Gracias -amigo Vicente- por haber insertado tu artículo en el blog, lo cual me permite poder continuar con mi recordatorio de acuerdo con lo prometido, caso de que no hubiese voces contrarias. Además tu escrito ha servido para refrescar un poco mi memoria, ya que has engrosado la lista con nombres que yo tenía perdidos, aunque no por éso, las personas olvidadas. Incluso, ahora que los recuerdo, añado algunos nombres más de algunos que hace tiempo que se fueron para siempre, como Pepe Ramírez y Manolo Maestre que no llegaron a terminar siquiera los estudios, pero que en aquella época formábamos un buen grupo de amigos; tampoco olvido a Rafael Moreno, Luis Torres y Miguel Parodi; éste último perteneció durante un corto espacio de tiempo a la Compañía donde yo trabajé durante veintiséis años, pero no tuvimos la ocasión de coincidir en ningún buque y actualmente sé que vive en Mallorca. Otros que no olvido son los hermanos Cañizares, precisamente de Octavio, el más joven, que terminó su vida profesional como práctico de puerto en Águilas, recibía de vez en cuando noticias a través del teléfono cuando venía a Málaga para pasar revisión médica o para visitar a su familia.
Sabía que habías pintado el cuadro con la foto que obtuviste durante nuestro viaje a Almería y que yo inserté en mi artículo anterior, pero no sabía que aún lo conservabas; mucho menos después de que tú valoraras muy negativamente el resultado de tu intento de plasmar pictóricamente aquel momento histórico que tuvieron Colón y los hermanos Pinzones a bordo de la "Santa María". La visión del cuadro ha traído a mi memoria el recuerdo de aquel viaje que efectuamos al puerto de Almería, donde se encontraban las tres carabelas, porque tú deseabas hacer fotografías que te sirvieran de boceto para poder pintar algunos cuadros que, si mal no recuerdo, pensabas presentar en Sevilla con motivo del V Centenario. El caso es que pensaste en nosotros, los que figuramos en la foto, para que hiciéramos de modelo de lo que tú tenías rondando en tu cabeza. Ahora no recuerdo si antes de salir de Málaga ya acordamos quien haría de Colón y quienes de los hermanos Pinzones, pero a toro pasado y viendo el resultado del cuadro se ve claramente que no era necesario hacer un "casting" para darle el papel de Colón a nuestro amigo Julio Pineda.
De cualquier forma, este cuadro tiene su pequeña historia. Cuando dijimos adiós a los barcos, los tres modelos figurantes nos pusimos de acuerdo para inscribirnos como alumnos en unos cursos monográficos de carpintería que se impartían en la Escuela de Artes y Oficios; nos gustaba la carpintería y pensábamos que era una forma como otra cualquiera de adaptarnos a nuestra nueva vida. La verdad es que durante los tres añitos que asistimos aprendimos bastante del arte de la ebanistería y la carpintería de bricolaje no tenía secretos para nosotros. Este hobby y nuestra permanencia a la Junta de desguace hicieron que intimáramos mucho más con quien ya era nuestro amigo: Vicente Gómez Navas, llegamos incluso a hacerle un trabajo bastante delicado de carpintería para su casa. Puede ser que ésto fuera lo que le llevó a pensar en nosotros para poder inmortalizarnos en un lienzo como pago de nuestro trabajo.
El caso es que una mañana nos metimos en el flamante coche recién estrenado de Vicente y nos fuimos los cuatro rumbo a Almería en busca de las Carabelas; allí estaban atracadas al muelle esperándonos. Pero como era ya tarde cuando llegamos, pospusimos nuestra visita para el día siguiente y decidimos continuar viaje hasta el pueblo veraniego de Mojácar, donde residía la hija de Julio Pineda, con la intención de pasar la noche; aún maldigo a quien se le ocurrió tan magnífica idea (seguro que a Colón, pues de su hija se trataba). Aquella fatídica noche se debería estar celebrando en Mojácar la noche del mosquito cojonero (supongo que se le podrá llamar así), nos pasamos toda la santa noche y parte de la madrugada pegándonos guantazos para evitar los ataques de los malditos mosquitos; de dormir nada, ni en Huelva tierra de mosquitos por antonomasia las he pasado tan canutas.
Por fin llegamos a Almería salvos pero llenos de picaduras; se hicieron las gestiones pertinentes para visitar las Carabelas y poder tomar las fotos en el interior, con el resultado que habéis ya comprobado en mi escrito anterior. Se hicieron muchas tomas, pero fue ésa precisamente la que eligió Vicente para inmortalizarnos pero, a pesar de su buena voluntad, él mismo reconoce que no hemos pasado del purgatorio ya que veintiún años pasados y olvidados en el desván de su taller lo demuestran.
Como anécdota de aquella secuencia fotográfica recuerdo y puedo decir que Julio además de tener un fuerte parecido con Colón, parecía que lo llevaba dentro; si el genovés no hubiera descubierto el Nuevo Mundo, lo hubiese descubierto él. Valiente cabreo cogió conmigo porque en un momento determinado me senté en el lugar destinado para Colón; supuse que después de la noche luchando contra los mosquitos aún estaba mosqueado. Como colofón de nuestro viaje, asistimos a bordo de un remolcador a la salida de las Carabelas del puerto de Almería; el remolcador era el que facilitaba la maniobra de desatraque de las carabelas y Julio Pineda, que estaba viviendo la maniobra sin acordarse de que ya hacía tiempo que era un pensionista retirado, intentó enmendarle la plana al Capitán del remolcador. La maniobra finalizó sin más incidentes que anotar en el Cuaderno de bitácora y nosotros volvimos a Málaga sin más novedades dignas de contar.
Tú, amigo Vicente, desde luego no tienes Alzheimer, de lo contrario cómo sería posible acordarse de todo éso que cuentas que ocurrió en 1535, cuando salió tantísimo barco para Túnez. Yo ni siquiera me acuerdo del último barco que navegué, sólo hace 25 años y tengo mis dudas si fue el "Sierra Cazorla" o el "Sierra Grana"; lo malo es que con tanto cambio de domicilio no sé dónde se habrá metido mi Historial, hace tiempo que lo busco y no lo encuentro. Bromas a un lado, no estoy preocupado por este fallo, porque -por el contrario- me acuerdo de los nombres de los 36 tripulantes que estaban enrolados en el vapor "Norte" cuando yo embarqué en el año 1952 y mi memoria es fotográfica porque los recuerdo como si fuese ayer mismo cuando los vi por última vez. He consultado esta anomalía y parece ser que es normal que esto ocurra con lo cual pienso que el Sr. Alzheimer se resiste a cruzarse por el momento en mi camino.
Buque frigorífico "Sierra Cazorla"
Haciendo ejercicios de memoria, recuerdo que un día un "pajarito administrativo de la empresa" me comunicó que un malagueño había embarcado como oficial en uno de los barcos de la misma. Hasta ese momento yo era el único "boquerón" que pertenecía a Marítima del Norte y la verdad es que me alegré muchísimo con la noticia. Pero tuvo que transcurrir bastante tiempo hasta que llegamos a coincidir en el puerto de Santander y conocernos personalmente. No éramos conocidos de Málaga ya que la diferencia de edad es de diez años y cuando él empezaba yo ya tenía bastantes millas recorridas. Tampoco hemos navegado juntos a pesar de haber pertenecido muchos años a la misma Compañía debido a la circunstancia de que los dos éramos Capitanes; lo más próximo que hemos llegado a estar (si mal no recuerdo) fue un relevo en uno de los buques frigoríficos. Él fue lo que se puede llamar un Capitán polivalente y llegó a mandar todos los tipos de buques que tuvo la Empresa y lo mío -preferentemente- fueron los frigoríficos, donde se solía gambetear con frecuencia. Pero siempre me he sentido muy orgulloso de que mi querido amigo "boquerón" llegara a ser el Capitán más preciado de la Compañía y finalizara su vida profesional al mando del buque insignia: el "Laieta".
Antes de que se me olvide su nombre y los lectores se queden sin saber de quien estoy escribiendo, les diré que se trata de nuestro querido amigo y compañero del Círculo Marítimo-Junta de Desguace, Carlos Navarrete Trigueros, boquerón por lo cuatro costados.
Ahora espero que no hagas uso de tu poder como capitán del blog para cambiar mi humilde pensamiento sobre tu persona.
Yo doy por terminado mi relato sabiendo perfectamente que quedan muchísimos nombres por citar, porque 37 años de mar son muchos años y dan tiempo y lugar para conocer a muchísimas personas y la mar es un lugar idóneo, por las circunstancias, para establecer fuertes lazos de amistad que perduran toda la vida, a pesar de que una vez finalizada la vida profesional los amigos se separan para siempre jamás.
En Málaga a 4 de Octubre de 2013
Capitán Arturo de Bonis
Arturo, ya sabes que agradezco y valoro mucho tu amistad.
ResponderEliminarLo de boquerón por los cuatro costados me ha llegado al alma.
¡Gracias por tu colaboración a nuestro blog!.
Arturo, muchísimas gracias, lo he pasado de maravilla con tus estupendos relatos en nuestro blog. De nuevo gracias.Dino
ResponderEliminarArturo, muchas gracias por tus relatos.Dino
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