miércoles, 11 de noviembre de 2015

ÁFRICA TEMA Nº SIETE

Aquí estamos nuevamente, ya metidos en el tema nº siete y la verdad es, que he intentado cambiar el chip, pero después de tanto tiempo bregando con todo lo que queda atrás, cuesta un poco efectuar el cambio y no sé si lo habré conseguido plenamente. Partiendo del último puerto angoleño, Tombwa, enseguida se alcanza la costa de Namibia donde se encuentra Walvis-Bay, próximo puerto de destino.

Nunca se me hubiera pasado por la cabeza que mi vida profesional, sin ser pescador, fuese a estar tan ligada con la pesca como así ha sido en realidad, ya que desde 1965 hasta 1988 me los he pasado corriendo detrás de los pesqueros, primero de los marisqueros, después de los atuneros, por último de los merluceros, solamente me ha faltado correr detrás de los bacaladeros, y como hasta tal punto no llegué, después de pasar a ocupar plaza de emérito, la vida me ofreció establecer estrecha y fuerte amistad con el Capitán de Pesca Sergio Reyes, el cual toda su vida profesional la pasó él corriendo detrás del bacalao; vaya una cosa por la otra. He aprendido, ya en secano, algo referente al bacalao, sobre todo las diferentes formas exquisitas como él lo prepara además  de pescarlos, gracias amigo Sergio.
En el alerón de babor

Sobre el año 1967, si la memoria no me engaña, apareció el boom de Namibia, allí se pescaba la rosada, especie desconocida en España hasta entonces y que hoy no falta en ninguna carta de los restaurantes dedicados preferentemente al pescado. Los pesqueros españoles aparecieron en Namibia atraídos por la posibilidad de efectuar buenas campañas de pesca, como en realidad sucedió, además de ser una especie muy aceptable como resultó ser la rosada. A esos caladeros acudieron numerosas compañías pesqueras, una de las más importantes fue Pescanova con un nutrido número de buques, capitaneados por personal muy experimentados ya que Pescanova había echado la red al personal de Pysbe que ya estaba por aquel entonces en declive. Nombró representante en Walvis y Ciudad del Cabo que hacían al mismo tiempo las veces de agentes, consignatarios e incluso de relaciones públicas. Por la parte del transporte frigorífico, Marítima del Norte hizo transformar los Sierrras: “Aramo”, “Andía” y “Aránzazu” de carga seca a carga frigorífica y desde ese momento todo cuanto construyó, fueron buques de este tipo y fueron muchos. Una de las líneas preferente fue Walvis, donde siempre hubo un “Sierra” dispuesto para cargar.

Pero vamos a navegar un poco. Zarpamos de Tombwa como narraba en mi tema anterior, después de bordear la costa, de lo poco que queda de Angola y rebasar el límite fronterizo con Namibia ponemos proa a Pelican-Point y navegamos prácticamente paralelos a la costa, una costa de la cual poco  puedo decir porque resultaba completamente inhóspita, solamente un poco antes de llegar a Pélican-Point se divisa un pequeño reducto de origen alemán que se llama Swakopmund - en aquel entonces muy poco poblado- y de no haber niebla, a esa distancia ya se divisaba el faro  de Pélican Point, nombre que le va perfectamente porque raras veces no se encuentra aquella zona poblada con bandadas de pelicanos y yo juraría que también he visto flamencos. De lo que no estoy muy conforme es con el nombre asignado a la extensa bahía que alberga al puerto, el de Walvis-Bay, ya que en las muchas veces que hice escala en Walvis, nunca vi una ballena por los alrededores. El único lugar donde he visto una congregación de este tipo de cetáceos ha sido en la Península de Valdés en Argentina cuando hacíamos escala en Puerto Madryn.

Se llega a la bahía y se fondea en espera del Pilot, esto ya me hacía pensar que estábamos de vuelta a la civilización, eso de entrar en puerto como perico por su casa  y fondear sin pedir permiso a nadie se había terminado. Habíamos pasado a otro mundo, todo muy reglamentado, yo diría que demasiado, pero en fin, si queremos ser civilizados hay que atenerse a determinadas reglas. Lo único que allí no cuadraba con la civilización era la rigurosa segregación a la que estaban sometidos los negros en aquella época. Pasada cierta hora de la tarde no se veía un “alma negra” por las calles, todos recluidos en sus correspondientes guetos, los únicos que podían transitar eran los que trabajaban en servicio, en las cafeterías , en los restaurantes..,  y que por lo visto estaban obligados a servir provistos de guantes blancos.

De las cosas que más me chocaron en Walvis fue su falso puritanismo. Las autoridades portuarias ejercían un firme control sobre todo aquello relacionado con el sexo, antes de llegar a puerto era necesario recoger y quitar de la circulación todas las revistas donde apareciese una mujer semi o desnuda por completo, la revista “Interviú” que era lo más normal en los barcos españoles (incluso en las casas), era severamente perseguida por los aduaneros en Walvis, estabas obligado a declararla y guardar en el sello durante la permanencia en puerto. Incluso los almanaques de pared y de bolsillo con los que los provisionistas de buques solían inundar los barcos para el  “ sustento” del marino y, que siempre solían mostrar alguna lindeza provista de una buenísima delantera, hasta éso era obligatorio de ponerlo a la sombra durante nuestra permanencia. En Walvis si querías algo que tuviese que ver con sexo tenías que ser invitado por la panadera que abastecía a los buques que -para regocijo de su clientela- solía proyectar películas porno en su domicilio particular, a eso nadie se oponía a pesar de ser de dominio público.

Las operaciones portuarias se ejecutaban de una forma correcta, bien cargando de almacén o de transbordo directo, los estibadores no intentaban meter mano en la mercancía porque sabían muy bien a lo que se exponían, en ese sentido no había ningún problema, nosotros nos limitábamos solamente a controlar las temperaturas del pescado embarcado y a que la estiba fuera la correcta.
El "·Sierra Gredos" y el "Sierra Luna" abarloados

Como mencioné anteriormente, el agente de Pescanova, en mi época: Sr. Jalón, también hacía de relaciones públicas. En Walvis no había muchos lugares de diversión a parte de un par de cafeterías donde solíamos ir a tomar un helado o un café, para de contar, entonces él llenaba este vacío invitándonos a su casa a tomar un refrigerio por las tardes después de la jornada de trabajo, recuerdo que solíamos jugar al ping-pong en su garaje y a veces, si la velada se prolongaba, su esposa Lola nos obsequiaba con una cena; todo muy agradable y de buenos recuerdos.

Como anécdota de este puerto, me cabe recordar que atracó un barco que transportaba helado, (nunca antes había visto cosa parecida), este buque entró en puerto porque sufría avería en su planta de congelación y aviso a todos los buques surtos en puerto para que fuésemos a coger todo el helado que quisiéramos antes de que se estropeara. Tuvimos helado de postre durante muchos días.

Dejamos el puerto de Walvis para dirigirnos al de Ciudad del Cabo, gran puerto donde las operaciones y la forma de actuar eran parecidas a las  del anterior, pero a mi parecer los nativos tenían más libertad, posiblemente al ser el número muchísimo mayor, fuese más difícil de controlar. Me extrañó bastante que las coyas de estibadores estuviesen formadas preferentemente por hindúes, que por cierto con bastante menos escrúpulos que los negros a la hora de meter mano a las cajas de pescado y, lo que no me ocurrió en ningún puerto de África, me sucedió en Ciudad del Cabo; entraron en mi camarote y me robaron dinero y toda la documentación, de lo cual tuve que dar parte a la policía y en el consulado español. Solamente he hecho una vez escala en este puerto y precisamente fue para hacer un transbordo a buques de Pescanova. Pocas cosas dignas mención aparte de recordar la facilidad de pescar langostas en el propio muelle, cosa que estaba terminantemente prohibido por las autoridades pero que algunos se lo saltaban a la torera. Para nosotros era más rentable comerlas en el restaurante dado su bajo precio, además cosa extraña para mí, se podía llevar libremente el vino ya que ellos no disponían de carta a pesar de los buenos vinos que existen en el país.

Desde aquí nos vamos para el océano Indico, porque para dar por terminado el tema de África tengo que navegar hasta el puerto de Beira, en Mozambique, en ese puerto terminan mis memorias sobre este tema porque de allí no pasé, pero sí que hice escala también en Maputo (antiguo Lorenzo Marques) y en Durban que son puertos intermedios.

Menos mal que al portugués,  Bartolomeu Días, se le ocurrió descubrir el cabo de Buena Esperanza, de lo contrario no hubiéramos podido llegar navegando hasta el Índico ni  nuestro insigne navegante Vasco de Gama que fue el segundo en pasar por aquellos mares hubiera podido continuar con sus famosos descubrimientos, lo que no tengo claro es porque le puso ese nombre de Buena Esperanza, allá él. Como es natural, la primera vez que tuve que doblar el famoso cabo, tiré del derrotero para hacerme una idea de cómo se comportaba por aquella zona la meteorología, ya que aparte de lo que recordaba de los vientos “peroides” de cuando cursé la náutica, nada más sabía, pero me olía que la cosa no era coser y cantar. Yo no he tenido “la suerte” de comprobarlo, pero cuando leí en el derrotero que se producían olas de 22 metros en ciertas condiciones de mar, vientos y corrientes, la verdad es que era para pensárselo. Siempre que he pasado por el Cabo, me he acordado de mi padre que navegó en el “Antonia Mambrú”, buque de vela, de cuatro palos y que hacía la línea entre España y Filipinas. Yo, la verdad es que en los muchos viajes que efectué a Mozambique, tuve de todo, malos, regulares y buenos tiempos, nunca tuve que enfrentarme a una mar arbolada, eso sí, navegando siempre con mucha precaución y atento a los continuos partes de meteos que emiten las emisoras de radio, incluso las comerciales. Después de rebasar Cabo de las Agujas, el más al sur de África, hasta Durban la navegación se hace muy pegado a la costa, naturalmente dependiendo del tiempo, se hace así para evitar la corriente que procede del norte y que corre paralela a la costa y a unas dos o tres  millas de ella.

Durban en nada difiere a Ciudad del Cabo y Walvis en cuanto a orden y reglamento portuarios se refiere. Nuestra entrada en Durban fue para descargar un completo de carne congelada que habíamos embarcado en Irlanda. La carne resultó ser más golosa que el pescado. Tuvimos bastantes problemas con los estibadores que cada uno quería llevarse su filetito para casa.

Durante nuestra estancia en Durban tuvimos un desagradable problema. Era un domingo por la mañana, no se trabajaba y todo estaba tranquilo en el muelle. De pronto aparecieron varios coches de la policía que venían a efectuar un registro a bordo porque habían recibido un chivatazo denunciando que, un miembro de la tripulación se dedicaba a atrapar palomas de las muchas que rondaban por los almacenes para meterlas a bordo, y alegaban que eso estaba completamente prohibido y por supuesto castigado. Yo que no tenía ni zorra idea de la acusación di permiso para efectuar el registro. Sabían muy bien de que iba la cosa porque se fueron directamente al grano. Se dirigieron a uno de los casetones  de cubierta que sirven para sostener las grúas, abrieron la puerta y efectivamente allí habían  por lo menos 20 o 30 palomas que, por cierto, ya tenían hecho una porquería el habitáculo. No fue necesario indagar por el autor de los hechos, el contramaestre se declaró culpable alegando naturalmente que desconocía por completo si aquello era delito pero sus alegaciones no fueron aceptadas, costó un par de horas de conversación amigable alrededor de una mesa provista de buen vino, tapas variadas y algunas botellitas de whisky y cigarrillos para llevar. De esa forma evité que se llevaran esposado al “jabato” que era el apodo en que se le conocía en la compañía por su buen hacer profesional. Sin más problemas finalizaron las operaciones de descarga y después de repostar combustible zarpamos con destino al Estrecho de Magallanes, valiente viajecito, en lastre, en mi vida he dado tantos pantocazos a pesar de haber navegado varias singladuras hacia el norte después de rebasar el cabo.

Parecía que nunca se iba a terminar, pero ya me quedan solamente dos puertos: Maputo y Beira y los voy a narrar como si fueran uno solo, los dos pertenecen a Mozambique, a los dos hemos arribado para efectuar transbordo de marisco. Siempre corriendo tras los pesqueros, que cuando decidieron echar las redes en los caladeros de Mozambique nos obligaron a darle la vuelta al cabo de Buena Esperanza y vuelta a cambiar el chip porque nuevamente nos encontrábamos en un país con las características de Angola, haciendo transbordos a marisqueros con una mentalidad muy diferente a los merluceros.

Tanto Beira como Maputo tienen entradas parecidas, muchos bajos que hay que sortear navegando por canales marcados por boyas, las cuales, en los tiempos que corrían no eran mucho de fiar por su mal mantenimiento y a veces colocación. Los Prácticos eran rusos, abordaban los barcos una vez pasados los mencionados canales y las maniobras de atraque siempre se efectuaban contracorriente y sin novedad. Maputo situada en la orilla occidental de la bahía es la capital de Mozambique y principal puerto comercial del país y Beira situada en la desembocadura del rio Pungue  es la segunda ciudad en importancia y segundo puerto comercial. Los transbordos se efectuaban indistintamente en un puerto u otro. Allí se encontraban pescando la flota de los Amasuas, Álvarez Entrena, algunos de Pescanova y otros independientes, los suficientes para llenar el mercante.

Yo hice bastantes viajes a la zona, prácticamente hasta que me jubilé y mis últimos recuerdos relacionados con mi vida profesional son justamente relacionados con estos viajes. Buenos recuerdos y regulares, como siempre hay de todo en la viña del Señor. Entre los buenos puedo contar que contribuimos a montar una escuela de hostelería en Maputo, transportando desde España todo el material y la maquinaria necesaria para poner aquello en funcionamiento. El director, español, procedía de una escuela de hostelería de Marbella y resultó tener amigos comunes. Fuimos invitados a la inauguración -mi esposa me acompañaba en ese viaje- y obsequiados con una cena en la que lo único destacable era estar animada por un concertista de piano nativo, que nos amenizó durante la misma, cenamos una sopa de afrecho y gallina, más no se le podía pedir a los cocineros, daban lo que tenían. Entre los buenos recuerdos también cuenta el haber encontrado allí a unos cooperantes españoles, marinos que se habían hecho cargo de la flota mozambiqueña y entre los cuales se encontraba un viejo conocido: Juan Zamora, él formaba parte de la tripulación del “Sant Jordi” cuando yo estuve al mando de ese buque. Aprovecho desde aquí para darle las gracias por la buena crítica que ha hecho sobre mi persona con ocasión del repaso dado al libro MIL AÑOS DE MAR. Junto con los demás cooperante fuimos invitado a su casa donde cenamos bastante mejor que en la escuela de hostelería y donde mi esposa fue obsequiada con una pulsera de marfil.

Entre los malos recuerdos, por qué no contarlo después de 27 años, están los abusos que cometían los pesqueros españoles, con el beneplácito del inspector de pesca de Mozambique, que era un portugués, en el pesaje de las cajas de marisco, Cajas que pesaban hasta treinta kilos, se contabilizaban por 20 para pagar menos canon de pesca. Para los efectos de flete, la compañía cobraba de acuerdo con el peso en el momento de la descarga en España, y nosotros nos cubríamos la conciencia con la famosa cláusula de los conocimientos de embarque en el que se hacía constar “ignoro peso y contenido”.

Y termino mis memorias africanas, espero que no se hayan aburrido con tanto transbordo, si pudiese, para compensarles les invitaría a una cervecita acompañada con unos langostinos tipo tigre que eran los que yo degustaba en mis viajes a Mozambique.

Muchas gracias por leerme y hasta otra ocasión.

Capitán A. de Bonis                    


3 comentarios:

  1. Gracias -amigo Arturo- por tu colaboración al blog con la serie africana, que me ha traído recuerdos de mis experiencias por esos puertos.
    Espero que la serie americana esté ya en fase de preparación.

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    1. Gracias por tus comentarios. Ahora tendrás que darme una pequeña tregua

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  2. Todos los temas magníficos, pero con este último has superado todas mis expectativas !!!!! Gracias mi Capitán. Gracias Arturo.
    De verdad hay una serie americana??

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