jueves, 19 de mayo de 2016

LA VIDA A BORDO..... UN POCO DE TODO (TEMA DOS)


En mi tema anterior había presentado al Capitán y a la oficialidad de cubierta incluido Como hice constar en el tema anterior, mis historias actuales van dirigidas principalmente a personas que puedan leer el blog sin ser profesionales de la mar, de lo contrario sería un poco absurdo intentar contar cosas ya más que sabidas por todos. Pues bien, siguiendo el tema de La vida a bordo, diré que en los buques mercantes el personal se reparte en tres departamentos: Cubierta, Máquinas y Fonda. El personal de Cubierta estaba formado por el Capitán, Oficiales de Cubierta (Pilotos), Oficial Radio, Contramaestre, Carpintero, Marineros y Mozos.  El personal de Máquinas lo formaban el Primer Maquinista (en la actualidad Jefe de Máquinas), Oficiales de Máquinas, Calderetero, Engrasadores, Fogoneros y Paleros. El personal de Fonda, lo integraban el Mayordomo, Cocinero, Camarero y Marmitón y por último los Alumnos de Cubierta y Máquinas que son estudiantes en prácticas que duraban aproximadamente dos años para poder obtener el título correspondiente.

El número de tripulantes dependía de varios factores, principalmente del tonelaje del buque, de su sistema de propulsión que podía ser con máquinas alternativas de vapor, con turbinas de vapor o bien con motores. He descartado la navegación a vela porque en mi época este tipo ya quedaba reducido a la navegación deportiva. Otro factor importante era si se dedicaba exclusivamente al transporte de mercancías o bien al trasporte de pasajeros o ambos al mismo tiempo.

En concreto, a bordo del vapor Norte éramos 35 tripulantes si mal no recuerdo, número de tripulantes normales en un buque de 5000 tons que siendo propulsado por una máquina alternativa de vapor, donde el personal de máquinas se veía incrementado por el necesario numero de fogoneros y paleros para poder atender el trabajo de las calderas ( 6 fogoneros  y tres paleros).

Hoy de forma más breve lo intentaré hacer con la oficiales de máquinas, por ser menor el número al mismo tiempo que el trato personal, ya que incluso en aquella época comíamos en Cámaras separadas y solía existir un pequeño pique entre las dos especialidades, ese pique venía de tiempos lejanos en la Marina Mercante y aunque desconozco el motivo verdadero me lo figuro, pero no vale la pena hacer comentarios. Yo personalmente me he llevado bien con todo el mundo.

El Primer Maquinista (hoy Jefe de Máquinas) D. Pedro de Vidania, natural de Arrancudiaga, pueblo vasco donde incluso los del lugar, decían que los que no rebuznaban era porque eran mudos. D. Pedro era el decano de a bordo, creo que debió nacer el día que botaron el Norte  y ya lo embarcaron de Jefe. Cuando yo desembarqué después de nueve años, él aún continuaba embarcado e incluso pasó como Jefe del Norte cuando el buque fue vendido a la Empresa de Federico Fierros, me imagino que lo desguazaron al mismo tiempo que al buque cuando llegó el momento oportuno. Su antigüedad creía que le daba ciertos derechos e incluso llegó a discutir con el Capitán por cuestiones de trabajo. Exigía que no se hicieran trabajos de piqueta mientras él dormía la siesta. El Segundo Maquinista, D. Simeón Ochoa, ni fu ni fa, se pasaba todo el santo día con un destornillador en la mano dando la impresión de que quería arreglar algo, menos bajar a la máquina cualquier cosa. Como Tercero de Máquinas, D. Esteban Sanchez Urquijo, natural de Baracaldo, joven y recién obtenido su título. Me imagino que por ser también joven congeniamos muy bien el tiempo que estuvo a bordo que no llegó a cumplir un año. El puesto de 2ª y 3er Maquinista solía ser muy cambiante, por dos razones, porque había muchísima demanda de personal de máquinas y porque estaban obligados a hacer prácticas en máquinas de vapor y motores para poder obtener el título superior, lo cual hacía que cada cual se buscara las habichuelas según sus intereses personales. En el departamento de Máquinas fue donde primero se notó la crisis de falta de personal y donde primero se tuvo que echar mano de personal con titulación inferior para cubrir las vacantes que se producían.

El trabajo que se desarrollaba a bordo y las obligaciones profesionales eran diferentes según si el buque estuviera navegando o bien en puerto, en este caso concreto si se estaban haciendo operaciones de carga o si se estaba esperando turno para cargar en Avilés o Gijón. Por regla general el Primer Oficial  era el encargado de la carga y cada mañana le daba las órdenes pertinentes al Contramaestre para el buen mantenimiento del buque en cuanto a picado, limpieza y pintado se refiere. El 2º Oficial estaba encargado de la parte administrativa, principalmente de confeccionar la nómina a final de mes y el 3er Oficial corría con todo el papeleo burocrático: Enroles, desenroles, botiquín, acompañar los enfermos al médico y lo más engorroso: lidiar con los sindicatos verticales. El Alumno (yo mismo) aprender de todo bajo las ordenes de cualquier oficial. Y el personal de máquinas por supuesto se dedicaba a tener a punto todos los artilugios que se encontraban en su departamento, desde la principal hasta las calderas.

Navegando cada oficial asumía ocho horas de guardia repartidas en turnos de cuatro, en el Puente estaban acompañados del timonel y en la maquina por un engrasador y el correspondiente equipo de fogoneros y palero. El Capitán estaba a las duras y a las maduras. Las 24 horas del día dispuesto para cualquier eventualidad, mal tiempo, niebla o recalada, pasos donde la navegación era más comprometida……… como el Estrecho de Gibraltar. Esto es a  grosso modo las obligaciones de los tripulantes de un buque  tanto en puerto como en la mar. Creo que queda lo suficientemente claro para los profanos de la mar. Pero naturalmente todo esto ha cambiado con las nuevas tecnologías, los buques casi navegan solos, con el menor número posible de personal, ocurre como en los anuncios de la tele donde se ven que los coches ya andan y aparcan solitos, pronto el carnet de conducir no servirá para nada, el automatismo nos va dejar aparcados a los humanos. Este tema es mejor dejarlo  para desarrollarlo más ampliamente en otro momento.

No quiero dejar de narrar un tema que se me ha venido a la memoria y que al mismo tiempo que gracioso resulta un poco repugnante, al menos así lo pienso yo. Se trata sobre el Jefe de Maquinas.  D. Pedro no solía bajar a la sala de máquinas nada más que si era necesario, su guardia de ocho a doce se la cubría el calderetero que era a bordo tan veterano como él y en cual tenía plena confianza. En la parte superior de la Sala de Máquinas existía una pasarela con su correspondiente barandilla desde la cual se divisaba toda la Sala y principalmente la maquina propulsora que consistía en una maquina alternativa de vapor de tres cilindros, se dominaba perfectamente el funcionamiento de la misma, como subían y bajaban los diferentes pistones. Allí se solía colocar D.Pedro  casi las cuatro horas de su guardia  y cada vez que aparecía un pistón solía largarle un salivazo como si con saliva se engrasase la maquinaria. Yo pienso que en realidad lo que estaba haciendo eran pruebas de puntería, con tan mala fortuna que algunas veces iban a parar a la cabeza del calderetero que era el que efectivamente estaba cumpliendo con su cometido de engrasar. Los dos eran perros viejos y se conocían desde hacía muchos años. El calderetero aparentemente ni se inmutaba, me imagino que interiormente la pagaría con los familiares del Jefe, los que ya estaban reposando en el Campo Santo y ahí quedaba todo. De D. Pedro recuerdo que de vez en cuando solía venir su señora acompañada de su hijo Pedrito, quien con el transcurso de los años se convirtió en Jefe de maquinas al igual que su progenitor, pero ya de otra generación que no necesitaba engrasar a base de escupitajos.

A D. Pedro yo lo admiraba, aparte de lo narrado era una persona seria y completo conocedor de lo que tenía bajo su responsabilidad. Salvo cuando íbamos a Valencia que solía salir un día a cenar a un restaurante que tenía un cuñado suyo “Casa Olano”, jamás pisaba el muelle, parecía el perro guardián del barco. Eso sí, de la vieja guardia ya que siempre que tenía que manipular en el sistema de distribución, lo hacía cubriéndose con un trapo para que nadie pudiera ver como lo hacía, se parecía a un fotógrafo de esos que hacen fotos en el parque y en lugares públicos y que se suelen tapar con un trozo de tela para sacar el negativo.

 Y por hoy ya está bien de criticar, hasta la próxima. De todos cuanto he mencionado me despido con todo mi cariño, pues sabiendo de que ya no se encuentran entre nosotros, demuestra obviamente de que los llevo en mi recuerdo después de tantos años transcurridos.

Saludos para todos 


Capitán Arturo de Bonis                  

1 comentario:

  1. Gracias por tus amenas e interesantes narraciones y buen estilo, aparte de admirar tu excelente memoria. Estás en plena forma. Enhorabuena.

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