martes, 28 de julio de 2015

1959 MI PRIMER EMBARQUE

En Febrero de 1959, recién cumplidos los veinte años, obtuve mi flamante Certificado de ALUMNO DE NÁUTICA. Todos sabemos la alegría y la sensación de libertad, que al menos en aquellos años se experimentaba. Éramos conscientes de que nuestra carrera se diferenciaba mucho de casi todas las otras, en las que al terminar apenas pasaba nada. A nosotros se nos abría el mundo, y para mi desde luego fue así.
Había llegado a Cádiz cuatro años antes procedente de Madrid, en donde había vivido desde los dos años. Y tengo que confesar para que se comprenda todo, aunque con cierto rubor, que a pesar de haber nacido en Algeciras, y a pesar de ir a Cádiz a estudiar para Capitán de la Marina Mercante…..fue a los dieciséis años de edad la primera vez que vi el mar, fue desde la Alameda de Apodaca, cerca de la residencia de estudiantes donde vivía. Naturalmente no dije a nadie ni pio. Miré al mar como aquel que era lo único que había visto en su vida, casi con desprecio.
Al matricularme de primer curso, el impreso de matrícula  tenía estampado de manera muy visible un sello que decía algo muy parecido a esto: “ Se advierte a los alumnos y a sus padres o tutores de la extrema dificultad  de encontrar buques para efectuar las practicas etc...” , naturalmente no se hacía ni caso. Si querías hacer la carrera no estaban las cosas para remilgos.
El tiempo empleado en la carrera fue ameno, aunque con estrecheces. Estudiábamos el grupillo de amigos con bastante entusiasmo (mucho más que ahora), comentábamos los temas y los exámenes (ahora más bien poco), sobre todo las asignaturas náuticas, incluso nos preguntábamos  retándonos a contestar, lo que nos inducia al estudio. Hoy seriamos considerados unos bichos raros  aunque es cierto que no teníamos ni móviles ni ordenadores, ni un duro. Visitábamos algunos barcos (Virginia de Churuca, Satrústegui, Begoña, Monserrat etc.) que nos parecían míticos e inalcanzables.

Pero lo cierto es que yo al menos (y creo que ninguno), había navegado ni navegué ni un centímetro antes de empezar las prácticas. No tenía ni idea de si me marearía o no. Y lo cierto es que no me preocupaba, o por lo menos no recuerdo que me inquietara lo más mínimo, igualito que ahora.
Afortunadamente en el 59 y años posteriores no costaba excesivo trabajo encontrar buques.
Tenía un amigo que trabajaba en las oficinas de la Empresa Nacional Elcano en Madrid que me había prometido buscarme embarque y se portó fenomenal, pues a primeros de abril recibí un telegrama de la Empresa comunicándome que debía presentarme en Barcelona para embarcar de Alumno de Náutica en el “Estrella Polar”.
Desde la obtención del Certificado hasta ese momento mi estado de nervios había ido en aumento, pero en aquel momento me entró un mariposeo en el estómago que no volví a sentir hasta que mi novia, que actualmente es mi mujer me dio el sí, aunque ni ustedes ni ella se lo crean.
Preparé mi exiguo equipaje y me dispuse al viaje en tren a Barcelona vía Madrid. El recorrido a Madrid lo había hecho los veranos para ver a mi familia, y realmente era lo único que había viajado en mi vida, que para la época no era raro, e incluso no era poco. Así que pensar lo que me esperaba me hacía sentirme importante mientras miraba las caras cansadas de mis compañeros de viaje al llegar a Madrid. Casi hasta tenía cierta piedad de ellos. Ahora pienso que, o eran naturales mis sentimientos, o mis veinte años de edad de entonces no daban para más.
La cuestión es que, después de toda la noche en el tren, nada más llegar, a las diez de la mañana del seis de abril me dirigí a la C/ Miguel Ángel, nº 9 que era la sede social de la ENE (Empresa Nacional Elcano). Mi amigo me llevó a la sección de Personal de Flota, en donde un señor mayor, elegantemente vestido que parecía ser el Jefe, me dio la dirección de los consignatarios en Barcelona y me dijo que en verano me mandarían a petroleros – “para ganar más y para hacer los días de mar antes” – me aclaró –  yo asentí y le di las gracias. Me deseó suerte y al despedirme me dijo sonriendo –“ ah!! Y ahora vais a Benidorm a rodar una película”. No supe que decir y le sonreí con un gesto de despedida desde la puerta.
Por la noche tomé el tren a Barcelona llegando por la mañana del día 7. Era mi primera ciudad que visitaba después de Madrid y Cádiz. Pero como en Madrid había vivido en el centro y asistido al colegio e institutos en el centro, es decir, me lo había pateado bien…….Barcelona no me impresionó lo más mínimo. Fui al consignatario y me dijo que el barco llegaba el día 11, me envió a un Hostal a pensión completa (que por cierto estaba muy bien), y lo más sorprendente y agradable para mí: – “Preséntate en esta dirección al sastre para que te vaya haciendo un uniforme de verano, y otro de invierno. En el barco te darán los equipos de faena”, me dijo con toda naturalidad, sin ni siquiera mirarme a los ojos.
También me explicó, Barcelona era la base, que atracaban siempre “casi en plena ciudad”, cerca de Las Ramblas y de la Santa María.
Llegado el día 11 de abril me dirigí al sitio indicado y allí estaba mi primer embarque con sus 30 metros de eslora y sus 8 metros de manga.
Me armé de valor y me aproximé a la escala con paso decidido. Recuerdo que cuando estuve cerca, y al ver a un pequeño grupo en cubierta, empecé a hacer aspavientos con la mano libre de la pequeña maleta que portaba con el fin de no tener que dar explicaciones antes de subir a bordo. En efecto, una voz me preguntó – ¿Eres el nuevo? – Como respuesta me presenté en cubierta en un santiamén.
Enseguida estuve rodeado por seis alumnos y se sucedieron las preguntas y respuestas de rigor. Me llevaron a una camareta situada en proa, cerca del trinquete y que era nuestro camarote-comedor. Se entraba por una única puerta situada a babor. A ambas bandas cuatro literas y la mesa en el centro con bancos fijos, servían para alojar a ocho alumnos de náutica. En aquel momento estábamos siete, me dijeron que el que faltaba era de Barcelona y se había ido a su casa nada más atracar.
Me pareció extraordinario lo fácil que había sido el recibimiento y la conexión con mis compañeros, pues la noche anterior apenas había pegado ojo pensando en el panorama. Me empecé a sentir relajado y contento mientras me explicaban y ponían al día.
Me llamó la atención todos los acentos del mapa español que escuchaba, pues cada uno era de una región, cosa que después, pasados los meses y los años, me parecería lo más natural.
Además de los ocho alumnos, en mi estancia a bordo hubo seis tripulantes  más, catorce en total: – Capitán, Piloto y Mecánico que tenían camarote a popa, y debajo de nuestra camareta y algo más a popa un una especie de recinto para un marinero, el contramaestre y un cocinero. Cada cual de un sitio, el contramaestre por cierto era de Canarias, el Capitán de Cádiz, y el Piloto de Cartagena, una excelente persona.
De los alumnos me acuerdo de todos, aunque no del nombre si su procedencia, y los cito por si alguno lo leyera y se reconociera: Pazos, Marimón, Cousillas, Norman, Cabra (Córdoba), Jose Luis, y Totana (Murcia).
Ese mismo día, 11 de abril fui con Jose Luis a la Comandancia de Marina  para enrolarme por primera vez en un buque, y también este acto fue para
 bastante singular, porque el funcionario que llevaba el registro era, y no existe nadie que lo pueda rebatir, la persona más amable y servicial con los alumnos que haya podido existir en ese puesto. Todos los que pasaron por la Comandancia en un buen puñado de años de la época lo pueden atestiguar. Me pesa no recordar su nombre, aunque, y es lo fundamental, si su persona.
Al día siguiente nueva causa singular para el recuerdo. Resulta que el cartero, como el barco tenía allí su sede, en cuanto se enteraba que llegaba y cuando había cartas (que casi siempre las había), las llevaba inmediatamente, y desde el muelle gritaba:
“¡¡¡Estrella Polar!!!  ¡¡¡Futuros Almirantes de la Marina Mercante!!! Carta de la novia!!!”
El 15 de abril zarpamos rumbo Benidorm para rodar la película “Molokay”, que como sabemos es la isla donde llevaban a los leprosos con el Padre Damián como protagonista, cosa también sin duda singular, y no me mareé lo más mínimo y nunca en mi vida de marino me sucedió.
 
 

Estos son dos fotogramas de la película en donde se me ve a mí, vestido de soldado a la derecha de la imagen, al fondo los “leprosos” que son el resto de alumnos que van a ser abandonados cerca de la isla, que no es otra que el famoso islote frente a Benidorm.
Me resta añadir que pasamos muy buenos ratos con el rodaje (estuvimos 15 días), y que salimos varias veces a navegar para hacer escenas interesantes de la película. Y que después hicimos varios viajes, a Cádiz, Motril, Génova, y principalmente viajes entre Baleares y Barcelona. Todo excelente. El 24 de Julio, el barco se vendió y nos transbordaron a todos a petroleros y terminé las prácticas de 400 días de mar en Enero de 1961.
Pero como el objeto de este relato es procurar trasmitir, principalmente a gente de mar, las inquietudes de un muchacho de 20 años de la época que se trata, ante el cambio de vida que le supone su primer embarque, no me extiendo más.
Santa Cruz de Tenerife,   28 de Julio de 2015. Capitán Luis Ojeda.
 

 

 

 

 

viernes, 24 de julio de 2015

NUEVAS HABILITACIONES PARA CY, PY y PER.

El pasado día 6 de julio leí un Proyecto de Real Decreto que considero canallesco para los profesionales de la mar, y quizás es aún más preocupante ya que la propuesta proviene de la DGMM.

Si existía un problema en la náutica de recreo éste se trató de resolver, con mayor o menor fortuna,  con la creación del Certificado de especialidad PPER. Sin embargo, de salir aprobado este Proyecto en su tramitación legislativa permitirá que aquellos que poseen títulos de recreo, (PER, PY y CY), realicen actividades mercantiles profesionales en la mar sin haber realizado estudios para ello: Transporte de personas y mercancías con embarcaciones de recreo, excursiones turísticas, prestar servicios de tripulación en embarcaciones náuticas, pruebas de mar de embarcaciones de recreo, etc.


En mi modesta opinión, el Proyecto de RD que pretende establecer nuevas habilitaciones para las titulaciones de recreo, es una maniobra de intrusismo por varias razones:

1. Se han rebajado los niveles de conocimiento requeridos para la obtención de los títulos de recreo. (RD 865/2014, de 10 de octubre), pero sin embargo este Proyecto afirma que es una mejora de la capacitación cuando conlleva una reducción sustancial de los contenidos de las enseñanzas precisas para acceder a dichas titulaciones.

2. Paradójicamente, se han ampliado las materias de estudio para superar la prueba de conocimiento de PPER y se han aumentado los Certificados de especialidad necesarios para solicitar dicho PPER que, lejos de ser un título en sí mismo, es otro Certificado de especialidad. (Resolución de 26 de febrero de 2015, de la DGMM).

3. Las titulaciones profesionales, empezando por las náutico-pesqueras, son mucho más exigentes y rigurosas ya que tienen una finalidad lucrativa y, como consecuencia, llevan aparejadas todo tipo de responsabilidades.

4.- Se afirma en el Proyecto que existe un campo de prestación de servicios que, por su poca repercusión económica, no es cubierto por profesionales de la marina mercante, cuando lo que realmente sucede es que el sector náutico de recreo emplea mano de obra ilegal creando una bolsa de economía sumergida de proporciones muy significativas: Turismo de chárter náutico en época estival, traslado de embarcaciones de recreo entre diferentes puertos deportivos, etc.

5. El sentimiento amplio y largamente expuesto de los titulados de recreo, al que hace referencia este Proyecto, de extender su actividad al ejercicio de actuaciones de prestación de servicio no es más que decir, de forma eufemística, que desean entrar al mundo que le pertenece en exclusiva a la náutica profesional pero sin realizar los estudios y prácticas hoy exigidos a los profesionales.

6. Dar satisfacción a ese deseo NO promueve ni estimula la náutica de recreo, como afirma este Proyecto, sino que se convertirá en una nueva maniobra zigzagueante para dar acceso a los aficionados en el mundo profesional legalizando este intrusismo, ya que invadirán competencias de los PPER, de los profesionales que salen de las Escuelas Náutico Pesqueras y también, aunque en mucha menor proporción, de los profesionales de las Facultades de Náutica.

7. Por último debo añadir que, para satisfacer ese deseo, el Proyecto únicamente contempla exigir un único requisito pensado para la habilitación profesional: el curso básico de formación de marinero … .

Agradecería conocer vuestra opinión al respecto.
Iñigo de Samaniego Conrado.

jueves, 23 de julio de 2015

Justificación y Presentación



Empezaré por justificar mi “intrusión” en el blog y después me presentaré a mis  colegas, pues en primerísimo lugar soy Capitán de la Marina Mercante.

Todo comenzó el 16 de Enero de este año…..estaba yo “navegando” por internet (no sé porque le llaman a eso navegar, nunca me ha gustado), buscando que había sido de algunos barcos en los que había navegado, cuando al llegar al “Sierra Estrella” me encuentro con la sorpresa de que se me redirige a este blog, y concretamente a un artículo llamado “UN…MALISIMO…RECUERDO” fechado el 21 de abril de 2013 y cuyo autor resulta ser el Capitán Arturo de Bonis.

Como todos pueden tener acceso a ese artículo (recomiendo su lectura) solo diré que se trata del incendio de ese buque, acaecido el 31 de diciembre de 1967, en el que Arturo iba de Capitán y yo de Primer Oficial. La sorpresa fue además de magnifica, agradable y emocionante, sobre todo si tenemos en cuenta que hacía más de 47 años que no habíamos sabido uno del otro y que al final del artículo me menciona. No puedo dejar de trascribir sus palabras para que se comprenda mi sorpresa y agrado.

“Han transcurrido muchos años. El 1er Oficial D. Luis Ojeda desembarcó y nunca más según tengo entendido volvió a navegar. Me informaron que había obtenido plaza de Profesor de Meteorología en la Escuela de Náutica de Tenerife.  Si es qué, por casualidad pudiese llegar a leer este relato, deseo expresarle todo mi agradecimiento por su comportamiento en aquella ocasión y transmitirle que nunca me olvidé de él, y si ello fuese posible que reciba un fortísimo abrazo.”

Realmente seguí navegando hasta mediados de 1971.

Desde finales de Enero estoy en contacto por correo con Arturo, y  además he seguido con mucho interés todos sus artículos, no en vano además de haber sido mi Capitán ha navegado cerca de 40 años frente a mis apenas 13.

Sus comentarios al Capitán Carlos Navarrete han ocasionado que éste me haya invitado al blog, cosa que me honra y por ello inicio este primer artículo.

Sé que dais por válida esta justificación. Así que paso a presentarme con objeto de calibrar sobre qué aspectos náuticos, tanto de navegación como de docencia (evolución de las Enseñanzas Náuticas 1955-2009) podría tratar en posibles artículos.

Me llamo Luis Ojeda Cabeza y nací en Algeciras en 1939. Estudié Náutica en la Escuela de Cádiz, en la que obtuve los títulos de Alumno, Piloto de Vapor y Capitán.

En Febrero de 1959 comencé mis días de mar como alumno en la célebre Goleta de Velacho “Estrella Polar” (300 pts.) buque escuela de la Empresa Nacional Elcano, fui con otros 9 alumnos la última promoción, puesto que en Junio de ese  mismo año fue vendida. Seguí y terminé las prácticas (aquellas de 400 días de mar) en los petroleros de Elcano (1500 pts.), con interminables viajes a Arabia Saudita, vía Canal de Suez.

Con el título de Piloto otra vez Elcano, Castillo Peñafiel 3ºOficial (2500 pts.), y Buque Escuela “Alonso de Ojeda” 3ºOficial (2500+5000 de gratificación) excelente en todos los aspectos, viajes a Canadá y Estados Unidos). Servicio Militar, seis meses. Y embarco en los Sierras en 1964.

En 1966 apruebo los 2 primeros grupos de Capitán y dejé aparcado el 3º , justamente el que contenía a la meteorología , y sigo de 1ºOficial en los Sierras………….hasta primeros de Enero de 1968 después del incendio del Sierra Estrella”.

Ya con el título de Capitán embarco de 2º Oficial en Trasmediterránea y Trasatlántica, de Capitán en Naviera Mallorquina y termino finalmente en Julio de 1971 en la Empresa Nacional Elcano. Total, como dije anteriormente apenas 13 años, pero bien aprovechados.

En Noviembre de 1971 empiezo mi carrera docente al ser nombrado Profesor Adjunto de Maniobras y Estiba en la Escuela Oficial de Náutica de Cádiz.
Tengo que decir de una vez que mi obsesión había sido siempre la Meteorología, por lo que, sabiendo que la Catedra de Meteorología de Santa Cruz de Tenerife estaba vacante, me puse a estudiar los programas y libros correspondientes, durante los dos años siguientes…………y en Abril de 1974 conseguía la Cátedra de  Meteorología, cargo que ocupé durante 35 años.

Aunque la evolución de nuestras enseñanzas no es hoy el tema, debo decir para terminar por hoy que al integrarnos a la Universidad en 1990, yo pasé  directamente al Departamento de Física Aplicada de la Universidad de La Laguna (y no al Departamento de Navegación), y que esto me “obligó” a estudiar Física y Matemáticas, pues es condición indispensable para ocupar mi plaza en la Universidad ser Doctor, en este caso Doctor en Ciencias Físicas. Y si no lo hubiera hecho nuestro pabellón habría quedado bajo (ya lo explicaré otro día), pero tranquilos….quedamos a la altura necesaria.

En Septiembre de 2009, a los 70 años, paso a Profesor jubilado pero conservo mi página de la Universidad, http://lojeda.webs.ull.es/  , ya transformada, puesto que en sus tiempos me sirvió para poner ejercicios, avisos y las notas de los alumnos etc.
Espero que hasta pronto. Un saludo a todos.


En Santa Cruz de Tenerife, 22 de Julio de 2015   Capitán Luis Ojeda

martes, 14 de julio de 2015

"EL DESGUACE" A SECAS

Después de vivir 15 años en Bélgica, en Julio de 1982 fijé mi domicilio en Málaga y desde entonces venía a pasar mis vacaciones  a la Ciudad del Paraíso como la denomina nuestro amigo Gómez Navas.  Un día que me encontraba paseando por el parque malagueño (no estaba contando las baldosas como solía hacer en mis tiempos  en que estaba esperando embarcar de alumno junto a mi amigo Rafael Moreno) sino que estaba disfrutando de unas plácidas vacaciones, cuando de sopetón me encuentro con mi viejo amigo Blas al que hacia infinidad de tiempo que no veía, ya que por vivir en Bélgica rara  vez solía venir por Málaga de vacaciones. Fue mucha la alegría de verlo después de tantos años; él ya había cumplido con creces su vida profesional embarcado en la Campsa y desde entonces se dedicaba a lo que muchos malagueños en las mismas condiciones: Pasear por el parque.

Fue entonces cuando me puso al corriente que solían reunirse en la cafetería SOLYMAR los Jueves unos cuantos compañeros de profesión, entre los que se encontraban, Antonio Hernández (el promotor), Miguel Casas, Ángel Cilveti, Joaquín Jurado, Pedro Bosch  y algunos más cuyos nombres no recuerdo, que formaban la vieja guardia de los marinos mercantes que residían en Málaga una vez jubilados y que por lo tanto ya se encontraban cobrando del Erario Público.

Durante mi estancia en Málaga asistí a varias reuniones, dándome a conocer y conociendo al mismo tiempo al por entonces pequeño grupo que lo integraban, que salvo Casas y Archivel  para mí resultaban caras completamente desconocidas. Las reuniones eran muy amenas, solían durar dos horas, se hablaba de todo un poco incluyendo, naturalmente, temas profesionales; al final, Antonio Hernández pedía la cuenta de lo consumido y tras hacer la prueba del nueve ajustaba lo que cada cual tenía que pagar, se pagaba  y cada mochuelo a su olivo hasta el jueves siguiente, así de fácil.

Yo me incorporé nuevamente a mi trabajo y hasta 1988 en que engrosé la lista de jubilados, cada una de mis vacaciones solía hacer visitas esporádicas, para saludar al grupo y ver cómo iba aumentando el número de miembros. En el intervalo transcurrido entre 1983 y 1988, se habían producido algunas variaciones, especialmente dos: la primera que las reuniones ya no se celebraban en la cafetería Solymar y la segunda que el grupo había sido bautizado con el nombre de “Desguace”. El nuevo lugar de reunión era en el bar de  la casa de botes del Club Mediterráneo. Todo ello según tengo entendido a propuesta de Rafael de la Cámara, marino de profesión y por aquel entonces empleado de la Junta de obras del Puerto. La propuesta fue aceptada porque el lugar era más idóneo y el nombre de “Desguace” además de ser ingenioso resultaba más acorde con nuestra situación profesional, de cualquier forma aquello seguía siendo un grupo de amigos que se reunían los jueves para pasar un rato agradable y sin otras miras, ya que el promotor convertido ahora en Presidente, Antonio Hernández, era completamente reacio a cualquier cambio que pudiese alterar la forma de ser del grupo, ni estatutos, ni gaitas, ni nada parecido tenía cabida en su cabeza.

En 1988 también se incorporó al grupo, de forma definitiva, José A. Tentor (él también en sus periodos de vacaciones solía asistir de forma esporádica a las reuniones, aunque nunca tuvimos la ocasión de coincidir). Tentor y yo éramos amigos desde nuestra infancia, ya que vivíamos muy cerca uno del otro y fuimos amigos de correrías desde nuestra niñez y nos unía una gran amistad. Nos jubilamos el mismo año y día. Su definitivo ingreso en el grupo supuso un cambio en el plan recreativo del Desguace, más en plan familiar, ya que disponiendo de una gran finca agrícola en la pedanía de Campañillas perteneciente a su familia, con bastante frecuencia organizábamos reuniones incluidas las esposas, donde solíamos pasar un agradable día de recreo y  donde solían hacer paellas, migas, gazpachos….y se regaba todo con bastante líquido negro. Lo pasábamos estupendamente e incluso en ocasiones se amenizaba la fiesta con la actuación del compañero Luis Romero tocando la guitarra.

Esperando la paella

Sin tener muy en cuenta el orden cronológico, sigo con mi relato comentando que se fueron sumando nuevos “desguazados” como Julio Pineda que se jubiló después de una dilatada vida profesional en la Compañía de Butano, Félix Ballesteros  que ya llevaba en tierra algún tiempo después de haber experimentado la navegación por el Caribe y donde según él, aprendió a manejar el sextante con una maestría difícil de igualar. Pero Antonio Hernández seguía haciendo la prueba del nueve todos los jueves a la hora de pagar y sin tener en cuenta los cantos de sirena de algunos miembros que deseaban que aquel grupo de amigos tomase una forma más oficial.
Miguel Casas, Julio Pineda, Arturo de Bonis y José A. Tentor

Con la incorporación de Ignacio Ortega, Vicente Gómez Navas, Julio Monedero, y otros, parece ser que Antonio Hernández comenzó a ceder en su negativa de hacer cambios. Ignacio Ortega que procedía de la administración de Transmediterránea, donde creo que ejerció de inspector en el puerto de Algeciras y era amante de la burocracia y de la vida social, en principio intentó que hubiese un acercamiento con la Peña Malaguista, cosa que no llegó a cuajar porque la mayoría no deseaba para nada este acercamiento, todo continuaba desarrollándose de igual forma con nuestras reuniones en la casa de botes y de vez en cuando con excursiones a la finca de Campanillas.

Se produjo un ingreso en el grupo que a lo largo hizo que se produjesen ciertos cambios en los hábitos del Desguace, se trataba de Sergio Reyes, Capitán de Pesca, prácticamente su vida profesional dedicada a la pesca del bacalao y como añadido Cocinero Mayor del Reino. Un pequeño grupo de los que asistían a la Casa de Botes, posteriormente se quedaban a comer en la camareta del yate “Capitán Navarrete”, propiedad de Emilio Navarrete que ejercía de cocinero. Pero ese grupo fue aumentando de tal forma que ya no cabían en la camareta y se optó por poner mesas fuera junto al varadero propiedad del mismo Emilio y cuya zona era conocida con el nombre de Chinatown.  Cuando Sergio Reyes propuso hacer una paella los segundos jueves de cada mes, aquello fue como si tocaran a arrebato, dicho de otra manera, fue el desmadre, las paellas estaban tan buenas que la publicidad corrió de boca en boca y hasta la prensa gráfica hizo acto de presencia, el único que faltó a la mesa fue el Alcalde, cosa rara en él porque suele estar en todos los eventos importantes de la ciudad. Pero todo tiene su límite y el abuso lo hace a veces insostenible.

Fue por aquella época cuando apareció Juan Zurita, delegado en Málaga del Apostolado del Mar, quien nos ofreció el local del Apostolado para que efectuásemos allí nuestras reuniones semanales. Allí nos trasladamos y allí continuó el jolgorio de las paellas, con aumento de comensales, se alternaban con migas, con pulpo a la gallega porque la verdad es que aparecieron cocineros de todos los rincones, unos con más fortuna que otros a la hora de demostrar sus cualidades, aquello fue como un anticipo del concurso de Master Chef, pero por encima de cualquier plato predominaron las paellas inolvidables de nuestro amigo Sergio.

También el Apostolado se nos quedó pequeño, está visto que cuando la comida es gratis, acuden moscas de cualquier sitio, los días de paella aparecían gente que ni siquiera conocíamos, me hacía recordar el chiste de Gila, que decía que en su casa eran trece y un señor vestido de gris que se paseaba por el pasillo y nadie sabía quién era.

Después de algunos años, unas desavenencias con Juan Zurita que nos invitó a abandonar el Apostolado, nos hizo cambiar nuevamente de ubicación, encontrándonos  otra vez en la Casa de Botes durante algunos meses, pero ya sin el jaleo de las paellas gratis y después nos trasladamos definitivamente al Club Náutico a un local conocido con el nombre de “la Pajarera”, donde en la actualidad permanecemos muy tranquilamente y sin aglomeraciones. Pero cualquiera que lea mi escrito pensará que aquí solamente hemos pensado en comer, ya hay quien lo piensa, cuando en realidad han ocurrido muchos acontecimientos como a lo largo de tantos años suelen ocurrir en todas las sociedades y grupos como el nuestro.

En este momento ya no somos el Desguace, ahora somos Circulo Marítimo-Junta de Desguace, pero como el enunciado de mi relato dice, yo solamente me limito a narrar los acontecimientos ocurridos hasta que se cambió en Circulo Marítimo en Marzo del 2008 y, como es fácil de comprender, en 25 años de Desguace no solo de paellas vivió el hombre. La partida más importante corresponde al movimiento demográfico, con las entradas y salidas del personal, para tener una idea clara de este movimiento comentaré que yo que tenía el número 13 en la lista, en este momento tengo el número 2 si no me equivoco y en “capilla”, todos los demás estarán en el Reino que se hayan merecido. Precisamente el último en emprender el vuelo ha sido Antonio Hernández que dejó su puesto de Presidente a Ignacio Ortega, ocupando él el puesto de Comodoro hasta que le llegó su hora, y desde aquí le doy las gracias por haber tenido la ocurrencia de formar este grupo que llámesele como se le llame, ha servido para mantenernos en pie.  Ignacio Ortega, desgraciadamente nos dejó demasiado pronto, pero indiscutiblemente su forma de ser y de pensar supuso un primer paso para que el Desguace fuera adquiriendo otro talante y un camino más abierto para que su sucesor al mando del grupo, Vicente Gómez Navas se dedicase de lleno a la transformación que intentaban dar, otro grupo de más interés social al Desguace, ya que era firme partidario de otorgarle unos estatutos, de permitir la entrada a personas sin necesidad de poseer titulación náutica, dada la circunstancia de que cada día hay menos vocaciones para cursar la carrera de Náutica. Otra de sus grandes aspiraciones era el editar un libro que recopilara la vida profesional de los componentes del grupo. A todos estos temas se dedicó en cuerpo y alma y hasta culminar en el cambio no cejó en su empeño y otros muchos logros posteriores que ya no corresponden a este relato.

Al mismo tiempo que yo he avanzado en el escalafón, otros compañeros que estaban por detrás nos han dicho adiós para siempre, para mí la perdida más significativa ha sido la de José A. Tentor por la amistad que me unía a él desde la niñez, la de Julio Pineda y la de Julio Monedero por su calidad humana que demostró el tiempo que estuvo entre nosotros. Por el contrario, una incorporación muy apreciada por mí fue la de Carlos Navarrete ya que ambos hemos dedicado casi por completo nuestra vida profesional a la misma Compañía “Marítima del Norte” y, ya mencioné en su momento al Rey del Bacalao, nuestro amigo y compañero Sergio Reyes.

Todo esto forma parte de mi vida como jubilado desde 1988 en que dejé la mar salada y que han servido para mantenerme a flote, compartiendo mi vida a parte de la familiar, con personas que hemos vivido en la mar con los mismos problemas y las mismas ilusiones.



Capitán Arturo de Bonis