“Fue el peor tifón que aguanté en mi vida”, me
contaba. “Era tal la escora del barco, que
se dormía encogiéndome el corazón
ante el temer que no se adrizara”.
Me encargó que recreara ese momento, viéndose el
nombre del barco, cuya fotografía –bastante mala- pude conseguir por Internet,
ya que él no conservaba ninguna.
Un tifón de esas características no permite que las
olas arbolen, pues su durísimo viento arrastra la cresta creando una lámina de
agua y espuma que convierte la mar en casi blanca, aunque las ondas siguen
siendo desmesuradamente grandes. La espuma que se eleva varios metros y la
lluvia que acompaña esos momentos arrastrada por el huracanado viento, hace que
la visibilidad sea casi nula.
Si esto se intenta recrear en una pintura, sólo se
apreciaría como una mancha confusa sin apenas distinguir formas y menos el
nombre del barco y, aún así, la sensación de contemplar lo que fue, se
disminuye ante la falta del rugiente sonido de un viento que puede superar los cien nudos.
Y, finalmente, el tamaño de la obra. Para
representar una situación semejante, ha de ser de dimensiones grandes para que
impere la mar y. el buque a cierta distancia con tamaño que sirva de referencia
para calibrar la magnitud de las olas, aunque lo suficiente como para distinguir su nombre.
La obra aquí representada es pequeña y el buque no
encaja como debería. Para que represente lo que se pretende, tendría que haber
más mar. Pero se me exigió este tamaño por el
lugar en que tenía que ubicarse.
He intentado pintar una mar entre arbolada y
montañosa, pero sin llegar a confusa, que sería la propia.
De todas formas, dada la escora del “Golden Comet” y
el fuerte impacto en su costado de babor, dándole algo de imaginación “oyendo”
el rugir del viento, así se puede imaginar el momento; y si el que lo contempla
es un marino, pues casi todos los navegantes que pasaron años en la mar han
tenido que sufrir alguna vez situaciones semejantes. Lo vivirá.
Creo que esta explicación justifica la completa
falta de realismo que exigirían aquellos días que vivió mi querido amigo
Antonio Terrón del Río.
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