lunes, 31 de octubre de 2016


LA VIDA A BORDO...  UN POCO DE TODO.  TEMA TRECE

Pasado el mal trago de Casablanca, cuyo contenido estuve dudando muchísimo si debería contarlo o no, al final decidí hacerlo ya que me encontraba en una encrucijada. Aunque parezca una idiotez, al llegar a este punto me encontraba atascado, era un tema tan importante en mi vida personal que llegaba a interferir en la profesional y de no haberlo hecho seguramente hoy no estaría escribiendo este nuevo capítulo. Como he hecho anotar en el tema anterior, fue mucha la ayuda moral que recibí de mis compañeros para soportar el varapalo que me llevé  y poder ejercer mi trabajo a bordo con la mayor eficacia posible.

Al puerto de Tánger llegábamos con los planes de las bodegas repletos y los entrepuentes vacios, dispuestos para el embarque de la naranja producida en el Lucus, que era la razón de ser de la Compañía Marítima del Norte, fundada en su día por D. José Gomendio, Ingeniero Agrónomo y no sé si propietario de la mercancía que se embarcaba. Posteriormente pasó a ser propiedad de D. Jesús de Sendagorta, quien desde la fundación de la Compañía ejerció de Director.

Tánger comparado con Casablanca era un puerto tranquilo, nuestra estancia en puerto era de dos o tres días, todo dependía de la celeridad con la que iba llegando la mercancía. De cualquier forma todo se programaba más o menos con la necesidad de llegar al puerto de Hamburgo o bien en sábado o lo más tardar en domingo para que la mercancía pudiera estar lista para la subasta que se hacía los lunes por la mañana.

Ya he contado más de una vez, con ocasión de otros temas, que en Tánger algunos aprovechaban para ir a probar suerte en el Casino; otros iban y se  sentaban en cualquier café del centro de la ciudad para ver pasear a la gente (siguiendo la costumbre española) y también solíamos frecuentar un bar que tenía un malagueño mariquita, donde se tomaba un buen vino fino y se escuchaban chistes que los contaba con el salero que suelen tener los de su clase, con tantísima gracia que mi amigo Eloy Zabala llegó a mearse por los pantalones abajo en una ocasión. Tánger era nuestra última escala en Marruecos y allí nos preparábamos para dar el salto al Mar del Norte.

De 18 viajes que hice aproximadamente en el "Sierra Urbión", es fácil imaginar que hubo de todo, buenos, malos y regulares, pero ninguno tan malo como para hacernos entrar de arribada o impedir que llegásemos en la fecha prevista al puerto de Hamburgo. La línea la compartíamos con el "Sierra Umbría", que estaba mandado por D. José María Berenguer y siempre existió un pequeño pique entre los dos buques por servir la línea en las mejores condiciones. Durante nuestra estancia en Hamburgo, al menos un día lo dedicábamos a visitar el famoso barrio de St. Pauli y su famosa sala "Zillertaal" donde tomábamos unas cuantas cervezas, a veces más de las necesarias, pero la cerveza alemana tiene el don de no marear, eso sí, mear y mear sin parar. Como en el puerto se trabajaban los turnos seguidos, no había muchas posibilidades de diversión.

En Julio de 1962, el Capitán Echevarría casi me obligó a pedir vacaciones, yo me encontraba casi al límite de mis posibilidades, entre el duro trabajo de la línea unido un poco a la vida algo desordenada que yo llevaba con la intención de olvidar el duro varapalo sufrido, además las vacaciones las tenía bien merecidas. Desembarqué y me fui nuevamente a la casa familiar de Málaga con la intención de pasar las vacaciones lo más tranquilas posible. El comienzo fue duro, la verdad que muy duro. Encontrarme a cada paso con amigos y familiares y tener que revolver toda la porquería que conllevaba el tema, ir a la playa acompañado de mi hija y tener que dar explicaciones a los conocidos de donde estaba la madre, todas estas cosas hicieron que al principio lo pasara fatal, pero todo tiene su limite y poco a poco las aguas se fueron calmando, yo me fui animando y al final conseguí pasar unas vacaciones como Dios manda.

También lo bueno se termina y al final llegó el temido telegrama de la incorporación al trabajo. Fui ascendido a ler Oficial y destinado al buque "Sierra Banderas" que hacía la línea norte de España  con el norte de Europa y que estaba bajo el mando del Capitán D. Antonio Salgado. La línea era más corta pero no menos dura ya que no salíamos del Mar del Norte y del Cantábrico y además el "Sierra Banderas" era aún más pequeño que el "Sierra Urbión". Era gemelo de una serie construida en Bilbao, formada por el "Sierra Bermeja", Bravía, Blanca y Banderas.  El "Sierra Banderas" era el último de la serie y por ser el recién nacido le tocó la china, ya que había una ley administrativa que obligaba a los Armadores a poner un motor de marca española después de cierto número de buques construidos con motores extranjeros. El motor asignado al Sierra Banderas era de la MAQUINISTA NAVAL TERRESTRE, que Dios la tenga en su santa gloria. Tantas eran sus cualidades que nosotros llegamos a recalificar al "Sierra Banderas" con el sobrenombre de BISCUTER. No sé si ustedes recordaran aquella maravilla salida de la industria española, que consistía en un cajón de hojalata con cuatro ruedas, provisto de un motor que carecía de marcha atrás. Esto era lo más parecido al "Sierra Banderas". El motor resultaba imposible arrancarlo en frio, era necesario rodearlo de calentadores eléctricos al menos media hora antes de arrancarlo y una vez arrancado lo teníamos que dejar rodar cierto tiempo para asegurarnos que tendríamos marcha atrás en caso necesario. Como pueden imaginar una delicia de barco, eso sí, salvadas estas irregularidades el barco no había quien lo parase.

Con el "Sierra Banderas" se puede aplicar ese dicho que dice que "hay quien nace con estrella y otros que nacen estrellados". Desde un principio, por una razón u otra, esta serie de cuatro construidos en Bilbao, tuvieron mala estrella, empezando por el ·Sierra  Bermeja" que se hundió por un corrimiento de carga frente a Monte Igueldo justamente el día de Navidad y no quiero equivocarme, pero creo recordar que era su primer viaje; el "Sierra Bravía" se fue a pique tras colisionar con otro buque en el mismísimo Canal de la Mancha, con la mala suerte de que hubo perdida de varias vidas. Y nosotros el "Sierra Banderas" terminamos también de mala manera, partidos en dos a la entrada del puerto de Requejada, accidente que contaré con más detenimiento posteriormente después de contar otras anécdotas de menor importancia.

Desde que embarqué en el "Sierra Banderas" no había viaje que no tuviésemos algún contratiempo. La línea que hacíamos no era precisamente una línea turística. La meteorología, no es siempre la misma, hay años mejores y otros peores y el de 1963 no fue precisamente de los mejores. Uno de los viajes permanecimos fondeados en el río Weser cerca de Bremen cuatro o cinco días con niebla cerrada y la calefacción estropeada que no sabíamos como quitarnos el frio, si a guantazos o metidos todos en la cocina haciéndole compañía al cocinero.

Pienso que los alemanes estaban un poco más atrasados que los holandeses en el tema de dirigir por radio la navegación fluvial en caso de niebla, ya que yo, dos o tres años antes, había amarrado en el puerto de Rotterdam a boyas con el "Rita García" sin siquiera ver las boyas, todo dirigido por radioteléfono desde la torre de control.

Ese mismo viaje, cargados de bobinas de acero y dispuestos para salir del puerto de Bremen, el Capitán dio la orden de llenar el tanque de lastre  de la bodega dos  para poder disponer de agua para refrigeración del motor en caso de que nos encontrásemos con el rio congelado dado la época en que nos encontrábamos. El Maquinista encargado del cometido era un poco brutote, comenzó a llenar el tanque sin tener en cuenta que los suspiros del tanque estaban congelados y por consiguiente no podían rebosar al estar taponados. En vez de parar el llenado cuando la presión se lo indicaba, continuó rellenando con la intención de romper el tapón de los suspiros, pero lo único que consiguió fue que se escuchara en la bodega un estruendo terrible como consecuencia de que las soldaduras que soldaban el tanque y las sentinas reventaron, y lo único que impidió que todo el plan se levantase, eran las bobinas de acero que iban en la bodega. Comprobado el alcance de la avería, lo cual significaba que navegaríamos sin doble fondo en la zona de la bodega dañada, salimos con destino a Bilbao, donde una vez descargadas las bobinas se procedió a la reparación.

Después sucedió cuando nos quedamos abarloados a los pilares del puente de Deusto por falta de aire en las botellas de arranque, aunque esto como ya he contado en otra ocasión fue debido a un fallo o mejor dicho a una maldad humana, ya  que una de las dos botellas de que disponía el buque, los maquinistas la tenían llenas de "cigarros puros" introducidos en el puerto de Rotterdam.

Y para finalizar, la historia del "Sierra Banderas", cuya estrella se apagó definitivamente cuando saliendo del puerto de Requejada una roca en forma de aguja rajó el casco en la zona de la sala de máquinas que carecía precisamente de doble fondo, produciendo una gran vía de agua que hizo que el motor se inundase en pocos minutos, sin dar tiempo siquiera a dar la vuelta para volver a entrar en el canal. Se fondearon las dos anclas pero no fueron suficientes para evitar que garrease y  el fuerte maretón existente llevase al buque contra la costa y a dar con las rocas fuertes golpes que lo hicieron partirse en dos. El salvamento de la tripulación se llevó a cabo con uno de los botes salvavidas que fue remolcado hasta la misma playa por la lancha del Práctico y el Capitán y el Práctico abandonaron el buque cuando comprobaron que nada se podía hacer por lograr salvarlo. Yo desembarqué por naufragio, me dirigí a Málaga en espera de acontecimientos después de haber declarado en la Comandancia de Marina de Santander. Algunos días después fui llamado para embarcar de forma interina como segundo oficial a bordo del "Sierra Umbría".

Hasta el "Sierra Umbría" me despido de ustedes como siempre, con un afectuoso saludo. 



Capitán  Arturo de Bonis                   

    

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