CAPÍTULO
XXXII
BUQUE
“CASTILLO DE MONTERREY” - 3er.
EMBARQUE
En esta
ocasión me mandaron al “Castillo de Monterrey”, embarcando en Valencia y
haciendo prácticamente los mismos viajes que en la campaña anterior, con cemento
para
Florida y grano para España, aunque con la particularidad
de que el segundo viaje volvimos en lastre tras descargar en Tampa.
Vista tomada desde mi camarote, estando
atracados y mientras descargábamos en Port Everglades. En ella se aprecia la
entrada del puerto un día de los de lluvias tropicales. En el muelle de la
izquierda atracaban petroleros para descargar.
Durante la descarga teníamos uno de los
motores principales en marcha acoplado a un alternador para producir
electricidad; de este modo podíamos trabajar con la maquinaria de la planta de
cemento. Por la chimenea salían chispas y en una de las descargas, siendo
capitán Luis Domínguez, tuvieron que parar el motor porque las chispas estaban
yendo hacia un petrolero y su tripulación de cubierta se apresuraba a
apagarlas. Lo cierto es que se pudo crear una situación de peligro ya que el
petrolero se encontraba descargando productos refinados muy volátiles.
En otro viaje, siendo yo Capitán, y Abrahán
Echebarría jefe de máquinas, volvieron a salir chispas, pero como el viento
soplaba para el otro lado no hubo ningún problema. Abrahán aseguraba que las
chispas salían con todos pero ‘con Luis’ el viento las llevaba hacia los
petroleros atracados. Quiero creer que Luis era un poco “gafe”; y esto no
quiero que se entienda por menosprecio, si no que es la verdad, tanto, que su
familia no se subía con él en los ascensores. Más adelante comentaré otras
anécdotas.
Uno de los días que estábamos descargando
subió a bordo el cura del Apostolado del Mar, Joseph Cliff, un hombre mayor al
que invité a comer con nosotros. Pasamos un rato muy ameno durante el que nos
contó su vida, desde la guerra civil española, de la que estuvo huyendo para
que no le mataran con el padre Victoriano Frías (a quién en mis vacaciones
saludé en Málaga), hasta la guerra en Cuba con Fidel Castro, del que, si en
principio pensaba en sus buenas ideas, más tarde tuvo que huir por oponerse a
él.
Una de las veces que nos dirigíamos hacia
Florida con cemento, tuvimos un accidente a bordo y el Calderetero se fracturó
una pierna, a bordo le hicimos lo que pudimos para inmovilizársela y
contactamos con el Centro Radiomédico de Madrid, que nos dio instrucciones para
minimizar la fractura y la orden de que lo desembarcáramos lo antes posible.
No dirigimos a Bermudas, el puerto más
cercano, y sin poder fondear pues hay mucho fondo, se le desembarcó a una
lancha para llevarlo al hospital.
Me llamó la atención que, teniendo una
latitud tan alta, el clima fuese benigno debido a la Corriente del Golfo, cosa
que había oído pero que nunca había podido observar in situ.
Me hubiese gustado atracar ya que había un
compañero del colegio de Inglaterra, David Goodwin, que vivía allí. Hace poco
estamos contactando los compañeros del Broadhembury College, y esperamos
reunirnos en Marbella en Septiembre de 2011.
Un día de verano, mientras regresábamos a
España tomé unas fotos desde el palo. Ésta está tomada hacia la popa, donde se
ve la chimenea causante de las chispas en Port Everglades. La siguiente está
tomada hacia proa, y en ella se puede observar mejor que la mar estaba parada.
Un día para tomar el sol y bañarse en la piscina.
La estructura del centro es el lugar donde se
encontraba la maquinaria y el control para realizar la descarga de cemento.
Aquí, los oficiales se pasaban todo el día mientras se realizaba la descarga de
cemento por nuestros medios. Propio de Astilleros Españoles es que en este
lugar no se había previsto ni un mal servicio donde hacer nuestras necesidades
fisiológicas; ni siquiera había una fuente de agua para poder beber. Al final
tuvieron que poner una nevera donde se disponía de un poco de agua y algunos
refrescos.
En la fotografía anterior, un verano en
Valencia. En ella estoy con mis hijos y sobrinos, hijos estos de mis primos
Eduardo y Rosa los niños y de mi prima Conchy y de José Antonio las niñas.
Después de la carga de cemento volvimos a
Port Everglades. Allí, el Jefe de Máquinas, Paco Thalamas, conoció a un marine
americano que debía ser comandante o algo parecido, y lo subió a bordo; venía
éste con una borrachera de escándalo, o quizás la cogió con el Jefe en su
camarote, lo cierto es que le contó su vida, resultando que la borrachera tenía
su origen en los cuernos que la había puesto su mujer mientras tomaban la Isla
Granadina. Estuvo toda la noche en el sofá del despacho de Paco, pues no había
quién lo moviera, marchándose al día siguiente sin decir ni adiós.
Salimos para Tampa, y mientras descargábamos
fui al casetón para ver como iba la descarga; allí me encontré con que el
enlace entre el silo y nosotros era un negro que estaba fuera del casetón, a pleno
sol, con una temperatura elevadísima. Le pregunté al oficial que por qué no
estaba dentro, al fresco, a lo que me contestó que no se atrevía porque éramos
blancos, así que salí y le dije que tenía que estar dentro por si se
necesitaban sus servicios para comunicar con el silo, y que a nosotros no nos
estorbaba ni teníamos ideas racistas.
Algunos viajes después me pidió autorización
para traer a su hijo a bordo, a lo que sin dudar le dije que sí. Era un
chiquillo de unos diez años, y cuando estuvo a bordo le acompañé por todo el
barco, invitándole en mi despacho a un refresco; estaba alucinado y creo que lo
recordará toda su vida.
En la fotografía anterior, a la vuelta de
Tampa a Valencia, después de la cena tomándonos una sidra. No sé qué estaríamos
celebrando, pero cualquier momento era bueno. De izquierda a derecha, Oscar,
segundo maquinista, Antonio Molinero, primer oficial, Hermenegildo,
Radiotelegrafista, yo, Manuel Benítez, segundo oficial, y Pepe, primer maquinista.
Desde que empezamos a llevar cemento para
Rinker, los viajes eran prácticamente a los mismos puertos, por ello es posible
que alguna de las situaciones que describo no estén localizadas en su momento
preciso y fuese en otro embarque, pero todo ello ocurrió durante estas
navegaciones.
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