba la gente de la mar dedicada a la pesca.

Reitero que esta narración no tiene un orden cronológico sino que está realizada de acuerdo con las escalas que hice siguiendo el curso de la costa de norte a sur.
B/F  "Sierra Estrella"

El siguiente puerto donde hice escala en la costa africana fue en Mauritania, en el puerto de Nuadibú (Nouadhibou en árabe), el antiguo Port Etienne de los franceses, para hacer un cargamento parcial de pescado congelado procedente de la factoría que había sido construida con la ayuda del Estado Español, el I.N.I... De mi estancia en este puerto guardo tres recuerdos. El primero: que las autoridades con su afán de obtener dádivas, cuantas más mejor, se hacían los duros y exigían cosas que nunca me habían solicitado en ningún puerto, cotejar todos los certificados del buque y las cartillas de navegación de los tripulantes para comprobar que todo estaba inscrito en el Rol. Tuvimos mucha suerte de que todo estuviera en orden, ya que posteriormente tuve conocimiento de que a un Capitán de nuestra Compañía le habían incluso llegado a dar con el Rol en la cara por encontrar un fallo en una de las diligencias. A pesar de todo hubo que hacer una buena derrama de cigarrillos para que se quedaran tranquilitos como normalmente suele pasar en todos los puertos africanos y otros que no son africanos. El segundo recuerdo que guardo es comprobar que las cabras, coman lo que coman dan leche, no sé el nombre de la marca resultante y por lo tanto no puedo hacer publicidad. Con mis propios ojos comprobé que todo el cartón que tiraban de la factoría de pescado, era consumido por una piara de cabras en menos que canta un gallo, además parece que incluso tenían cronometrado la hora en que la factoría hacia la limpieza del cartonaje, pues todas aparecían por los alrededores de la factoría a la misma hora. El tercer recuerdo es el más agradable de todos los que me acontecieron en nuestra estancia en el puerto de Nuadibú. El puerto era pequeño y el único atraque lo ocupábamos nosotros. Un buque científico francés arribó y como no había atraque  tenía que permanecer fondeado en la rada esperando que nosotros finalizáramos las operaciones de carga y como ésto era cuestión de varios días, el Comandante solicitó si podía permanecer abarloado a nuestro costado; como mi respuesta fue afirmativa correspondió invitándome a cenar y a mostrarme el buque con todos los adelantos que ya existían en aquella época y más tratándose de un buque científico. Contaba ya con navegación por satélite y recuerdo perfectamente que contaban con un habitáculo que se mantenía a una temperatura determinada y en cuyo centro iba instalado un artefacto imponente y que resultaba ser el alma del sistema. Todo resultaba impresionante teniendo en cuenta y comparándolo con lo que en aquella época disponíamos los “Sierras”. Pero ese detalle me hizo sonreír bastante cuando bastantes años más tarde vinieron a instalar un  G.P.S . en un “Sierra”, no recuerdo cual de ellos, sólo que nos encontrábamos en el puerto de Las Palmas cuando aparecieron tres japoneses con un maletín de mano y preguntando donde queríamos que fuese colocado el G.P.S en la mesa del Cuarto de Derrota. Cuánto había cambiado el mundo y cuánto tendría que cambiar -en cuanto a comunicaciones se refiere- en tan poco tiempo relativamente.

Y desde Cabo Blanco a Cabo Verde, al puerto de Dakar, puerto donde verdaderamente empezó Marítima de Norte y yo al mando del Sierra Estrella en el 1965 la aventura africana y el tráfico frigorífico y donde yo -personalmente- pienso que para mí empieza la verdadera África negra, pero si me perdonan lo dejaremos para el próximo capítulo.



Capitán A. de Bonis.          

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